Radiografía de Los rotos, el primer libro de cuentos de Luciana Acosta

Los rotos es el primer libro de cuentos de la periodista Luciana Acosta. En la búsqueda del detalle, del universo de muchos y muchas de nosotros, la autora encuentra cómo resistir y forzarnos a ver a quiénes tenemos a nuestro alrededor.

Los rotos es el primer libro de la periodista Luciana Acosta.

19 de Diciembre de 2021 09:16

La portada muestra una pileta. Pero no la clásica imagen que conquista a cualquier ojo deseoso del verano, sino, por el contrario, muestra una pileta vacía, despintada, cargada de realidad y silencio, que invita a la pregunta. A preguntarse.

Los rotos (Gogol2021)  es el primer libro de cuentos de la periodista Luciana Acosta. Un primer libro de once cuentos que nos cruzan permanentemente el cuerpo y la inquietud por los otros que nos rodean y su parecido a nosotros (que también somos “otro” para ellos).

“Estallará, mi boca estallará en dulces de esmeraldas, en pájaros y espinas, y un paso se abrirá” comienza diciendo Gabo Ferro en su primera página. El poema no es casual, la propia Luciana Acosta lo indica: “Me gustó eso de ‘estallará’. Me pareció que tenía que ver con este momento de animarme  a compartir estos universos con otras personas, salir del círculo más íntimo”.

Y los versos son acertados. De las voces del libro estallan pájaros y espinas que la propia autora ha podido incubar desde hace un tiempo. Sobre todo desde el día de una gran pérdida que le señaló que, para mitigar el horror de la existencia, la literatura es una buena herramienta.

“Me pareció que los protagonistas de todos los cuentos, como todos nosotros, estaban un poco rotos en lo físico o en lo emocional. Hay cuentos que hablan de duelos, de distintos duelos, y  creo que cerraba bien ‘los rotos’ también. Pero, sobre todo, el título me representa  a mí. Todos estamos rotos en distintos aspectos por algo” sostiene Luciana.

“Todos estamos rotos en distintos aspectos por algo” sostiene Luciana Acosta.

-¿La idea siempre fue mostrar aquella rotura con los once cuentos o en realidad ese hilo conductor apareció después?

- Luego de elegir los once cuentos me pareció que todos tenían una particularidad: que a todos ellos los unía, a mi entender, que eran todos personajes menores, cotidianos, y que se veían atravesados por distintas experiencias que eran importantes para ellos, pero que también eran importantes para otros. Cada uno tenía su universo y veía eso común entre ellos, eran en apariencias personajes menores pero que tenían historias buenas y profundas.

El libro arranca fuerte, como abriendo la puerta de una patada, con el cuento La náusea (A veces es la mejor o la única forma de entrar, dirá ella luego en la presentación). En él ya destacamos el poder de observación de la autora y su interés por los detalles. Costumbres, diálogos, datos y referencias desnudan no solo la línea de interés sino también el oficio periodístico de Acosta. Todo junto en un texto no solo lo hace muy visual, característica de todo el libro, además provoca la empatía del lector. Ella argumenta,  “Era mi interés, son personajes que cruzás en el colectivo todo el tiempo y esa era mi idea. Casualmente, una amiga me decía que al leer La náusea recordó que a ella le daba miedo quedarse sola en el colectivo. De hecho a mí también me daba miedo, entonces viene de ahí todo esto en realidad. Cosas que nos pasaban y que aún nos pasan. Esa es una sensación muy común, yo lo he sentido y me parece que, lamentablemente, no es raro que sigan pasando”.

 Existe la posibilidad de que una parte del libro contenga todo. Quiero decir que, quizás, en alguno de los cuentos uno pueda descubrir el disparador de la literatura en la autora, la función que ella le da, el sentir del texto completo y también sus motivos. El trabajo de las hormigas es el cuento más autobiográfico de todo el libro y Luciana lo confirma: “Sí, habla sobre cómo mi abuela llevó adelante la muerte de mi papá. Fue un duelo muy personal, muy íntimo y muy solitario. No lo quería compartir con nadie”.

-Dice algo que es tremendamente hermoso, algo así como que Ella “cree  que nadie más podría sentir tanto dolor”.

- Creo que ese cuento tenía que estar escrito de esa manera. Ella, al no querer compartir su dolor, uno no puede acercarse y termina siendo una observadora a la distancia. Es uno de los  primeros cuentos que tengo, uno de los primeros textos que escribí…

- ¿Necesitabas hacerlo? ¿Lo encontraste como algo sanador?

- Sí, fue así.

- Es interesante porque lo que ella no quería compartir lo terminás haciendo vos en estos textos…

- Cierto. Yo empecé a escribir los primeros cuentos cuando murió mi papá. Necesitaba canalizarlo por algún lado y, en ese sentido, la literatura fue mi salvavidas. Me parece que los duelos nunca terminan, uno se acostumbra a vivir con ellos y me pareció que podía llevarlo mejor adelante con la literatura.

Piezas importantes en el libro son: los estados de ánimos, el otro, la resistencia. Estas piezas,  a su vez, cruzan nuestro cuerpo. Lo atraviesan. El duelo, el abuso, el dolor, las roturas. Le pregunto por el otro. Le pregunto quién es el otro para ella, ese que está muy presente en sus cuentos. Luciana piensa y duda, pero al final afirma que “Es ese otro que, como yo, también sufre. Es alguien que se guarda su duelo y lo vive como puede:  es alguien que lee sobre padres porque es la forma que tiene de llevar su duelo y lo hace secretamente,  hasta que descubre que hay otros que también lo hacen y que le pasó lo mismo. Los otros son todos esos personajes que también tienen que ver conmigo. Ojo, no son autobiográficos, pero son parte mía”.

La autora presentó su libro junto a la poeta Evangelina Aguilera.

Los cuentos son muy visuales. Permanentemente las imágenes se suceden.  La composición de cada uno de los personajes denuncia el poder de observación de la autora, de su búsqueda del detalle. “A veces parece que estoy haciendo otra cosa, pero estoy observando. Estoy convencida de que todo está en el detalle. Ahí está el mundo. Eso es lo que más me interesa, después, todo el resto” asegura.

En esos detalles están las denuncias y a raíz de ellas, la resistencia. Más de una vez me escuché decir que en la resistencia está todo el hidalgo valor de la vida  canta el Indio Solari. “Me parece que hablo de una resistencia del aguante. Cada uno resiste como puede, de la manera que puede y con las herramientas que puede y elije. Uno resiste todo el tiempo y así logramos sobrellevar la vida” dice Luciana (Esto se ve bien reflejado en su cuento Fugaz).

-¿Creés que la literatura debe ser una herramienta de denuncia?

- Sí, la literatura debe posibilitar la denuncia. Me parece que esto pequeño que se dice en los cuentos sale a luz y posibilita que otros y otras se identifiquen con la situación y vean lo que pasa. Tiene que haber un compromiso del que escribe con lo que pasa y con sus lectores también.

-¿Soñaste muchas veces con el libro, con este libro?

- Sí, claro. Tenía ganas de editar un libro. Además, a mí me gusta el objeto libro. Verlo en papel está buenísimo. Igual me cuesta creerlo. Había una resistencia también ahí, quería pero no quería. Era algo que no tenía que ver con el periodismo. Era literario, era otra cosa y, por supuesto, eso generaba dudas.

El libro de Luciana Acosta representa algo más que un puñado de cuentos. Los textos, en su conjunto y por separado, encarnan un estar en el mundo. Un estar complejo y fascinante. Un estar desde donde, quizás, provengamos en totalidad. Sus textos son los encargados de darle  vida a ese estar, de señalar las roturas o rajaduras por donde debe aplicarse el Kintsugi y de generar aún más ritos trascendentes de cualquier dolor.

Tal vez  con el tiempo y las lecturas uno encuentre las preguntas que este interesante libro responde. Y hasta, quizás, uno se encuentre en ese mundo que el mismo Gabo Ferro describió diciendo al final  “Afuera... Afuera solo el mundo... Puro aire para brujas y un tiempo que está y se fue...”.