Tres jesuitas, 350 almas tehuelches y una cruz de madera: historia de Nuestra Señora del Pilar del Vulcán

Hacia 1740, la Corona Española decidió enviar a los padres Cardiel, Strobel, y Falkner en una misión evangelizadora y civilizadora de las sociedades indígenas que habitaban en la región pampeana por medio del sistema de reducción en pueblos.

5 de Septiembre de 2021 11:07

La Compañía de Jesús tuvo un rol clave en el proceso de evangelización de los nativos marplatenses. Hacia 1740, cuando Mar del Plata no era la ciudad turística preferida por la élite porteña, la Corona Española decidió enviar a los padres Cardiel, Strobel, y Falkner en una misión evangelizadora y civilizadora de las sociedades indígenas que habitaban la pampa desde el rio Salado hasta el estrecho de Magallanes por medio del sistema de reducción en pueblos, que los jesuitas estaba desarrollando exitosamente en la por entonces Provincia del Paraguay.

Así, tras realizar las  gestiones ante las autoridades coloniales y de hacer viajes exploratorios para conocer a los caciques que lideraban algunos grupos indígenas, a fines de agosto de 1747, los padres Tomás Falkner y Joseph Cardiel fundaron, con una cruz de madera como piedra fundamental, la misión de Nuestra Señora del Pilar del Volcán, en el extremo oriental del sistema serrano de Tandilia,  y Nuestra Señora de los Desamparados que estaba ubicada aproximadamente a 20 kilómetros.

Ambas fueron desalojadas en 1751 ante las hostilidades de algunos grupos nativos que estaban liderados por el “Cacique Bravo”. Entonces, los misioneros se retiraron junto a los catecúmenos a la reducción Nuestra Señora de la Concepción de los Indios.

Según el informe de la investigadora del Conicet Victoria Pedrotta, los campos de la Reducción se extendían hasta el Atlántico entre los arroyos "La Tapera" y "Del Barco". Allí, Cardiel escribió en su “Diario del viaje y Misión al Río del Sauce” de 1748. que encontró “350 almas. Mostraban gusto en que les formásemos pueblo, aunque algunos se mostraban adversos a la Cristiandad, diciendo que ser cristianos es ser esclavos y otros disparates a ese modo”. 

Durante cuatro años, además de Catecismo con charlas sencillas, los padres destacaban las ventajas de vivir en determinados lugares, en comunidad, sujetándose a las leyes cristianas de respeto por todos, lo que hacía posible la mejor atención de los enfermos, la distribución de provisiones y el aprovechamiento del aprendizaje de labores manuales y de cultivos.

Pero no todo era sencillo en el lugar. ”La tierra amplísima, fácilmente se inunda cuando sobrevienen grandes lluvias, y muy húmeda” relataba Cardiel. Pero, las dificultades concretas se evidenciaron al poco tiempo, ya que fue, según el relato del sacerdote “un año de muchas lluvias.  Inundose toda aquella tierra, quedando laguna sin utilidad para labrar las sementeras”. Además de los perjuicios derivados de no poder cultivar, estas inundaciones promovieron una serie de enfermedades que fueron atribuidas a condiciones insalubres generadas por el exceso de humedad. 

Ante esta situación, según el relato del padre Falkner, en febrero de 1748, los indígenas se retiraron de la misión y abandonaron a los jesuitas, aunque dos meses mas tarde llegaron - de acuerdo a los registros de la época- las provisiones que los misioneros habían solicitado a Buenos Aires y esto hizo que los indígenas de la tribu de Chuyantuya regresen a la reducción con nueve toldos. De acuerdo a las misivas enviadas por los sacerdotes, la situación se repitió en otras oportunidades y de los 55 toldos que poblaron la reducción, solo siete permanecieron durante los cuatro años de existencia de la misión.

Para 1750, la tarea evangelizadora había logrado llegar a aproximadamente 1200 almas, entre tehuelches conversos y otras tribus que habitaban los alrededores. Se gestionó entonces ante el gobierno de la provincia la categoría de Pueblo, lo que implicaba contar con Cabildo, organización administrativa y policial, semejante a la que en tiempo de la colonia regía para las comunas.

Así, el 1 de enero de 1751 se constituyó, en presencia de Mathias Strobel la “honorable corporación”, un paso previo al reconocimiento como pueblo. El Cabildo original estaba compuesto por el cacique puelche José Dornoyohal, como corregidor, Ignacio Olán y Francisco Chacahuac como alcaldes, Tomás Yemehuech en la función de alférez real y Juan Coniquielqueryahan, Santiago Lacantu y Juan Cutay como regidores.

La pretendida armonía y estabilidad política duró poco: en agosto de ese mismo año, surgió algo que no estaba en los planes de los sacerdotes: el cacique Cangapol - conocido por los españoles como "El cacique bravo de siete esposas"-  decidió tomar y arrasar, junto a 500 indígenas, la Reducción. Por seis meses acampó a 10 leguas de la reducción y, en febrero de 1751 atacó las instalaciones junto con el cacique tehuelche Piñacal.

Entonces, los misioneros pidieron ayuda al gobierno, pero la respuesta fue negativa. Ante este nuevo panorama, el 1 de septiembre de 1751, los jesuitas decidieron abandonar la misión . Viajaron hasta la Reducción de la Concepción, que funcionó hasta 1753 cuando el Cacique Yahati la atacó. 

Cangapol continuó en las instalaciones de la Reducción del Pilar hasta 1752, cuando fue sucedido por su hijo que expandió su poderío hasta lo que, años después Falkner denominaría “Laguna del Bravo” (actual Laguna La Brava).

Desde entonces, solo viajeros y pulperos trashumantes fueron testigos de las ruinas de la Reducción abandonada. Veinte años más tarde, llegó a estas tierras, enviado por el Cabildo de Buenos Aires el Capitán Pedro Pablo Pabón quien en su diario de viaje escribió: “Día 1 de diciembre. Con motivo de adelantar la comisión determinamos dividirnos, dos a hacer el reconocimiento de las sierras del volcán y uno a la cota del mar y la reducción de los jesuitas. Los primeros habiéndolo conseguido, dicen ser este terreno a propósito para estancias por hallarse buenos pastos, lomas grandes y aguas buenas y abundantes corrientes”, escribió.

“Día 2. Convinimos por en caso de quererse poblar el mejor sitio donde tenían la reducción de los jesuitas, el que se hallaba al Este Sudeste de la sierra del volcán, a siete leguas de distancia. Logra ventajas de buen campo para siembra. De esta reducción a la costa del mar hay tres leguas", escribía el militar.

De acuerdo a los reportes de la época, en el año 1825, una comisión conformada por el entonces Coronel De milicias Don Juan Manuel de Rosas, el Coronel Juan Galo de Lavalle y el Ingeniero Don Felipe Senillosa, da cuentas del nombre "Laguna de los padres".

El predio, abandonado por los misioneros y, a raíz de la avanzada militar sin nativos originarios que lo habiten, se convirtió en 1828 en la estancia de la Laguna de los Padres a la que, en 1949, el Gobierno Nacional expropió el espejo de agua y casi cuatrocientas hectáreas de costa, donándoselas a la Municipalidad de Gral. Pueyrredon como Lugar y Patrimonio Histórico, ya que la misión es considerada el primer antecedente poblacional de Mar del Plata y como el primer foco de evangelización de la región. Actualmente, la capilla de la Reducción funciona como lugar histórico y de culto.