¿Putas o trabajadoras sexuales?

En Mar del Plata son más de 150 las trabajadoras sexuales. En pleno auge del conflicto por la instauración de la Zona Roja, 0223 salió a la calle para acompañarlas en una noche de trabajo.

21 de Diciembre de 2022 18:40

Si bien, según el Código Penal, la oferta de sexo en la vía pública no es un delito, en Mar del Plata la ordenanza 25.590 prohíbe el ejercicio de la prostitución en las puertas de las casas. Es por esta razón, que a partir de septiembre, se estableció una nueva Zona Roja en la Avenida 10 de febrero desde la calle Cacique Chuyanyuta y por una extensión de 200 metros. Las trabajadoras sexuales tienen un horario restringido para ejercer su trabajo que va desde las 22 hasta las 6 de la mañana. De no respetarse estas normas, podrían ser arrestadas de 5 a 30 días y las multas pueden llegar a ser de hasta más 800 mil pesos. 

En Mar del Plata son más de 150 las trabajadoras sexuales, de acuerdo al relevamiento realizado por la Red por el Reconocimiento del Trabajo Sexual (Rrts) y en Argentina, si bien no hay cifras oficiales, se calcula que serían más de 10 mil. 0223 salió a la calle para acompañarlas en una noche de trabajo y habló con Lady, Juana y Victoria Di Salvo, representantes de la Red Nacional por el Reconocimiento del Trabajo Sexual para entender mejor cuál es la realidad que viven día a día. 

-¿Cómo hay que decirles putas, prostitutas, trabajadoras sexuales? 

-Victoria: Depende el contexto y depende de cada una como lo sienta. Entre nosotras nos decimos putas. Pero cuando vamos al Concejo Deliberante ya no hablamos de prostitución y hablamos de “trabajo sexual” porque es el resultado de una larga batalla ideológica y política donde luchamos por nuestros derechos humanos y el respeto por la libre determinación de las mujeres. Es necesario llamar a las cosas como son para conseguir las condiciones dignas para realizar nuestro trabajo.

-Muchas personas las ven como víctimas, sujetas pasivas, y por ende, objetos cosificados, ¿qué le transmitirías a esas personas? ¿Por qué trabajas de esto?

-Lady: Yo elijo trabajar de esto porque me permite pagarme cursos para capacitarme y realizarme como persona. Yo soy extranjera, soy de Perú. Se tiene que entender que no vendemos nuestro cuerpo, vendemos un servicio. Hoy me estoy capacitando como auxiliar terapeuta y también estudié para ser modista. Esto me permite tener un ingreso adicional para pagarme todos esos proyectos. 

-Es muy normal escuchar que confunden el trabajo sexual con la trata o el proxenetismo, ¿por qué pasa esto? 

-V: El Estado es el principal responsable de generar esa confusión. Nuestro trabajo es un trabajo. No estamos romantizando el trabajo sexual. Nosotras elegimos ejercerlo y el Estado no reconoce esta libertad de decisión. Todo es absorbido por la problemática de la trata de personas. El debate es mucho más complejo. Los momentos de explotación o de libertad también está sujeto al capitalismo. Imaginate que a pesar de la persecución policial, todos los días decidimos venir a trabajar, eso es una elección que hacemos. 

-Ahora mismo estamos en la esquina de Champagnat y Chacabuco ¿Por qué no trabajan en la zona roja dispuesta por la nueva ordenanza? 

-V: Nos quiere correr a zona sur. Siempre nos quieren correr a otro lado. Mar del Plata tiene  zonas rojas que son emblemáticas. El problema de movernos de lugar es saber que siempre se crean idiosincrasias alrededor de las zonas. Compañeras que viven por la zona. Nosotras nos esforzamos por centralizar, juntarnos todas en un mismo lugar. Y esto de que nos corran nos perjudica mucho. Tienen que aceptar a las trabajadoras sexuales. No somos un problema. Somos personas. Es muy peligroso el nuevo lugar que nos asignaron. Es un cementerio, es un descampado donde funcionaba un basural, ahí no se puede trabajar. Ahí no te levantan los clientes. Ignoran que la trabajadora sexual necesita estar cerca de las personas, se olvidan que los clientes son los propios vecinos.  

-¿Por qué crees que se tomó la decisión de mover la Zona Roja? 

-L: Por el narcomenudeo. Un tema del que nadie quiere a hablar. Eso es lo que generó mucho conflicto. El narcomenudeo tiene su lugar en la Avenida 10 de Febrero y en esta zona de Champagnat es donde ejercemos la prostitución. Trabajamos con nuestro cuerpo. Tienen que aprender a separar lo que es el narcomenudeo de la prostitución. 

-Hay una figura construida del cliente: un hombre violento, el cual exige todo y por miedo a no ser violentadas tienen que cumplir, ¿esto pasa muy seguido?  

-L: Es la suerte de la noche porque no sabes que cliente te puede tocar. 

-¿A qué se exponen con este trabajo? 

-V: A la clandestinidad. Eso nos perjudica. No poder agruparnos para ejercer. La ley de trata esta encarcelando a las trabajadoras sexuales haciéndolas pasar por proxenetas. Hay una investigación del CONICET que prueba que el 50% de las condenadas por trata de persona son mujeres y son las putas básicamente. 

-¿Qué es lo peor que te paso? 

-L: Lo peor fue que un cliente me llevo y me golpeó con una piedra en la cabeza y perdí la consciencia.  

-V: Para mí, lo peor es enfrentarse a la policía siempre. El mayor obstáculo es la policía porque hay operativos todas las noches. Lo peor es la persecución, el miedo a ir presas. Porque no le tenemos miedo a los clientes.  

-¿Y lo mejor que te pasó trabajando? 

-L: Me enamoré de un cliente. Un policía argentino con quien estuve 6 años y por él deje la prostitución. Cuando se terminó el amor retomé con este trabajo. 

-V: Lo mejor es que me generó autonomía. Me permitió desarrollarme económicamente, pagarme los estudios y mi vida. Me da mi sueldo. Es mi proyecto económico.  

-¿Se puede saber cuánto están cobrando hoy por el servicio? 

-V: Es una pregunta que nos hacen habitualmente a las prostitutas. Yo no voy preguntándote a vos cuánto ganas. Gano un sueldo normal. Tampoco soy millonaria porque trabajo acá en la calle pero no gano mal. 

Mientras estamos hablando, llega la policía y aprovechan el momento para empezar a cantar todas juntas “Las Putas unidas, jamás serán vencidas”. Se protegen entre ellas. Unidas es la forma que encontraron para luchar contra la vulneración de sus derechos. Fundamentalmente por la libertad de trabajo pero también se les es negada esa libertad en ámbitos como la salud, trabajo, educación, documentación y vivienda. Todas tienen muy en claro que la clandestinidad no ayuda a mejorar su calidad de vida. Y solas no pueden cambiar esta realidad, por eso, siempre se organizan para compartir las esquinas de trabajo. Esto impediría que sean reprimidas, discriminadas, maltratadas y perseguidas sin testigos. Muchas de ellas sostienen que el abuso policial es diario. “Peor que las multas, es el maltrato que sufrimos por parte de la policía que cuando no están las cámaras, ni el acompañamiento de otras compañeras, ahí es cuando la policía directamente se abusa de vos. Y si sos extranjera, más todavía. Lo cual es terrible”, dice Lady.  

El reclamo es muy claro: el ejercicio libre de la prostitución y el reconocimiento de los derechos de quienes si quieren vivir de eso para que el trabajo sexual se convierta en una elección libre frente a otra labor. Victoria antes de despedirse, me aclara: “La bronca no es por la vida que llevo sino por la vida que no me dejan llevar”.