Lo acusaron de matar a golpes a un nene y era inocente: la Corte demoró 10 años en reconocer el error

Julián Ramón habla por primera vez tras recibir el sobreseimiento definitivo de la causa que se abrió en 2011 por el homicidio de su cuñado, Gastón Bustamante, de 12 años. Hoy, insiste en señalar a Verónica González como la asesina del marido y el propio hijo. "Me gustaría ver que la condenen por todo el mal que hizo", dice en la entrevista con 0223. 

Verónica González podría recibir dos cadenas perpetuas si se comprueba que asesinó a Gastón y Carlos.

22 de Marzo de 2022 10:38

Diez años demoró la Justicia en terminar de reconocer el error. Sí, diez años: después de una espera tortuosa, de leer una y otra vez la palabra “inocente” en los fallos firmados por tres jueces de la Cámara de Apelaciones, dos magistrados de Casación y cinco miembros de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, Julián Ezequiel Ramón recibió el 16 de septiembre del 2021 el dictamen de la Corte Suprema de la Nación que lo sobresee para siempre de la causa en donde fue señalado como el asesino de Gastón Bustamante, el nene de 12 años que fue golpeado, estrangulado y asfixiado en la mañana del 21 de noviembre de 2011.

El error costó ni más ni menos que una vida. Porque mientras Julián era sometido a un interminable laberinto jurídico de recursos y apelaciones y las autoridades negaban esfuerzos en abrir una nueva línea investigativa, dentro de la misma casa del barrio Las Palmas de Miramar donde mataron a Gastón se gestó, con coincidencias sorprendentes, el crimen de Carlos Bustamante, el papá, que presuntamente se consumó en manos de Verónica González, la mamá, el 22 de marzo del 2019.

Y a Julián también le costó parte de su vida. Dice que fueron “durísimos” los primeros años en los que tuvo que acostumbrarse a convivir con una acusación tan grave sobre los hombros. En el camino perdió, entre otras cosas, oportunidades de trabajo y las ganas de seguir estudiando la carrera de Derecho. Una de las pocas personas que no se alejó de él fue Rocío, su novia y hermana de Gastón, que lo defendió al punto de protagonizar una disputa sin retorno con los padres para seguir apostando a una relación que tenía solo diez meses cuando pasó lo del chico, aunque ambos ya se conocían hace cuatro años.

Julián Ramón, en su paso por los tribunales de Mar del Plata.

Pero hasta la incertidumbre del proceso judicial condicionó a la pareja a la hora de proyectar el futuro y soñar con el anillo de bodas, o con formar una familia. “Más allá de que vivimos muy felices, en todo este tiempo hubo un montón de cosas que quedaron truncas y a mitad de camino porque no sabía qué era lo que me iba a pasar. Veía por parte de algunos operadores jurídicos un ensañamiento despiadado”, explica, y valora: “Lo importante es que el tiempo acomodó las cosas y se logró imponer la verdad. Obvio que hubiese querido que llegue mucho antes el fallo de la Corte pero vale muchísimo porque deja firme todo lo dicho por los jueces anteriores, en el sentido de que soy absolutamente inocente y que jamás mentí".

 

El mal

Julián le concede la entrevista a 0223 al cumplirse este martes exactamente tres años del crimen del suegro. A pesar de que el vínculo estaba roto desde el homicidio del nene, el recuerdo de la pérdida provoca dolor en él y Rocío y reconoce que se trata de una “fecha triste”. “También son tristes aquellas fechas que te das cuenta que no están y deberían estar, como cualquier fiesta de cumpleaños, de Navidad y Año nuevo. Tal vez resulten más dolorosos los días que deberían ser felices que estos pero siempre duele y yo solo estoy para acompañar a Rocío en lo que necesite y quiera”, reflexiona.

Por eso también se muestra “ansioso” por el juicio a Verónica González, que después de las postergaciones obligadas por la pandemia del Covid-19 debería hacerse en junio o diciembre de este año en el Tribunal Oral Criminal Nº4 de Mar del Plata. Dada la cantidad y contundencia de las pruebas que el Ministerio Público Fiscal reunió contra la mujer, la ansiedad pasa, evidentemente, por un único lado: por escuchar una sentencia a cadena perpetua si es que los jueces acreditan la autoría del homicidio.

Verónica González fue detenida en la misma tarde del 22 de marzo del 2019, la fecha del crimen de Carlos Bustamante.

De todos modos, ni él ni Rocío están incluidos en la larga lista de personas citadas a declarar, por lo que la presencia en el debate dependerá de la que decida la hija de Verónica y Carlos. “Estaremos en el juicio si Rocío lo quiere hacer en ese momento. A mí lo único que me gustaría ver es que la condenen a Verónica por todo el mal que hizo”, insiste, y agrega: “Hace mucho tiempo que Rocío y sus hermanos merecen Justicia”.

El momento en que Verónica tome la palabra – si es que al final decide hacerlo – se anticipa como el capítulo más esperado del juicio. Desde el crimen del marido, la acusada se llamó a silencio y nunca reconoció los hechos. Esto, al mismo tiempo, supone una última oportunidad para esclarecer el asesinato impune de Gastón, cuya causa prescribe en 2023, a través de la imputación del delito a la propia madre, lo cual dependerá de los nuevos elementos de prueba que se ventilen o no durante el debate.

Julián dice tener “deseo y esperanza” de que se pueda saber quién mató al hermano de Rocío pero le quita peso a las eventuales declaraciones de la única sospechosa frente a los magistrados. “Me parece irrelevante: si se necesita que la culpable confiese para condenarla, entonces las cárceles tendrían que estar vacías”, apunta.

El cuñado de Gastón Bustamante, además, dice que Gabriel, Gonzalo y Ramiro, los tres hijos mayores que tuvo Carlos con una primera mujer, llegaron a advertirle al hombre de 62 años del grave riesgo que corría al convivir con Verónica. "Ellos siempre supieron la verdad e hicieron todo lo posible para tratar de que su papá se dé cuenta, a punto tal de llegar a decirle que ella había matado a Gastón y que lo iba a terminar matando a él, como finalmente pasó", asegura, y añade: "Rocío y sus hermanos han dejado la piel para que esto se esclarezca. Tanto ellos como yo tenemos la tranquilidad de que hicimos lo correcto, ahora depende de la Justicia".

 

Explicaciones

Por el crimen de Gastón, Julián estuvo preso desde diciembre de 2011 hasta marzo del 2012: el primer mes lo pasó detenido en una comisaría de Necochea y el tiempo restante permaneció con prisión domiciliaria en la casa de un amigo del papá que se encontraba en Mar del Plata. ¿Por qué fue preso? Solo por un indicio: las huellas dactilares halladas en el televisor de la casa de Miramar, que, según la reconstrucción de entonces, había sido trasladado de la habitación a la cocina en la misma mañana del crimen, con la intención de simular un “robo” por parte de delincuentes foráneos.

Así, el fiscal Rodolfo Moure acusó al joven de robar 5 mil pesos, que la familia Bustamante planeaba depositar en un plazo fijo de un banco, y asesinar a Gastón para eliminar testigos. La motivación económica también parecía difícil de sostener ya que, al momento del hecho, Julián no tenía ninguna deuda y percibía ingresos por dos empleos simultáneos: trabajaba los fines de semana de mozo en un asador criollo de Miramar y de lunes a viernes daba clases en un curso de asistente jurídico y notarial que se dictaba en un centro de formación de asistencia jurídica.

Al funcionario judicial también le parecía extraño el fuerte interés del cuñado de Bustamante por la investigación, ya que iba todos los días a la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) y a la fiscalía a preguntar por el caso. Pero lo cierto, en definitiva, es que no existían fundamentos sólidos, como testimonios ni prueba científica, que permitieran asignarle, de manera directa, la actuación criminal, por lo que no tardó en dictarse la “falta de mérito” que lo dejó en libertad.

Así era el cuarto de Gastón Bustamante donde fue brutalmente asesinado.

Curiosamente, Verónica fue la primera en ser investigada pero el Ministerio Público pronto la descartó como sospechosa, algo que todavía le sorprende a Julián por los diferentes elementos que habían salido a la luz en el marco de la causa. El joven, por ejemplo, recuerda que en la media con la que fue estrangulado Gastón se halló ADN de tejido epitelial - es decir, restos de piel - coincidente con el de la mujer de 52 años, y el contenido de varios mensajes intimidatorios contra la propia familia Bustamante que provenían de un teléfono oculto que utilizaba la mamá del chico con un chip cambiado, donde incluso había amenazas de muerte dirigidas a su propio hijo.

También hubo una autopsia psicológica de Verónica González donde dos peritos forenses realizaron conclusiones contundentes que hoy parecen leerse como un presagio del destino: a ella le atribuyeron, entre otras cosas, "inmadurez afectiva, inversión de roles respecto de su hija, inestabilidad emocional proclive a la impulsividad, capacidad de empatía disminuida, inseguridad, sentimientos de inferioridad, celos, ausencia de autocrítica, bajo umbral de tolerancia a la frustración, conductas perjudiciales hacia terceros significativos (pareja e hijos), tendencia a la victimización, conductas manipuladoras, mecanismos de defensa externalizantes, proyectivos (negación, justificación, proyección, disociación) y elementos paranoides, con surgencia de actividad mitomaníaca, cuyos referidos ataques de pánico impresionan a las peritos como episodios de tipo histeriforme", según consta en uno de los primeros sobreseimientos que dictó a favor de Julián Ramón el tribunal constituido por Esteban Viñas, Marcelo Riquert y Javier Mendoza.

¿Se sabrá, alguna vez, quién mató a Gastón Bustamante?

Al presentarse en cada medio de comunicación, Verónica quebraba en llanto por la muerte del hijo y, junto a Carlos Bustamante, insistía en señalar a Julián como un “psicópata” y “asesino” que merecía ir a juicio. La estrategia era efectiva porque mientras más lo acusaban a él, más se alejaba la posibilidad de encontrar Justicia. “No creo que las autoridades judiciales me tengan que pedir perdón a mí pero sí a Rocío y sus hermanos”, sostiene el joven.

El yerno de Carlos dice que en estos años no pudo reunirse con Rodolfo Moure para encontrar alguna explicación a las acusaciones en su contra pero sí lo hizo con la jueza de Garantías, Rosa Frende. “Ella aceptó recibirme y me explicó punto por punto sus resoluciones, aceptando que se había equivocado a la luz de los reiterados fallos de Cámara y Casación. Esa actitud la voy a valorar por siempre, porque no es común ni habitual”, destaca.

Y con el sobreseimiento definitivo en mano, el joven deja abierta la posibilidad de pedir a futuro una audiencia con el fiscal. “Alguna vez pensé en pedir una audiencia para preguntarle a Moure por qué nos hizo esto pero sabía que no era ético estando el sobreseimiento recurrido. Ahora que ya quedó confirmado sería diferente, pero que me atiendan ya es otra cosa”, dice.

 

Anécdotas “surrealistas”

Públicamente, Verónica y Carlos siempre se mostraron como un matrimonio muy unido.

Algunos comportamientos de Verónica que evoca Julián suenan casi tan contundentes como la autopsia psicológica en la que se describió una personalidad con “elementos paranoides” y “surgencia de actividad mitomaníaca”. Julián cuenta que cuando se puso de novio con Rocío, ella le confesó que la mamá le robaba plata desde que arrancó a trabajar y que el día anterior al viaje de egresados de la novia, él mismo tuvo que ir a hacer un pago de urgencia a la empresa porque la madre no había abonado nada. “Rocío le daba la plata a la madre para que se lo pague y ella no se lo había pagado nunca. Tuve que ir a pagarlo yo porque si no se quedaba sin viajar”, afirma.

“Hay un montón de episodios así y lo peor es que están todos probados. Fingía ataques de pánico y una vez Verónica se quemó la cara sola para culpar vaya a saber a quién de que la lastimó. También se autoamenazaba desde diversos celulares para inculpar a la familia de Carlos y ni hablar de todos los problemas que iba generando en su círculo”, enumera, y confiesa: “Cuando la conocí a Rocío, ella me empezó a contar estas cosas de a poco porque le daba vergüenza y la lastimaba. Y la verdad es que yo no lo podía creer y todavía me sigue pareciendo surrealista”.

 

Nueva vida

Hoy, Julián tiene la cabeza enfocada en Rocío, en la familia y en sus estudios en Derecho, que retomó paulatinamente en el 2020 después del largo desencuentro que sufrió con la profesión a raíz de la injusticia vivida. “Después de todo lo que pasó con Gastón, me costó mucho encontrarle sentido a ser abogado, por más que lo que me quedaba era mínimo. Pero este año ya debería recibirme y espero poder hacerlo para devolverle a mis viejos todo el esfuerzo que hicieron para que pueda estudiar y procurarme un futuro mejor”, revela.

Y tras el voto unánime de los cinco ministros del máximo tribunal de Justicia de la Nación que deja sentado el sobreseimiento definitivo, el joven también tiene otra tranquilidad para pensar en la vida que realmente merece y empezar a proyectar ese casamiento y esos hijos que postergaron tantos años de dolor e incertidumbre. “Ahora la situación es diferente para nosotros y seguramente muchos de esos sueños los vamos a ir cumpliendo y los que no, será porque nuestra decisión es esa”, concluye.