"Digan wisky" estrena en el complejo Cuatro Elementos

La obra de teatro escrita y dirigida por Hebe Amancay Rinaldi se presentará los viernes de enero y febrero en el complejo Cuatro Elementos. Cuatro micro historias que se construyen alrededor de una mesa como elemento de unidad de lo familiar.

11 de Enero de 2023 09:02

"Digan wisky" es la opera prima de la actriz y directora Hebe Amancay Rinaldi. Se trata de una obra compuesta por cuatro microhistorias donde, alrededor de la mesa, las familias muestran otra cara. Revelan la sombra de cada una de ellas, las que podemos descubrir casi desde un lugar de voyeur, al convertirse en ese instante del momento justo.

La marplatense Hebe Amancay Rinaldi le debe su formación, como muchos y muchas otras, a Guille Yanícola. Con él aprendió a darle forma a una obra desde cero y el primer resultado fue "Digan wisky", un proyecto que llevó más de tres años. “Cuando empecé a escribir me di cuenta de que tenía y me salían mejor historias cortas. Entonces hice una selección y confirmé que me interesaba ese formato y al pensar el tema me entusiasmé”, confiesa la autora. Y agrega: “Lo que me surgió más fácil fue resolverlo así, fue lo más genuino y se dio durante el proceso creativo. Esas cuatro historias unidas”.

-¿Y qué las une?

-Lo que las une es el conflicto, un conflicto circular en las cuatro historias. Pero me interesaba mostrar esos cuatro universos familiares, ver la dinámica de esas familias, qué hacían y cómo se corrían de lo ideal. El desafío era cómo contar esa contracara de esa foto feliz que se muestra, de esa sonrisa fingida o forzada que suele haber. Me parece interesante también eso de espiarlos, ese mirar desde afuera cómo funcionan.

La mesa es ese espacio donde se dan las historias. Ese lugar de reunión, de comunidad. Las cuatro historias se dan en cada una de las comidas del día: desayuno, almuerzo, merienda y cena.

La primera de las historias involucra a una pareja que se comunica a través de un juego de roles. Se ve aquello que suele darse en muchas relaciones, donde la mujer materna a su pareja o el varón ocupa ese rol de figura masculina para ella. Ellos, en este caso, se comunican a través del juego. Ella construye la idea de la separación, pero él no logra hacerse cargo. El tema queda sin resolverse. “Es una historia circular, porque luego se invierten los roles y él termina siendo el padre de ella, quedando como atrapados por el juego y esa forma de vincularse. Es, sin dudas, la más incómoda de todas las historias y por eso decidí ponerla primera”, dice Hebe.

La segunda historia fue, en lo personal, la que más entusiasmo me generó. Una historia sin palabras, solo ruidos, sonidos y silencios. Una mesa, el almuerzo, una pareja, tres platos. En el principio no hay una cosa muy clara, no se identifica el conflicto ni el motivo del dolor. ¿Qué es ese vacío? La autora responde: “Es ese vacío, es aquello que las palabras no pueden nombrar”. Es la más dura de las cuatro. Hebe informa que “en un principio esta tenía diálogos y en los ensayos vimos que funcionaba mejor así. Es la única que no tiene humor. En esa está muy presente Guille (Yanícola). Él me formó como actriz, como clown, como dramaturga. Entonces, sentía que él estaba muy presente en todo el proceso de escritura de esa historia”.

La enfermedad de una madre hipocondríaca es la gran protagonista de la mesa número tres. Una supuesta enfermedad que funciona casi como una excusa, bajo una postura muy egoísta, para retener al resto de la familia. “Totalmente. Hay un egoísmo muy grande, pero a su vez esa madre es el motor de la familia. Todo lo que sucede, sucede alrededor de ella. Los roles de los demás están marcados por el de ella”, dice la autora. Se muestra una unión forzada, situaciones llevadas al extremo bajo el formato del humor y del drama. “Sin esa madre, el resto queda sin lugar en el mundo, ninguno pudo construir algo por fuera de ella”, agrega.

Por último, en el turno de la cena, la madre no aparece. Hijos e hijas se reúnen alrededor de la mesa para resolver la historia de su madre. Pero el conflicto se dispersa, se esquiva llevándolo para otro lado (¿qué comemos, quién paga?). Un conflicto que no se puede resolver: “Ahí se da algo muy interesante, en la relación entre hermanos, más allá de la madre. Parece que hablan de ella, pero hablan de ellos mismos en realidad”, sostiene.

"Digan wisky" busca la identificación del público. La mesa reúne a todos y todas a su alrededor. La mesa como generadora del espacio para el vínculo y la relación.

-¿Y cómo era la mesa de tu casa? ¿Qué recuerdos hay de aquella mesa de la infancia?

-La mesa para mí es muy importante. En casa siempre fueron mesas muy grandes y ese lugar de reunión, de unión. La comida en familia, los festejos en comunión, pero bueno, también hay recuerdos de conflictos a su alrededor, de mirarnos a las caras.

Las cuatro microhistorias no se resuelven. O mejor, las resolverá el espectador, la espectadora, pensando en su propia mesa, en su propia familia. Acá no hay salida, uno queda atrapado en esos vínculos, al funcionamiento de esas familias.

El humor y el absurdo encaminan al drama. La familia o la pareja, alrededor de la mesa, buscando proponer que se vea lo que se elige no mostrar.

"Digan whisky" estrena el viernes 13 de enero a las 21.30 en el complejo Cuatro Elementos y se presentará todos los viernes de enero y febrero.

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