Viaje a El Club Portugués

El club Portugués tiene más de 60 años. Se creó con la intención de acompañarse entre ellos por la soledad y la nostalgia de haber dejado su país, sus raíces, sus familias. Hoy enfrentan el desafío de retener a los más jóvenes.

11 de Noviembre de 2023 19:31

Según cuentan, las primeras reuniones de la colectividad portuguesa en Mar del Plata fueron en un garaje o en el comedor de alguno de los primeros socios. Eran los primeros años de la década del 60 y en la ciudad había unos 2000, o tal vez más, inmigrantes portugueses. Al año exacto de esas primeras
reuniones pudieron hacerse de su espacio propio sobre la avenida Independencia 1677 (1er piso). Pasaron ya 61 años de aquel comienzo.

“Las primeras reuniones empezaron de a poco. Eran pequeños grupos de portugueses queriéndose acompañar un poco por la lejanía de su tierra natal. Poder compartir sus costumbres, sus comidas, el idioma, que era una cuestión importante. Hay mucha diferencia con el español y eso hacía más difícil la
cosa para nosotros. A partir de ahí se empezó a pensar en algo más grande y que abarcara a todos, que fuera también un espacio de encuentro para la comunidad”, comienza diciendo Marcos Zuasnabar, secretario hoy del Club Portugués de Mar del Plata.

Al recordatorio de las fechas importantes de su país, debemos sumar la necesidad de encuentros que provocó el surgimiento del Club. Por eso, en aquel momento, el buffet fue una gran medida. Era ese espacio social donde se juntaban a tomar algo, jugar a las cartas y conversar en su primera lengua.

Los buenos resultados de aquel espacio perduraron hasta los años 80, cuando otras actividades comenzaron a aparecer en la ciudad, como el cine, los teatros o los shoppings, y los encuentros en el Club comenzaron a menguar (algo similar ocurrió en otras colectividades y otros clubes).

- ¿Cuándo fue la última oleada de portugueses que llegaron acá?

- Los últimos que vinieron en oleada fueron en los 50 o 60. Por ejemplo, nuestro presidente tiene hoy 75 años, llegó a la ciudad con tres años. Su hermano, un poco más chico, ya es argentino. Esa fue la última etapa de la inmigración. Hoy quedaran de aquellos unos 60 o 70, más otro número igual en la zona:
Tandil, Necochea, Miramar, Balcarce y Otamendi.

-Esto dispara otro problema, ¿Cómo incentivan a los más jóvenes a participar, a mantener esto?

- Esa cuestión es de las más difíciles. Es la más complicada, pero no solo para nosotros, sino que es un problema de todas las colectividades. Muchos no supimos traspasar el objetivo principal de su creación, que era contener a los inmigrantes. Pero nunca se pensó que lo inmigrantes no iban a estar. Aquel
sentido de la asociación que es unir a la colectividad, transmitir tradiciones, valores y cultura en muchos casos se han ido quedando sin continuidad y eso hace todo más difícil para que sea atractivo y rescatar a los que no llegan. También pasa por una cuestión monetaria, ya que no podemos generar actividades por ahí más atractivas para atraerlos.

El interés de los más jóvenes pasa solo hoy en día por la posibilidad de conseguir la ciudadanía portuguesa. Pero ni siquiera para ir a Portugal, sino para obtener una puerta de ingreso más accesible a Europa.

Más allá de la situación, desde el Club pudieron aprovechar la instancia para generar un acercamiento. Luego de un censo digital que hicieron, se contactaron con el Consulado de Portugal y provocaron que se den visitas consulares al Club Portugués con periodicidad para iniciar trámites de ciudadanía para hijos, hijas o nietos, así como renovación de documentos o pasaportes.

Uno accede al club por una larga escalera con preciosos decorados en azulejos. Al llegar al primer piso, uno se encuentra con el salón de eventos. Un gran espacio con una barra en el fondo y, hacia el otro extremo, la luz y el ruido que propicia la avenida Independencia. En el segundo piso se encuentra un
pequeño salón que guarda los recuerdos, la historia y los rasgos de identidad de las y los portugueses locales. Lo primero que llama mi atención es la biblioteca.

En algunos estantes pueden verse muchos libros, muchos títulos clásicos en idioma portugués. Algunos de ellos son muy antiguos, lo que le da un carácter de única. Junto a ella, una pequeña vitrina que guarda recuerdos y artesanías. Varios son presentes que han traído los socios de sus viajes a Portugal a lo largo de todo este tiempo, lo que hace que muchos de ellos sean muy antiguos. Por último, sobre la mesa, un álbum de fotos con la historia del club, de su gente, de sus reuniones. Pura identidad y ganas de acompañarse.

Las fotos se suceden. Las primeras en sepia o blanco y negro, caras sonrientes, alegrías, añoranzas. La historia de todos ellos divididas en etapas: los primeros socios, las primeras familias que integraron el club. Ahí se ve la evolución, el paso del tiempo y lo logrado por sus miembros. La última foto es de hace algunos días, se los ve con el embajador de Portugal quien visitó la ciudad y el Club, para celebrar sus 61 años.

Aquellos portugueses que comenzaron a moverse en esta ciudad se dedicaron a tres grandes actividades: la pesca, el campo y la construcción. Hoy, más de 60 años después, el Club Portugués de Mar del Plata propuso al Municipio de General Pueyrredón el hermanamiento con la ciudad de Viana
do Castelo de Portugal. “Fue un trabajo muy arduo y de mucho tiempo. Esto va a generar oportunidades para todos. Estamos trabajando junto al Municipio, desde allá ya han mostrado su interés también. Todo lo que hemos hecho ha sido avalado por el Consulado también y estamos todos
muy contentos”, anuncia Marcos Zuasnabar.

El Club Portugués mantiene también un proyecto de difusión de su cultura a través de clases de idioma portugués europeo, difusión de su cultura, su tradición y también su gastronomía y los aspectos más actuales del país.