Once Unidos y la clara intención de juntar a toda la familia
Se fundó en 1940. Hoy, con más de 80 años, las autoridades del club siguen soñando con grandes obras para poder juntar a toda la familia en las distintas disciplinas. Del fútbol y el teatro a una pileta olímpica y las cocheras subterráneas.
Con cualquiera que hables del Club Once Unidos recordará la misma historia: once chicos buscaban en el barrio un baldío, un potrero, para hacer lo que más les gustaba: jugar al fútbol. No tenían más de quince años, pero lograron apropiarse de esa idea de tener su espacio. Fueron de casa en casa, de terreno en terreno, hasta que, con la ayuda de sus padres y a través de un crédito en La Territorial, un 1 de abril de 1940 compraron el primer terreno para comenzar con dos actividades: el fútbol como principal y el teatro.
Algunas historias se suceden hasta el día de hoy. Algunas de esas historias son las que los trajeron hasta acá, pero, por sobre todo, son las que los forjaron en sus ideales, como: El socio número 1, Manuel Domingo “Tito” García, prestando su casa para la fundación, las primeras camisetas amarillas, la esquina de 14 de Julio e Ituzaingó, la compra en Casa Muñoz de 10 camisetas verdiblancas junto a una pelota de cuero marca Superball, los cincuenta centavos de cuota social, la conformación de la Comisión de Señoritas y la decisión de “imprimir” la marcha del club en Buenos Aires, lo mismo que el “disco musical” según se estableció en la reunión del 15 de agosto del 1946.
Horacio Taccone piensa al recordar aquellas historias y dice: “En el club siempre se avanzó. Esa es su característica. Siempre se mejoró. Desde sus orígenes y hasta hoy, el club ha pasado muchas crisis, pero siempre se dejó algo más de lo que se recibía. A lo sumo, lo que podía pasar era que se haya mantenido lo mismo, pero siempre era ir para adelante y esa nos parece que es una clave de cada una de las comisiones directivas que condujo el club. La idea es siempre entregar un poquito mejor que la comisión que lo antecedió. Hoy tenemos un club ordenado, sin deudas, y nosotros le impusimos nuestra impronta. A lo largo de este tiempo supimos ponernos de acuerdo cuando, claramente, pensamos diferente y siempre pudimos hacer que prevalezcan las coincidencias por sobre las poquitas diferencias que tenemos. La postura fue siempre la misma: ser coherentes y pensar en los chicos, en las chicas y en aquellos que participan del club. No nos importa la premura o la necesidad de mostrar, sino que sea provechoso y bueno para toda la familia que integra el club”.
El club pasó a ocupar aquel lugar que soñaban cuando ganaron el campeonato de Primera División de la Liga del Norte e ingresó a la Liga Marplatense. A partir de ahí, la historia fue creciendo y creciendo hasta este día, donde cuentan con 22 disciplinas en total y tienen actividad durante 18 horas de las 24 del día.
“En un club, lo más fácil es enojarse e irse, pero acá no es así. Se trabaja mucho, la dirigencia deportiva es pasión, es ad honorem y seguimos adelante. Es pura pasión”, enfatiza el actual presidente del club. Y agrega, “Tito García, el socio número 1 del club (su hijo siempre estuvo vinculado al club y hoy su nieto es parte de la Comisión directiva), nos cuenta que nuestra forma de conducir el club tiene mucha similitud con la forma en que lo hacían los fundadores, donde estaba toda la familia involucrada, donde las camisetas las lavaban las familias después del juego, donde todo era muy casero, muy artesanal. Por supuesto que esa coincidencia es inconsciente, pero habla de un camino”, cuenta Taccone.
-¿Y hoy qué queda de todo eso? ¿Cómo se manifiesta en el espíritu del club?
-Mirá, esto no se sabe, pero por ahí, el que entra al club y ve todas las obras, todos los avances, no se imagina que hay tantas cosas que se hacen artesanalmente, familiarmente. Hoy el equipo de vóley del club está compitiendo en la categoría más alta de la Argentina contra equipos hiper profesionales, pero no se sabe que para financiar las primeras campañas vendían sorrentinos. Eso es igual desde el principio del club. Igual que la línea generacional como parte del Club: abuelos, padres, hijos. Claramente nos interesa acercar a toda la familia. Ahora nos resulta difícil hacerlo porque tenemos todos los cupos de todas las disciplinas completos, pero antes, cuando veíamos a la mamá, al hermano o al abuelo que traían a sus hijo o nietas a nadar o a practicar algo y ellos se quedaba mirando, nosotros la invitábamos a que participara de alguna otra disciplina, que haga otra cosa durante ese tiempo que venía, porque queríamos y queremos involucrar a toda la familia. Hoy, de los 9 mil socios, más de la mitad son del mismo grupo familiar, son pocos los casos de socios individuales.
-¿Cuál fue la crisis más difícil que tuvieron que sobrellevar? ¿Fue el 2001?
-El 2001 fue difícil, pero el club era más chico. Cuando yo entré en el 2007 había unos 200 o 300 socios, así que calculo que para el 2001 sería la misma cantidad. Al ser más chico es más fácil sortear las crisis, pero no tengo dudas de que la más brava fue la pandemia. Fue realmente un momento bisagra para el Club. Estuvimos muy mal y teníamos que cumplir con 30 empleados que viven de eso y si el socio no concurre deja de abonar la cuota por cuestiones naturales, más allá de los problemas de cada uno. Estábamos tan mal que en ese momento decidimos plantar cien árboles en el estacionamiento del Club para darnos mucha energía y asumir que esto iba a pasar y que íbamos a salir más fuerte. No sabés lo bien que nos hizo. También, para poder seguir, vendíamos sorrentinos y pizzas para pagar sueldos y, junto a los ATP del gobierno nacional, pudimos sostener a toda la gente. Por eso estamos muy agradecidos al Estado nacional por esa ayuda. Nosotros salimos fortalecidos de todo eso. Pensábamos en lo que vendría, es más, nosotros teníamos un terreno comprado en la esquina, frente al Club y, donde se pudo mover un poco, tomamos la decisión de hacer ahí un gran playón. Termina la pandemia y todos querían hacer actividades al aire libro, ese espacio fue de gran ayuda, de hecho, entramos a la pandemia con 6 mil socios, más o menos, y a los dos o tres meses ya éramos más de 8 mil. Es así, lo que no te mata te fortalece.
Según pasan los años, los pilares fundacionales del Club Once unidos se afianzan: buscar contribuir en la calidad y bienestar de las personas, poniendo a su disposición actividades deportivas, artísticas y sociales en todas las etapas de la vida; gestionar el crecimiento constante de nuestra institución y ser una institución socia y deportiva reconocida a nivel local, regional y nacional, para que impacte favorablemente en las familias del barrio.
Taccone piensa a futuro y cuenta sus sueños: “Se que tenemos que hacer algunas obras menores todavía como los vestuarios para la última pileta que hicimos o una segunda loza para darle más lugar a las chicas del centro cultural, pero mi sueño, te digo la verdad, es hacer una pileta olímpica. Yo la imagino paralela a la otra, ahí donde está la canchita de sintético, una pileta de 50 metros. Pero sé que hay que ver otras cosas primero, como por ejemplo cómo compatibilizar eso con los 600 chiquitos que entrenan ahí. Ya veremos. Y te cuento otro sueño que tengo, pero ese es más, mucho más difícil de llevar adelante, no solo por la plata, sino por la incomodidad que implica la obra para con el resto de las actividades. Yo sueño con poder hacer cocheras subterráneas en el Club. Entrar por Marcos Sastre y bajar directamente para luego salir por Faulkner. Pero eso lo veo muy difícil, sobre todo porque habría que ver cómo hacer coincidir el lío de la obra y las máquinas con las actividades”.
El Club Atlético Once unidos se caracteriza por promover la actividad física y el deporte recreacional, así como el apoyo al desarrollo del deporte formativo y federado. Pero, sobre todo, esos valores se sostienen con un sentido de pertenencia que fue la idea primigenia de los fundadores, así como la solidaridad y la participación social comunitaria.
Once unidos y más de 80 años celebrando la familia y el vínculo en pos de pensar siempre lo mejor para el mañana.
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