“Esta celebración era de todos, no importaba si eras de tal partido, de otro o de ninguno”

A cuarenta años de la recuperación de la democracia, Luis Rech, el concejal más joven que asumió en 1983 recuerda cómo fue aquel día y qué sensaciones vivía la sociedad. Miedo y alegría, pero también aprendizaje por estar en un cuerpo legislativo que hacía más de siete años que no funcionaba.

10 de Diciembre de 2023 18:08

No se vivía como un día cualquiera. No era un día cualquiera. Aquel 10 de diciembre de 1983, a las 10:20 de la mañana, a la gran cantidad de gente que poblaba el recinto del Concejo Deliberante se le hizo un nudo en la garganta y sintió una gran sensación de felicidad. Todo eso junto explotó en alegría, cantos y lágrimas.

Habían pasado siete años y nueve meses de la última sesión en ese recinto, el que pasó a funcionar como archivo, depósito o sala de ensayo. El costo fue muy alto, pero todas y todos aquellos que ese 5 de diciembre estaban en ese espacio sentían que esta vez la democracia se restituía para quedarse
definitivamente.

Luis Rech recién se recibía de abogado. Recién, también, había cumplido sus 27 años. Iba quinto en la lista que encabezaba Ángel Roig por la Unión Cívica Radical. Las elecciones del 30 de octubre los habían proclamado ganadores junto a Raúl Alfonsín a nivel nacional.

Año particular para Rech, sensaciones mezcladas, pero sobre todo una. Una sensación en particular lo invadía por ese instante tan esperado: “Era un día de enorme expectativa. La mayoría de los concejales, por no decir todos, éramos concejales por primera vez. A esto agregale mis 27 años, tenía un susto terrible”, cuenta.

Se reinauguraba un período democrático. Pero no cualquiera. “Estaba, en ese momento, el recinto en su capacidad colmada. Estábamos inaugurando no solo nuestra actividad como concejales, sino que el país estaba saliendo de la muerte a la vida. Más allá de la sesión del Concejo Deliberante, era algo
que superaba la formalidad de la reunión”, recuerda.

- ¿Qué te acordás del principio de ese día?

- Era mezcla de alegría, responsabilidad y preocupación de que no vuelvan. Estaba todo eso presente en esas multitudinarias sesiones del Concejo. La sombra de los milicos generaba una preocupación primero, la responsabilidad era enorme. Éramos representantes del pueblo y había una cantidad de demandas insatisfechas, heridas producidas por la dictadura y violaciones a los derechos humanos.

Todo eso se juntaba ahí en el 83. Porque vos hoy, 40 años después, podés decir: “Estas son cosas que le corresponden al Concejo Deliberante, esta no, con relación a esto se puede dictar una ordenanza o no”. En el 83, digamos que se abrían las puertas de todo y el Concejo era la caja de resonancia de las
angustias y de los reclamos que habían sido reprimidos durante la dictadura. Entonces aparecía todo ahí y nosotros sentíamos una enorme responsabilidad de poder darle, en todo caso, algún curso a todo eso. El Concejo debía ser, al menos, el vehículo de acompañamiento de algunos casos o la herramienta para vehiculizarlo. Por supuesto que también estaba la preocupación por la dictadura. Sabíamos que estaban ahí dando vueltas, al punto de que muy poco después hubo dos intentos de carapintadas, en el 87 lo de Rico y el del 90, pero el pueblo se movilizó. En Mar del Plata hubo una gran movilización también. Ese riesgo estaba, pero lo importante era que habíamos recuperado la libertad, el estado de derecho, los distintos matices propios de una sociedad diversa. Era una instancia de gran responsabilidad y de una enorme alegría.

Todo era una fiesta cargada de enorme alegría. Banderas, bombos, cantos, lágrimas que trascendían los partidos políticos, los colores partidarios. Todos celebraban la recuperación de la democracia: partidarios, afiliados y aquel conjunto de la sociedad que no era afiliada a ningún partido también. El conjunto de la sociedad se sintió partícipe de esa recuperación. Rech agrega, “Así fue. Obviamente que hubo un abanderado que fue Raúl Alfonsín. Él interpretó mejor que nadie el reclamo de la sociedad, pero esta celebración era de todos. No importaba si eras de tal partido o de otro o de ninguno. Más allá de que nosotros estábamos especialmente contentos porque nuestro partido había ganado (la 3 de la 3), pero era una celebración que trascendía las cuestiones partidarias. Todos celebramos la recuperación de la democracia, ese fue el gran triunfo del 83, el conjunto de la sociedad se sintió partícipe de la recuperación democrática”.

-Roig no habló en la sesión preparatoria, se dio solo la jura y ahí terminó. ¿Te acordás si hablaron antes, si les dijo algo en particular?

- No recuerdo exactamente. Sí te puedo decir que nosotros estábamos en permanente contacto con Ángel Roig. Era uno de los referentes de la recuperación democrática en Mar del Plata. Yo personalmente, junto a otros correligionarios, estábamos en contacto con Roig todo el tiempo, aun
cuando estaba prohibida la actividad de los partidos políticos. Esto es más personal, que no hace al 10 de diciembre, pero la actividad política estaba prohibida por la dictadura y el radicalismo tenía que rebuscárselas para funcionar y lo hacíamos como Centro de Estudios Ricardo Rojas. Nos reuníamos
20 o 25 personas, con el comité cerrado, en la parte de atrás y esas reuniones las presidía Roig. Él era quien lideraba el partido en ese momento. Estábamos en contacto cotidiano, pero sabés que no recuerdo si antes de salir al recinto ese día tuvimos contacto con Ángel. No lo recuerdo, porque, aparte, tenía las emociones tan arriba que no te puedo detallar pormenorizadamente algo, porque era todo muy fuerte para mí y para todos. Para los 24 concejales fue un momento único, irrepetible. Después todo se fue normalizando, por suerte.

- ¿Qué se decía en aquellas reuniones prohibidas? ¿Cómo leían esas elecciones del 83, antes de los hechos y teniendo en cuenta la historia?

- En ese momento era una cuestión de correlación de fuerzas, de decir: “Bueno, si la democracia está fuerte, se va a mantener”. Si no estaba el riesgo de que estos sectores que tienden a interrumpir el orden constitucional aparecieran. Lo que nosotros veíamos como militantes del radicalismo, y de la
mano del fenómeno de Alfonsín, era que esto iba creciendo de una manera exponencial. Por ejemplo, yo participaba del Movimiento Renovación y Cambio y, dentro de él, en la Junta Coordinadora Nacional, que era la del sector juvenil de lo que era el alfonsinismo. Pero esto ocurría en todo el radicalismo, especialmente con Alfonsín, que era lo siguiente: nosotros pensábamos en una reunión de 50 personas, pero a esa reunión venían 100. Después pensábamos que, si vinieron 100 a la primera, ahora vendrían 120, pero venían 350. Entonces, era algo increíble. Ni hablar de los actos de Alfonsín en la
calle, superaban todos los cálculos y lo máximos de todo fue el cierre de campaña con un millón de personas en el obelisco. Todo eso también te iba dando fuerza y esperanza de que esta democracia que estábamos a punto de recuperar iba a continuar y se iba a fortalecer, porque, ya te digo, nosotros
veíamos que era una decisión del conjunto, no del radicalismo como partido mayoritario en ese momento y en esa elección. Obviamente que sabíamos de las acechanzas de los sectores que, hasta ese momento, en la Argentina preferían las dictaduras y que ese entramado no se iba a desarmar de la
noche a la mañana. pero estábamos confiados que esa fuerza de la sociedad, del pueblo, se iba a terminar imponiendo y la democracia consolidándose.

- ¿Y para la actividad próxima en el Concejo qué se proyectaba o qué imaginaban que iban a tener que hacer?

- Aprender. Primero había que armar todo de nuevo. Por ahí teníamos alguna referencia de alguien que venía de la época anterior, del periodo 73-76, pero nadie podía imaginar la magnitud de lo que ocurrió a partir del 10 de diciembre del 83. Porque todo el mundo, y con justa razón, tenía un reclamo de lo que fuere, violaciones de los DDHH o lo más duro, que eran las personas desaparecidas, o de otro montón de cosas: El Concejo Deliberante era una caja de resonancia de todo eso. Aparte de todo eso, estábamos nosotros con nuestras dudas, con lo que también estábamos aprendiendo, porque era un aprendizaje de, prácticamente, los 24 concejales: “¿Esto tiene que ver con la actividad del Concejo? No, pero tenemos que vehiculizarlo, y escuchar a todos y acompañarlos y sugerirles”. Fue una experiencia muy fuerte. A mí, en la vida política, fue la que más me marcó. Yo no sé si estuve a la altura,
pero sí que estaba comprometido de cuerpo y alma en esa situación. Era algo de todo el conjunto del pueblo, todos teníamos que aportar lo que podíamos para que esa democracia.

Luis Rech empezó a militar a los 17 años en su ciudad natal, Maipú. La vida lo llevó a ocupar ese quinto lugar de la lista por la UCR, en esas elecciones tan simbólicas e históricas de 1983. “Tuve el honor y la alegría de participar en la misma lista que encabezaba Raúl Alfonsín”, dice orgulloso.

Hoy, a 40 años de aquel año, nos cuesta imaginar que ese recinto era un lugar de depósito, que los pasillos que llegan hasta él estaban vacíos, en silencio. Que no había sesiones, discusiones, participación y “banca 25”. Fue un día de emociones fuertes que venían armándose, fusionándose a lo largo de todos esos meses. Cierra Rech: “Había un slogan de campaña que era muy ilustrativo del sentir de ese momento y que decía, ‘Más que una salida electoral era una entrada a la vida’. Y era así, se vivía así en todos”.

Una entrada a la vida que hoy cumple 40 años y vamos por más.