Los residentes armenios y el peso de la historia

La Asociación de Residentes Armenios de Mar del Plata se encuentra en 11 de Septiembre 3680. De los seis fundadores a tratar de aglutinar mayor cantidad de gente y así mantener el legado de los abuelos: no olvidar

Cómo es la historia de los residentes armenios en Mar del Plata.

16 de Marzo de 2024 13:39

La Asociación de Residentes de Mar del Plata fue fundada en febrero de 1988 por inmigrantes armenios y descendientes de ellos. Los seis socios fundadores fueron Garabed Garbis Hagopian, Avedis Hovhannessian, HumbertoTopolian, Aram Mardirossian, Esteban Boymouchakian y Hagop Demirdjian. “Se juntan ellos seis y en 1987 compran la casa donde está la asociación y poco a poco la fueron remodelando. Un poco empujados por los encuentros que se daban más en el verano, cuando venían de Buenos Aires. Funcionaba más en el verano porque era cuando más convocatoria tenía y ahora, más o menos, pasa lo mismo”, comienza diciendo Nichán Eduardo Guiridlian Guarino, miembro de la asociación.

Nichán es abogado y un aficionado a la historia. Por eso, rápidamente, da las razones: “Los armenios comienzan a llegar a la Argentina en razón del genocidio de 1915 a 1923. Muchos escapan en ese momento. O sea, en la década del 20 fue cuando empezaron a llegar y luego empieza una segunda ola fuerte en la década del 40 al 50. La gran mayoría se queda en Buenos Aires, que debe ser la sexta ciudad del mundo con mayor cantidad de armenios, y otro tanto se va a Córdoba. Los que vinieron en esa primera ola para los 40 o 50 ya habían progresado, entonces venían a veranear a Mar del Plata, pero eran pocos los que se radicaban. Los que llegan en la segunda ya empiezan a elegir Mar del Plata. Pero antes del 40 no había muchos armenios acá”.

Es decir que tenemos dos grandes períodos de emigración: uno en la década del 20 y otro entre el 40 y el 50 del siglo anterior. Después del 50, los que vienen de Buenos Aires se radican en Mar del Plata, incluso ya una segunda generación nacida acá, y eso provoca que empiecen a reunirse acá, sumándose los que venían de Buenos Aires, reuniéndose en casa de familias donde se bailaba, se comía y se jugaba al ajedrez o backgammon. Ya con 10 o 15 familias radicadas en la ciudad, es la hora de pensar en el Centro de residentes local.

“Aquellas eran reuniones donde se juntaban todas las familias. Ahora el problema que tenemos es que es difícil juntar a todos. Es increíble, pero, cuando organizamos una fiesta, la mayoría de los que vienen no son armenios. Estamos en esa etapa donde empezamos a juntar a los nietos o bisnietos de los armenios que vinieron de allá. De hecho, quedan pocos de los que emigraron también. Papá tenía tres años cuando salió de Siria y esa generación ya no está y entonces ya no tenés hijos, tenés los nietos y se va perdiendo mucho. ¿Cuántos hablan armenio hoy? Yo, de hecho, el que hablo es el que sé de memoria de la misa, pero lo demás no. Entonces estamos en un proceso de volver a aglutinar a la gente”, cuenta Nichán.

La situación no se repetiría en Buenos Aires. El número de asociaciones, colegios y lugares de encuentro de la colectividad evita estos inconvenientes. De hecho, hasta los matrimonios entre armenios se da con mayor frecuencia.



- ¿Extrañás esas reuniones, el contacto con los de la colectividad?

- Yo lo vivía más familiarmente, no tanto de la otra forma. Por ejemplo, los sábados a la mañana yo me iba con papá al centro y después él me dejaba con mis abuelos. Entre ellos hablaban en armenio, mi tía acotaba en turco y mi papá respondía en castellano, imaginate que yo vi conversaciones muy extrañas. Yo sabía que eran idiomas distintos, pero no entendía mucho. Después está el tema de la comida, yo me puse a cocinar de grande comida armenia, que sé yo, todo va mutando, depende de cada uno también para no perderlo. Yo recuerdo mucho a mis abuelos, tengo sus cosas, recuerdo muchas frases y cosas que te vienen de ellos o cosas que decís y pensás: “Esto lo diría mi abuelo o abuela”.

- ¿Cómo se llamaba tu abuelo? ¿Cómo era?

- Parsek Nechan Guiridlian era mi abuelo. Él nunca supo bien cuándo había nacido, no sabía si era en 1912 o 1913, o sea, tenía más o menos 3 años cuando empezó el genocidio. Él me contaba que vio las cabezas de los vecinos colgadas en las sogas de colgar la ropa. Tremendo a esa edad. Él se salva porque un hermano de mi bisabuela había quedado del lado francés, entonces cruza y los va a buscar. Mi bisabuela había quedado viuda y con hijos. Él siempre me contaba que el primer par de zapatos enteros y nuevos que tuvo se lo dieron los jesuitas. Yo de todo esto no me puedo olvidar, siempre me lo digo...

- ¿Cómo recordás que él recordaba todo eso? ¿Cómo lo hablaba?

- Mirá, lo que te puedo decir es que mi papá trata de no hablar de eso. Papá no habla y mirá que él no lo vivió porque era muy chiquito cuando salió. Yo me acuerdo de cosas puntuales que me contaba mi abuelo, eso de las cabezas, por ejemplo. Otra cosa es una frase que papá recuerda también: “Lo que yo viví en mi vida ustedes no lo van a vivir nunca, lo que yo vi ustedes no lo van ver nunca”, pero no decía qué. Después recordaba bombardeos, las sirenas permanentes. Él decía que le costaba sacarlo de abajo de la mesa a mi tío, que tenía cinco años, porque se metía ahí y se ponía por miedo. Otra cosa que recuerdo que hacía mi abuelo era el 24 de abril llamarlo a mi papá y decirle: “Hoy no vas a abrir el estudio, tenés que cerrar. Y vamos al acto y vamos a la misa”. Esas eran esas cosas que cuando sos chico te quedan, el legado de mi abuelo es eso. Yo voy al centro armenio por eso, mi abuelo tanto machacó que no se pierda y yo lo intento. Después lo ves con el tiempo. Por eso es molesto que se niegue el genocidio, fue el primer genocidio del siglo XX que sigue sin aclararse y los tipos que lo perpetraron son los primeros en negarlos.


- ¿Sabés cómo fue que eligió la Argentina para venir?

- En razón del genocidio, un tío de mi abuela había venido a la Argentina y hacía diez o quince años que ya estaba acá. Le había ido muy bien, tenía una sastrería y tintorería en Palermo. Entonces él le manda los pasajes, nadie podía pagar allá un pasaje para salir. Entonces se lo manda de acá. Mi abuelo viene en un avión turbohélice y estuvo como dos días en el aire para llegar. Luego dijeron que faltaban talleres mecánicos en Mar del Plata y se vino para acá. Él no fue de los seis que fundaron el centro, pero se acercó y participó.

Nichán sigue esa corriente, aceptó el legado de su abuelo. No perder ese contacto con lo suyo, con su historia y sus antecesores. La Asociación de Residentes Armenios de Mar del Plata, cada 24 de abril realiza una sesión especial en el Concejo Deliberante conmemorando aquel 24 de abril de 1915, cuando las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul, para que luego una orden del gobierno central estipulara la deportación de toda la población armenia, que no contaba con los medios para subsistir, a través de zonas desérticas. Esto fue mucho antes de la acuñación del vocablo genocidio, pero dadas las características que conlleva, hoy se lo considera el primer genocidio moderno.