Tráfico ilegal de clítoris: se usa para pociones de dinero, amor y puestos políticos
Costa de Marfil se ve afectada por el comercio ilegal de este órgano femenino y la problemática parece cada vez más profunda.
Por Redacción 0223
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En las sombras de Costa de Marfil se esconde un comercio macabro. El tráfico ilegal de clítoris femeninos ha alcanzado proporciones alarmantes, convirtiéndose en un lucrativo negocio para aquellos que explotan creencias supersticiosas y la vulnerabilidad de las mujeres.
"Se utiliza para preparar pócimas de amor, conseguir dinero o acceder a altas funciones políticas", reveló Labe Gneble, director de la Organización Nacional para la Infancia, la Mujer y la Familia (ONEF). Esta práctica atroz, prohibida por ley desde 1998, persiste en la clandestinidad, desafiando todas las normas morales y legales.
En el mercado negro, un clítoris disecado y pulverizado puede alcanzar precios de hasta 127 dólares. Los hechiceros y brujos aseguran que estos restos tienen propiedades mágicas y los utilizan para elaborar pociones que prometen amor, riqueza y poder. "Cuando cortan el clítoris, lo dejan secar durante un mes o dos" y luego "lo aplastan con piedras", explica Moussa Diallo, un ex practicante de esta atrocidad. El polvo resultante se mezcla con otras sustancias para crear pociones que son vendidas a quienes buscan un atajo hacia la felicidad o el éxito.
Las principales víctimas de este comercio son niñas y mujeres, sometidas a la mutilación genital femenina en nombre de tradiciones ancestrales. Esta práctica cruel, además de causar un dolor físico y psicológico inmenso, tiene graves consecuencias para la salud, incluyendo infecciones, esterilidad y complicaciones durante el parto.
"La venden por unos 100.000 francos CFA si la mujer es virgen", reveló Diallo, lo que se traduce en alrededor de 169 dólares. A pesar de que el tráfico de clítoris es un delito grave, las autoridades tienen dificultades para combatirlo. La práctica está arraigada en creencias culturales profundas y muchos habitantes temen denunciar a quienes la realizan. Además, la corrupción y la falta de recursos dificultan la aplicación de la ley en las zonas rurales.
"La gente no da información sobre cosas sagradas", se excusa el teniente N'Guessan Yosso. Esto permite que el comercio de clítoris continúe floreciendo en las sombras.
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