"La estrangulé y la prendí fuego": hallaron un cuerpo calcinado y lo delató un pastor evangélico
El cadáver quemado fue encontrado en un microbasural y, por el crimen, detuvieron a dos sospechosos.
Por Redacción 0223
PARA 0223
El hallazgo de un cuerpo calcinado en un microbasural de la ciudad rionegrina de San Antonio Oeste provocó conmoción: un testigo vio el cadáver en llamas y llamó de inmediato a las fuerzas de seguridad, lo que desató una rápida investigación. Algunas horas después, dos hombres fueron detenidos y la Justicia decidió imputarlos por femicidio. En principio está previsto que permanezcan en prisión preventiva durante cuatro meses, mientras avanzan las pericias.
El magistrado Favio Corvalán, quien presidió la audiencia llevada a cabo en Viedma, consideró que las pruebas son contundentes contra los acusados: hay restos biológicos, personas que los vieron trasladar un carro con un bulto sospechoso y una confesión espontánea a un pastor evangélico. Según se conoció en las últimas horas, todo comenzó en la casa de Bienvenido Benítez Bravo (40), alias “el Paraguayo”, en una toma de terrenos cerca del Club Hípico y las vías del tren.
El Ministerio Público teorizó que allí se realizó una reunión con mucho alcohol, en la que habrían participado varios individuos, incluida la víctima. En un momento de la noche, la mujer fue atacada, estrangulada y envuelta en una sábana. Para deshacerse del cuerpo, Benítez Bravo y su cómplice, identificado como Raúl Ángel Federico Rojas (31), la trasladaron en un carro hasta un descampado cercano y le prendieron fuego.
Los vecinos declararon haber visto a los sospechosos empujando un vehículo con armazón en el horario del crimen, y el dueño del rodado confirmó que se lo había prestado a uno de los presuntos atacantes el día anterior. Además, en la casa del Paraguayo se secuestraron ropa con manchas sospechosas, celulares, una sábana quemada y un profiláctico, una serie de elementos que serán peritados.
Los perros de la Policía fueron directamente desde el lugar del descubrimiento del cuerpo hasta la vivienda del principal acusado. Sin embargo, lo que terminó de hundir a Benítez Bravo fue su propia confesión a un religioso. En base a lo indicado por el prelado, el sujeto se le acercó en la plaza Centenario, borracho y con visible angustia, y le comentó: “Me siento mal porque maté a una mujer. La estrangulé, la envolví en una sábana, la tiré al costado de las vías y la prendí fuego”.
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