Ganó 100 millones en el Casino y le dijeron que fue por un desperfecto técnico: con cuánto dinero lo "compensaron"

El albañil no pudo recibir el premio y su demanda tuvo un desenlace inesperado.

La máquina tragamonedas y un impactante resultado.

7 de Julio de 2025 11:44

Por Redacción 0223

PARA 0223

Antonio Miranda es albañil, tiene 57 años y vive en Comandante Luis Piedra Buena, provincia de Santa Cruz. Hace exactamente tres años, ganó el equivalente a 750.000 dólares con una apuesta en el casino de Río Gallegos, pero el casino puso una excusa y se negó a pagarle, ofreciéndole un año más tarde una “compensación” equivalente a menos del 1% de lo que había ganado.

La jugada de los 100 millones

El 7 de julio de 2022 al mediodía, tras hacer unos trámites en el centro de Río Gallegos, Antonio Miranda, nacido en Formosa y radicado en Santa Cruz, entró unos minutos al Casino, algo que acostumbraba hacer. Con los $6.000 que tenía en el bolsillo, se sentó frente a la máquina tragamonedas de siempre.

Diez jugadas después, entre sonidos estridentes y luces de colores, la máquina le informó que había ganado $100.000.000, el equivalente a 756.000 dólares de entonces, según la cotización del Banco Central (132 pesos por dólar) de aquella fecha. Entre las lógicas felicitaciones de todos los que estaban en la sala, incluso recibió la de un trabajador que le avisó que enseguida le iban a pagar. No fue así.

En cambio, apareció la jefa de sala y le dijo: “La máquina está defectuosa”. “No se hará el pago porque tiene un desperfecto técnico”, argumentó la mujer frente a la impotencia del hombre. Otro apostador del casino, uno de los que estaban allí felicitando a Antonio, le dio un consejo clave: que le sacara una foto a la tragamonedas mostrando el premio, antes de que la reiniciaran y borraran todo.

Ese día, el casino solo le pagó $6.500, el saldo que figuraba a favor de Antonio en la máquina que supuestamente andaba mal y que, como había augurado el otro apostador, apagaron de inmediato.

Antonio Miranda en el Casino de Río Gallegos.

Después de 14 meses, con el asesoramiento de un abogado, Miranda fue a la Justicia y exigió lo obvio: cobrar lo que había ganado en buena ley, ya que no había manipulado el sistema. Según Gustavo Insaurralde, el abogado que lo representó, el Casino nunca tuvo un argumento para explicar por qué e premio no era válido.

Solo le repitieron que era “imposible que la máquina pagara ese premio”, y que ese valor estaba muy por encima de lo que solían abonar habitualmente las tragamonedas. La oferta del Casino para que Antonio desistiera del juicio fue ridícula: $200.000, es decir, menos de un 1% (exactamente, un 0,2%) de lo que había ganado. No le quedó otro camino que avanzar con la demanda.

Luego de eso, más tragedia para Antonio. Sufrió un accidente, perdió su empleo, tuvo que empezar a vivir de changas, se enfermó su mamá y tuvo que quedarse cuidándola en Piedra Buena, y la plata ya no le alcanzaba.

Tenía las fotos de la máquina y el premio, testigos que acreditaban el hecho, datos de un allanamiento que constató que habían borrado las filmaciones de las cámaras del momento en que Antonio ganó y que directamente habían sacado la cámara que apuntaba a aquella máquina. Pero no tenía tiempo. “Aunque contábamos con pruebas sólidas para ganar el juicio, sabíamos que podíamos llegar a demorar entre siete y ocho años”, explicó Insaurralde.

El acuerdo final

Un día antes de la primera audiencia, el casino hizo una oferta más alta que aquella de los absurdos 200 mil pesos, “aunque lejos de los $100 millones”, confirmó Insaurralde. Antonio, urgido, aceptó la suma y otras condiciones leoninas impuestas por el Casino: no puede revelar la cifra, no puede hablar con la prensa, ni siquiera se puede hacer alusión a porcentajes, y además cobró en cuotas.

El casino, en su descargo, insistió en “el afán de intentar hacerse acreedor de una suma exorbitante de manera ilegítima y no correspondida”, sin argumentar por qué habría de haber sido así.

En medios locales como lmneuquen.com contaron que Antonio, cuyo sueño era tener la casa propia, solo pudo pagar un terreno en Piedra Buena. Que sigue trabajando y que poco después del acuerdo extrajudicial, su mamá falleció. Si la “falla en el sistema” fue verdadera o una excusa para no pagar, al día de hoy no se sabe.