La (meritoria) batalla contra Aldrey no suplanta la gestión

Arroyo dio pasos firmes para acabar de una vez por todas con la influencia del dueño de La Capital en Mar del Plata. Sin embargo, hay otros aspectos de su gobierno que demandan la misma contundencia.

La foto de Aldrey Iglesias y Héctor Magenetto circuló por redes sociales días atrás. ¿Será cierta?

17 de Febrero de 2016 22:54

La tensión entre el intendente Carlos Arroyo y el empresario Florencio Aldrey Iglesias se percibe desde la campaña electoral, cuando el multimedios publicaba todo lo que encontraba en contra del candidato de Cambiemos y el entorno del actual jefe comunal le apuntaban a Aldrey por ser el “jefe de campaña de Pulti”. Aunque algunos presagiaban que con el resultado puesto (este periodista incluido), las partes irían acercando convenientemente sus posiciones, lo cierto es que desde el 10 de diciembre hasta hoy, Arroyo dio muestras de no estar interesado en recomponer esa relación.

Sin embargo, hasta ahora Arroyo le había pegado a Aldrey en su moral, en su ego o lo había incomodado al obligarlo a poner un cartel mínimo en el imponente Paseo Aldrey. Este lunes le pegó donde más le duele: en el bolsillo.

La decisión del intendente de anular un decreto firmado por Gustavo Pulti pocos días antes de abandonar el poder le generará al dueño del multimedios La Capital un dolor de muchos ceros. Aldrey Iglesias deberá pagarle a la comuna las tasas por habilitación de Comercio e Industria, Inspección de Seguridad e Higiene y por derechos de Publicidad y Propaganda.

Lo más curioso del caso fue que el decreto de Pulti, firmado a fines de 2015, eximía de estas tres tasas desde 2008 y por 10 años. Es decir, desde que Aldrey se quedó con la adjudicación. En rigor lo que hizo el exintendente fue disfrazar una condonación de deuda como una eximición de un impuesto que nunca pagó.

“Nos va a llevar un tiempo determinar cuál es el monto, porque el decreto no especificaba nada. Hay que calcular lo que debe por todos estos años, agregarle punitivos y otras cuestiones técnicas que llevarán unos días”, contó una fuente del Ejecutivo.

La decisión de medir fuerzas con Aldrey Iglesias, que todavía no está derrotado ni mucho menos, es saludable para Mar del Plata, ya lo hemos dicho desde este espacio. Sin embargo, el intendente no debe perder de vista que no puede convertir esa batalla en su leitmotiv. Corre el riesgo de caer en un error en el que incurrió el kirchnerismo a lo largo de su extensa batalla con el Grupo Clarín: olvidarse de que a la gente le preocupan otros temas: la falta de empleo, los robos, los baches.

Somos muchos los que celebramos que de una vez por todas el empresario deje de marcar el pulso de Mar del Plata. Todo evento, inversión o persona que tenga en mente la ciudad como destino debía sí o sí pasar por el Hermitage antes que cualquier otra cosa. Ese combate, no obstante, no puede ser la respuesta a todo.

Sería deseable que esa misma firmeza que exhibe con acciones concretas en la batalla con Aldrey la mostrara en su combate a la patota nazi que preocupa a Mar del Plata, por caso. Sus declaraciones están lejos de la contundencia. Sostuvo en un medio local que se trata de “un delito como cualquier otro”. Pocas horas después, acomodó su discurso y se mostró más enjundioso en su repudio. No es la primera vez que hace eso.

Pero más allá del discurso, lo que más preocupa es la tibieza de sus actos. Le apuntó a la Justicia porque es la responsable de reprimir este tipo de hechos. ¿Cuán difícil es para el intendente de Mar del Plata reunirse con la fiscal para conocer la situación de las causas judiciales y pedirle en la cara que tome el asunto como una prioridad? 

Arroyo lleva apenas dos meses en el poder, es muy poco tiempo para juzgar su gestión al frente del municipio. Pero es tiempo suficiente para remarcar que está marchando a contramano de muchas cosas que prometió en campaña y luego de asumir. La acefalía en la Secretaría de Seguridad es una de ellas. Y especialmente si la persona que más se le asemeja a un titular del área es el mismo que fue destrozado por su trabajo hasta hace pocos meses. Fernando Telpuk se ganó la confianza del intendente en estos 70 días, pero es cuanto menos desprolijo que hasta hace poco tiempo haya sido blanco de las críticas de Arroyo.

Ya se lo dijo a 0223 y parece que desde entonces no cambió de parecer: el jefe comunal no cree conveniente nombrar a un reemplazante de Julio Razona, que renunció con un halo de escándalo. Sin embargo, en su entorno deberían remarcarle que sí es necesario, indispensable. No alcanza con buenas intenciones para manejar un distrito como General Pueyrredon: hace falta equipo.

El tema de los polideportivos también es un paso en falso. El intendente garantizó la continuidad del incipiente plan de la gestión anterior. El anuncio del presidente del Emder, Guillermo Volponi, de establecer una colaboración solidaria de 50 pesos mensuales todavía es difuso. De hecho, Emiliano Giri, presidente del Ente de Turismo, dijo que esa plata sería para la realización de una revisación médica. Tal vez podrían barajarse otras opciones. Hay una ordenanza (no de la actual gestión, por cierto) que exime del pago de los escenarios municipales a los equipos con representación nacional (Aldosivi, Alvarado, Peñarol, Quilmes, etc), mientras la aspiración es que la ciudadanía aporte 8 millones de pesos para sostener los polideportivos barriales.

Otro punto es el desempleo. Arroyo prometió reducirlo (anunció “pobreza cero”) y trajo para eso a Héctor “Toty” Flores para alcanzar esa ambiciosa meta. “Es el funcionario más importante de todos”, dijo en la pomposa presentación. Hasta hoy no se conoce ninguna medida del dirigente de La Matanza para promover el empleo.

Arroyo tomó decisiones firmes para quitarle influencia a la figura de Aldrey Iglesias. Todavía tiene crédito, pero debe comenzar a mostrar la misma firmeza en otros aspectos de su gestión y no creer que enfrentarse al empresario al que nadie se enfrentó le dará inmunidad.