Delia, 100 años y un amor

0223 estuvo en un cumpleaños muy especial y te cuenta la historia de esta bisabuela que un día, estando de vacaciones en Mar del Plata, conoció al amor de su vida.

24 de Agosto de 2014 09:38

Delia se mostraba feliz. Sabía que alrededor suyo había alboroto. Y no era para menos: ¡era su cumpleaños número 100! Pero ella, con una sonrisa lo relativizaba. “Hay mucha gente que llegó a esa edad”, decía e incluso daba como ejemplo a su madre, que llegó a los 105 años. Como si fuera un simple trámite...

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Hace 100 años el mundo estaba convulsionado: la gente no salía de su asombro por las primeras bajas de la Primera Guerra Mundial y en Argentina el Gobierno se reacomodaba tras la muerte del presidente Roque Saenz Peña. Y mientras todo eso acontecía, en un lugar de Avellaneda nacía un 22 de agosto, Delia Rosa Cerisola.

Ya de joven, Delia vino a vacacionar a Mar del Plata y su vida cambió para siempre: conoció a Benancio Genga.

Yo me enamoré de la ciudad y de él. Así que al año nos casamos. Y desde ese momento nunca más nos separamos. Formamos un matrimonio muy feliz. Nunca discutimos”. “Ahora los matrimonios se pelean mucho. No duran nada. Antes había más paciencia y ahora los jóvenes no la tienen. Y si llegan a juntarse duran poco. En el matrimonio hay que respetarse el uno al otro. Esa es la clave”, explicó como si se tratara de una fácil fórmula.

En cada relato, a veces sin tener alguna relación, Delia vuelve a nombrar a su marido, que falleció en el 2002 a los 92 años de edad. Lo menciona cuando iban a las fiestas del club Kimberley, y “a pesar que a él no le gustaba el baile, siempre me acompañaba”. O cuando en uno de sus habituales paseos por el centro de la ciudad, sin darse cuenta, se puso a hablarle a un desconocido, creyendo que era él, “mientras mi marido estaba en la esquina riéndose”, contó con emoción.

En un viernes gris de invierno, mientras mira al mar a través de uno de los grandes ventanales del hogar de ancianos “Bonavista”, recuerda con nostalgia la ciudad en los años 40, cuando iba a buscar a Benancio, que trabajaba en una de las ruletas del Casino. De regreso a casa y de a pie, cruzaba la Plaza Mitre de noche y “uno podía pasear tranquilo y con nada que temer”. “Se vivía bien, mejor que ahora”, dijo Delia.

Luego llegaron sus hijos Mirta (71) y Alberto (69) que años después les dieron nietos (Martín, Pablo y Gustavo) y bisnietos (Fausto, Benjamín y Canela). Tras la muerte de su marido, hace ya 12 años, el reuma empeoró las cosas y desde hace 3 años que está postrada en una silla de ruedas. Ahora la familia y los recuerdos de un pasado mejor iluminan su rostro.

Y luego de una sorpresiva aparición de una torta de cumpleaños, realizada con amor por el personal del geriátrico, sopla como una nena su velita número 100. Entonces, toma del brazo a este cronista y le pregunta si está casado. Y ante la respuesta afirmativa, le aconseja: “para un matrimonio duradero, lo mejor es hacer una vida sana y en familia. Esa es la clave”, dijo Delia Rosa y me agradeció la visita. 

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