Películas para doblarse de la risa
Inaugura hoy la 1º Muestra internacional de cine de comedia Funcinema, en el Museo MAR. Leé la programación completa y el análisis del crítico Mex Faliero, uno de los organizadores.
Por Redacción 0223
PARA 0223
Reírse, a carcajadas o como sea, pero reírse. Y reflexionar, lógico: la incorrección política ante todo. He ahí el objetivo principal de la 1º Muestra internacional de cine de comedia Funcinema que comienza hoy a las 14:00, en el Museo MAR (Av. Camet y López de Gomara). Se extenderá hasta el sábado 20 con entrada libre y gratuita, sólo hay que estar una hora antes de cada proyección en el hall del museo.
El jueves 18 se proyectarán cortometrajes exclusivamente; el viernes 19 habrá mediometrajes y el sábado 20, la jornada más extensa, se verán largometrajes. En total, la grilla propone más 23 piezas, todas bajo el mismo género. El crítico Mex Faliero explica que hubo dos motivos para organizar la muestra. Por un lado, los integrantes del staff de Fancinema –todos fans de la comedia– estaban entusiasmados por concretar un proyecto de estas características. Y por el otro, sabían que hay muy pocos festivales dedicados a la comedia en el mundo. “Está plagado de muestras y festivales de cine, nosotros buscamos una singularidad, algo distintivo que convoque y que pueda ser visto como original o novedoso. Fundar un espacio así es muy emocionante para nosotros”, dice.
La selección de material comenzó con un trabajo virtual de hormiga, se contactaron con directores y productores de las películas que se repetían de festival en festival, las premiadas y también las que eran referenciadas positivamente en medios internacionales. También chequearon tráilers y críticas. Eso les dio un piso de material y de calidad que se completó con la convocatoria. En poco más de dos meses llegó material de distintos países que fue cuidadosamente seleccionado. Mex se muestra sorprendido por el alcance que lograron, en especial porque se trata de la primera edición. “Que un director británico te mande sus dos mediometrajes por correo sin mediar ninguna solicitud especial, es sin dudas gratificante”, apunta.
- ¿Por qué es tan difícil hacer una buena comedia?
- Si lo pensás desde un punto de vista universal y no regionalista, es el género más difícil. Si hacés una comedia sobre dos porteños tomando mate, seguramente muchos porteños que toman mate se sentirán identificados y desde ahí ya los tenés en el bolsillo como público. Pero ¿qué le pasa a un sueco con eso dos porteños que toman mate? El drama cuenta con elementos genéricos más generales: salvo contadas excepciones, todos lloramos si se nos muere una abuela o el perro. Es decir, existen millones de sentidos del humor, de modos de hacer comedia y de formas de asimilar la comedia. Y no es una cuestión regional o racial, también un señor mayor se ríe de otras cosas de las que se ríe una nena, aunque los dos sean checos. Con todo esto quiero decir que es un género lanzado a un público para nada homogéneo, y que encima tiene que contar con que vos ese día tengas el humor necesario como para reírte de eso que te proponen. Son demasiadas variables. Y, claro, tengo que reconocer que también alguna gente que hace humor piensa todo lo contrario: cree que hacer reír es una pavada y que la gente se ríe con cualquier cosa. La risa es un efecto, es el punto final de una emoción construida desde lo intelectual. El cualquierismo le ha hecho muy mal al género.
- ¿Qué tiene que tener una buena comedia? ¿Qué la define?
- Fundamentalmente timing, que es algo como muy abstracto, pero que la define. El timing a la comedia es lo que la química a las películas románticas. Hay tipos que tienen timing físico (Keaton, Tati, Lewis, Carrey, Chaplin) y otros que tienen timing verbal (Allen, Sordi, Ferrell, Stiller): el choque del físico o de las palabras en perfecta sincronía con el tiempo de una secuencia o diálogo, es lo que termina por construir un buen chiste. Y el encuadre, la forma del plano, es importante: la comedia a lo Woody Allen no funcionaría sin esas cámaras en mano que van acompañando un diálogo. Pero la comedia no es sólo chiste, y resulta fundamental que ofrezca una mirada moderna sobre el mundo: ver el rol de las mujeres en la screwball comedy del Hollywood clásico es un ejemplo. Porque está esa máxima que indica que si la comedia no discute al poder o a cierto status quo, no es comedia. Y ahí tenés otros ejemplos como los Monty Python, que posiblemente no tengan el timing en el sentido clásico, pero que funcionan por su nivel de ironía y ruptura formal.
- ¿Por qué creés que en Argentina se produce poca comedia?
- Se produce pero lo que se hace es bastante malo. Salvo El secreto de sus ojos, si uno mira bien, cada éxito del cine nacional de los últimos años va por el lado de la comedia: las otras películas de Campanella, las de Suar, el Francella de Corazón de León, Un cuento chino, los Bañeros, e incluso películas como Nueve reinas o Relatos salvajes tienen su vínculo con la comedia, más negra, pero comedia al fin. Está claro que cuando el público argentino elige ir a ver masivamente una película nacional, tiene que ser comedia… o con Darín. La gente “se quiere reír” como dicen los conductores de la radio. El inconveniente es que esa comedia, ese humor, está tomado por el imaginario que construyen las tiras de Pol-Ka o Telefé (nuestro público es muy televisivo, en el mal sentido). Y es un humor paternalista, costumbrista, grotesco, muy pobre desde un aspecto formal. Y ni qué decir desde un aspecto reflexivo o político. Tengo una opinión muy antipática, y es que el problema de la comedia argentina es el público: aquello de lo que se ríe esa clase media que tiene 60 mangos para pagar una entrada, y que es la que termina edificando ese imaginario que el cine avala para no perder público. El cambio está ahí.
- ¿Qué es el sentido del humor?
- En apariencia resulta bastante abstracto, pero no lo es tanto. Es la capacidad individual que tenemos para tomarnos en solfa aquello que es monolítico, que no admite discusiones. Y, fundamentalmente, es una forma de perdernos el respeto a nosotros mismos, porque el sentido del humor empieza por casa. Obvio que no hay nada más monolítico y preclaro que nosotros mismos, pero aprender a aligerarse, a ridiculizar nuestros procederes y nuestras ideas, dejar de tomarnos tan en serio, es también una gran forma de ser mejor persona.
- ¿Cómo se mide el buen uso del sentido del humor en una comedia?
- Si lo pensamos en función de aquella idea, de que el sentido del humor es tomarse en solfa lo que no admite discusiones, podríamos decir que una buena comedia tiene que saber delimitar su campo de acción. Porque tampoco tener sentido del humor quiere decir que me puedo mofar de todo con saña. Puedo reírme de algunos extremos a los que llega la corrección política, por ejemplo, pero no puedo reírme de un gordo o de un homosexual como lo hace Emilio Disi en los Bañeros sólo por el hecho de que son gordos u homosexuales. Si nos paramos desde el lugar que la comedia es comedia cuando se pone del lado incorrecto del sistema, burlarse de minorías o de aquellos desamparados por ese sistema, es una de las cosas más canallas que puede hacer una comedia o un comediante.
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