Isabel y Abdul Peralta: "Corre porque es su vida"

Son los padres de Marita, que a los 38 años correrá el maratón olímpico por segunda vez, tras la presencia en Londres 2012. 

Momento cúlmine, tras cruzar la meta en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Durante su último entrenamiento en Mar del Plata, antes de Río.
Sus hijas, imitando a su madre. ¿Hay futuro?
5 de Agosto de 2016 09:16

De los cinco atletas marplatenses, es la única que repetirá una participación olímpica. María de los Ángeles Peralta, a los 38 años, despedirá una estupenda carrera deportiva participando del maratón de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, el domingo 14 por la mañana. Y a la distancia, tendrá una familia detrás alentando, en el barrio Hipódromo donde nació y vivió gran parte de su vida. Isabel y Abdul, sus queridos padres, recibieron a 0223 en la vivienda donde Marita nació, y donde la decoración principal es una vitrina repleta de fotos y trofeos de la maratonista. 

Debajo de su boina, con una amabilidad que está en vías de extinción, Don Abdul tomó la palabra para contar los inicios de la carrera de la marplatense olímpica, que tuvo sus anécdotas: "Comenzó en Apand. Habían corrido un montón de chicas del colegio, y entró tercera. Ella quería seguir corriendo. Entonces fuimos al campo de deportes, preguntamos a dos o tres profesores, me consultaron la edad, les digo que tiene 8 años y me dicen ´ah no, es muy chiquita`. Me agarré una desilusión... Le comenté a María que no podía. Pero cuando salgo lo encuentro a Barceló (Alberto, desaparecido atleta), a quien conocía desde la infancia pero hacía 20 años que no lo veía. Le comento lo que me pasó, y me dijo `traemela mañana´. ¿Recordás, vieja? Y fuimos. Así empezó", recordó el padre de María de los Ángeles Peralta. Seguramente no imaginaba entonces que su hija lograría 23 títulos nacionales, batiera 31 récords entre locales y provinciales, disputara Mundiales, Sudamericanos, y dos Juegos Olímpicos, nada menos.

"Siempre me acuerdo que como a los 9 años, vino Toledo como sponsor, le hicieron la ropa, todo. Pero el Dr. Jorge De la Canele me dice `no, con sponsors no se puede venir acá`. Me agarré un caño yo... Le sacamos esa ropa. Después la dejaron" agregó este jubilado de la Empresa Papelera Mar del Plata..

Para Abdul, Marita era muy calma en la niñez, a diferencia de sus hermanas: "Era inquieta pero buenita como ahora. Va, para todos los padres los hijos son buenos...", sonríe. Con los años, la deportista de la familia fue superando objetivos: "La emoción más grande fue cuando viajó a Corea con 18, 19 años. Fue lo más emocionante para mí. Después uno se acostumbra. Hay gente que ha llorado delante mío, y me preguntan si soy el padre... Yo jamás la alenté. Mis hermanos no podían ir, "no la voy a ver a Marita porque me descompongo de emoción", decían".

Otra anécdota que cuenta papá Peralta: "Yo aún de grande la acompañaba en bicicleta cuando salía a correr por  el barrio. Pasaba por el hipódromo, hasta Juan B. Justo, 180. Corría tanto que yo me cansaba en la bicicleta por el terreno medio desparejo de las calles, pero ella no. Pegábamos toda la vuelta", reseña.

Isabel asiente cada palabra de su marido, y se emociona cuando él menciona un pedido que le hizo a Marita: "Hace 4 años le dije `hija, no quiero que corras más`. Y ella me responde ´papá, esto es mi vida´. Nunca más le voy a decir nada, viste... ´yo no corro por la plata ni nada, corro porque es mi vida´. ¿Qué le puedo decir después de eso?", y los ojos se le ponen vidriosos.

Al costado de esta pareja, observa en silencio y con atención Belén, sobrina que fue criada desde niña por Marita, y que hoy suele cuidarle a la atleta a sus dos hermosas hijas, Maia y Ainoa. Cuenta que una vez su tía la quiso acercar al atletismo, y que Leonardo Malgor la pasó a buscar hace muchos años en un Falcon amarillo para ir a correr a la Laguna de los Padres. Pero no le gustó para nada.

Se viene la segunda participación olímpica de Marita. Isabel y Abdul seguirán la carrera por TV, en la casa que no quieren abandonar pese a la insistencia de su hija: "El barrio está medio embromado, pero cuando la reconocen la gente vienen a sacarse fotos con ella. Viene a comer dos veces por semana. Ella sale y no tiene problemas con nadie", sostiene. "¿Sabés cuántas veces me he ido al trabajo sin dormir cuando me tocaba llevarla de noche al campo de deportes? Pero lo hacía con gusto. Y hoy tenemos esta recompensa", cierra don Peralta, con un gran orgullo que le infla el pecho a más no poder.