Silvina Casetta: "Desde el cielo, mi esposo corre a la par de ella"

A los 21 años, Belén Casetta correrá en Río los 3.000 metros con obstáculos. Su madre abrió el corazón, recordó sus inicios y contó situaciones emotivas vividas tras el fallecimiento de su esposo, el año pasado.

Casetta besa la pista del estadio Engenhao de Río, en mayo, cuando logró la marca para los Juegos Olímpicos.
Casetta ante 0223, en un alto de su entrenamiento en la pista panamericana.
5 de Agosto de 2016 09:06

El sábado 13 de agosto, a las 9:30, Belén Casetta vivirá el momento más importante de su corta carrera: correrá en la prueba de 3.000 metros con obstáculos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, sobra la pista azul del estadio Engenhâo y ante los ojos del mundo entero. La marplatense de 21 años cumplirá el sueño de todo deportista, y después de superar un duro trance personal que puso a prueba su temple de hierro.

En este especial de 0223 llamado "Padres olímpicos", Silvina, madre de la atleta, recordó los inicios de Belén, mostró su felicidad por este presente, y abrió su corazón e intimidad para contar situaciones muy fuertes y especiales vividas desde el fallecimiento de su esposo Edgardo, en junio del año pasado, tras luchar contra una enfermedad terminal. Un padre vital en la carrera de Casetta, que antes que nadie vio a su hija en Río de Janeiro. Y que desde algún lejano lado, todavía se hace sentir presente.

Pero antes, Silvina, que se desempeña como docente, contó cómo vivió aquel 14 de mayo pasado cuando su hija obtuvo la marca clasificatoria a los Juegos, justamente en el Iberoamericano desarrollado en Río de Janeiro: "El enlace de internet que nos pasaron no funcionaba bien. Así que íbamos del estudio al living mirando la televisión a ver si Bonadeo pasaba algo por la tele, aunque estaban con otra cosa. En un momento, mi hija más chica, ve que enfocan a Belén, salgo corriendo y ahí me di cuenta", rememora con una sonrisa. "Se me cruzaron varias cosas. No recordaba ni el tiempo que tenía que hacer. Solo cuando ella besa la pista y Bonadeo habla, ahí recién caí y dije `¡hizo la marca!`. Siempre ella decía que estaba lejos del objetivo, pero nada es imposible", agrega la madre de Belén.

Un afiche en el colegio, el inicio de todo

Belén Casetta fue siempre una niña "hiperactiva, de trepar los árboles, andar en bicicleta. Jamás de mirar mucha televisión o usar la computadora", describe Silvina. Por tal motivo, los profesores de educación física tanto del jardín como de la escuela advertían a sus padres que la lleven a practicar algún deporte porque se destacaba. Así comenzó a jugar al tenis: "tenía cualidades, le iba muy bien, pero era un deporte caro y en ese momento se nos hacía pesado con mi marido", reseña la madre.

Hasta que un día, a la salida del colegio, un afiche del clásico Mini maratón de Apand le llamó la atención a Edgardo: "Él le dice ´mirá, Belén´, y ella responde ´voy a correrlo, papá´, a lo que mi marido le advirtió que se tenía que preparar. Así fue que él mismo la comenzó a entrenar todos los días a cuadras de nuestra casa, en la placita José Hernández. Que fuerza de brazos, que pasamanos..., así empezó", recuerda la progenitora de la atleta. Llegó el día de la carrera, en el estadio "Justo Román": "Fuimos con toda la familia. Una gran emoción. Y Belén ganó de punta a punta", añade sobre aquel debut triunfal de la atleta hoy olímpica.

A los 13 años, Casetta se acercaba definitivamente al atletismo. Esa victoria la entusiasmó. Un corredor de Otamendi, amigo de la familia, recomendó que manden a la nena a lo de su amigo Leonardo Malgor: "caímos a la pista y nos dice que la dejemos, que la iba a probar. Preguntamos cuánto nos iba a salir y nos dijo que era gratis, que a él ya le pagaba el municipio", dice Silvina. "Empezó a participar en torneos barriales. Leo vio que le iba bien y empezó a llevarla a Junín, La Pampa, distintos lugares. Pero mi marido no quería dejarla sola. Así que viajábamos con ella. ¡Belén tenía una bronca! Los chicos iban solos en otros autos, y ella con sus papás aparte. Hasta que con confianza la empezamos a largar sola", cuenta la madre sobre esos primeros viajes. 

Para Silvina de Casetta, el quiebre en la carrera de su hija se dio en 2010, en el selectivo de Uberlandia: "corrió los 400 metros con vallas, no tenía muchas posibilidades, pero hizo la marca para los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singaupur de ese año. Fue un salto impresionante". A partir de entonces, su carrera no se detuvo en crecimiento, también saltando problemas, bajones típicos, pero con una meta fija.

Cuando un alma demuestra que no existe la muerte

Como contó Belén Casetta a 0223 en mayo pasado, su padre Edgardo insistía cuando parecía utópico que su hija clasificaría a los Juegos Olímpicos de Río. Ese hombre que fue el primer entrenador de la atleta marplatense forjó gran parte de la personalidad de la mujer deportista. Lamentablemente, el año pasado falleció, siendo un golpe durísimo para la familia. Silvina abrió su corazón y con mucha fortaleza y ganas de que se supiera esta historia, contó: "Belén eran los ojos de él. Y él siempre rescató todo de ella, su estudio, su persona, el deporte. Se vio muy reflejado en ella por cosas que no había podido realizar de joven. El otro día hablando, me decía ´tanto que anhelaba lo de los Juegos, y no va a poder estar`, a lo que mi cuñada me dice ´¿quién te dice que no está? estará en primera fila, en el mejor palco´. Es una cosa muy fuerte...". 

La docente, expresó: "Pienso que su papá desde el cielo la está iluminando tanto... El año pasado, cuando él estaba bien, decía ´Belén va a entrar a los Juegos Olímpicos, y yo voy a ir a verla´. Y me preguntaba a mí, y yo le decía que por ser docente no podía. ´Me voy con Leandro´. Él apostó y pienso que desde arriba está haciendo un esfuerzo terrible y corriendo a la par de Belén, porque yo no puedo creer esto que se haya dado tanto después de su ida". Y agregó: "Desde entonces, han pasado cosas muy fuertes positivas que por ahí nos mostraron la mejilla del otro lado de la vida. Más allá del dolor, la angustia, la ausencia, sucedieron cosas que a uno lo hace pensar que está, no físicamente pero espiritualmente, y nos sigue apoyando, guiando", relató.

En los últimos días de Edgardo, Belén tenía  que viajar a una concentración en el Cenard previo al Sudamericano de Perú. "Volvió de entrenar en Salta porque su papá estaba muy mal.  Ella no quería viajar de vuelta para poder acompañarlo. Se lo comento a mi marido. Y él, con esfuerzo porque ya prácticamente no podía abrir los ojos y no podía hablar, le dijo ´vos tenés que ir a correr, porque vos hiciste mucho sacrificio para llegar adonde llegaste, y por mí no vas a dejar de correr. Al contrario, vas a ir a correr por mí, porque yo voy a estar bien´", detalló Silvina con la emoción lógica. "El lunes 8 a la mañana la llevé a la terminal, se juntaba en Buenos Aires para viajar el 10.  Y el martes 9 al mediodía, falleció mi esposo. Ese día había paro nacional de transporte, pero un familiar de Santa Fe la levantó en el camino. Vino unas horas, pero no pudo estar en el entierro y siguió viaje". 

Anímicamente, fue muy difícil continuar para Belén Casetta. Sin embargo, en Perú homenajeó a su padre y logró clasificar a los Juegos Panamericanos de Toronto. Y como a toda persona que sufre una pérdida, elaborar el duelo por la muerte de su mentor de la vida y el deporte llevó tiempo. "Este año, en Cachi, comenzó a leer y a hacer catarsis", acota Silvina. Pero lo mejor estaba por venir: "Yo le contaba que siempre lo soñaba a su padre, y ella me decía que nunca había podido". Lo cierto es que la atleta marplatense viajó a Río de Janeiro para disputar el Ïberoamericano: "Ella fue a Cachi (Salta) más de 20 días, sola, y no pudo venir a Mar del Plata. Se fue directo a Buenos Aires. Estaba con muchas ganas de ver a la familia. El viernes a la mañana me manda un whatsapp desde Brasil ´mamá cuando puedas llamame por favor´. Yo estaba en la escuela, y al ver el mensaje me asusté. Le digo a la secretaria que se quede con los nenes y me fui a la biblioteca. Le mandé un mensaje y me contó: `¡no sabés con quién soñé!".

Milagrosamente, a horas del momento más trascendente de su carrera, Belén Casetta se reencontró con Edgardo: "En el sueño, ella estaba en la casa de mi cuñada, pero apartada de todos. En un momento levanta la cabeza y lo ve a su padre, y le dice ´¿qué hacés acá?´. Y mi marido le responde ´nada, vengo a decirte que estoy bien, que te quedes tranquila que yo estoy superbien´. Belén me contó: ´Le di un abrazo mamá, lo agarré tan fuerte... que me despertó´. Al día siguiente consiguió la marca para los Juegos Olímpicos". Con una experiencia espiritual digna del mejor libro, Belén Casetta pudo despedirse de su padre, volver a sentirlo: "Fue una apertura mental haber podido comunicarse con él, es como que le hizo el click y asumió todo, se pudo despedir y tener esa conexión. Ella estaba tan aferrada a ese dolor que no podía abrir su cabeza", agrega Silvina con fortaleza.

"Edgardo era el psicólogo de ella. Todas las mañanas me iba a trabajar y quedaba ella y él en casa, con charlas interminables, de la vida, el estudio, de todo. Y eso también lo extrañaba mucho", describió la madre de Belén para, por si hacía falta, dar una dimensión del lazo entre padre e hija. "Por eso, cuando clasificó y le preguntaron qué fue lo primero que se le vino a la cabeza, respondió `mi papá`".