En su noche más sombría, comenzó la cuenta regresiva para Arroyo

El jefe comunal cosechó menos que en las Paso y dijo que la razón fue no publicitar lo suficiente sus logros. De cara a diciembre aseguró que se encargará de la transición y prometió catapultar a Agrupación Atlántica en la provincia.

Carlos Arroyo sacó apenas el 3,83% de los votos.

27 de Octubre de 2019 23:46

El resultado que obtuvo el intendente Carlos Arroyo en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso) fue un duro revés electoral para el jefe comunal. Esta vez, el despacho principal de la Municipalidad de General Pueyrredon se lo disputarían el candidato oficialista de Juntos por el Cambio, Guillermo Montenegro, y la del Frente de Todos, Fernanda Raverta. El desafío para Agrupación Atlántica pasaba por alcanzar el 8,33% que le permitiría renovar al menos una de las cuatro bancas del Concejo Deliberante que el bloque ponía en juego en estas elecciones. Pero ni siquiera eso.

Minutos antes de las 7 de la tarde apenas algunos de las personas más cercanas al intendente Arroyo asomaban por el búnker que Agrupación Atlántica montó en un pequeño local ubicado en la esquina de Belgrano y La Rioja. Mucho más chico que el resguardo que habían preparado en el subsuelo de un hotel céntrico para las Paso de agosto. La soledad estaba más presente que nunca. Un proyector reflejaba en la pared blanca del fondo del salón la tendencia que sostenía un canal de Buenos Aires sobre la definición entre Alberto Fernández y Mauricio Macri.

En las paredes se avizoraban los logros de la gestión de Arroyo desde que inició su gestión. El ensanche de las avenidas Mario Bravo y Constitución, la cantidad de lámparas led colocadas en la vía pública y las calles engranzadas durante los cuatro años, entre otros, reforzando el mensaje que pregonó el intendente desde que reconoció la dura derrota que sufrió en las Paso en la que cosechó apenas el 5,32% de los votos, perdiendo 45 puntos en relación a 2015. Aquella noche del 11 de agosto, Arroyo se animó a hablar de "ignorancia" por parte de la población para con sus resultados.

A las 20.30 exactas el jefe comunal puso un pie en su búnker que apenas sumaba entre periodistas y dirigentes unas 30 personas. Los curiosos que pasaban por la calle preguntaban por los resultados. El interrogatorio se replicaba adentro. Algunos ciudadanos, fieles seguidores de Arroyo, se acercaban a acompañar al saliente intendente. Escoltado por Patricia Leniz y Mauricio Loria - el único arroyista que quedará en el cuerpo deliberativo -, el dirigente comenzó a saludar a sus hombres más cercanos. Con el correr de los minutos arribaron su hijo y concejal, Guillermo Arroyo, los secretarios de Salud y de Gobierno, Gustavo Blanco y Alejandro Vicente, y los dos primeros aspirantes a concejales que figuran en la lista, Patricia Serventich y Hernán Tillous, acaso la mano derecha de Arroyo después de que quedara excluido de la interna de Juntos por el Cambio, lo que lo obligaría a competir por boleta corta.

Después de 30 minutos, Arroyo pronunció sus primeras palabras y reconoció, a regañadientes, su performance electoral, en la que obtuvo el 3,83% de los votos, profundizando su estrepitosa caída en las urnas. En su discurso a la prensa, el intendente volvió a tomar distancia de Juntos por el Cambio y explicó que la coyuntura económica del Gobierno le jugó en contra. "Los errores que se cometieron afectaron mucho la posición de Cambiemos, eso nos perjudicó mucho. Está clarísimo", reflexionó.

Los primeros datos que se manejaban después de las 9 de la noche no superaban el 4% para el jefe comunal. Y a pesar de que el desafió pasaba por alcanzar el mínimo para tener representación en el Concejo, Arroyo anunciaba "números mejores que los de las Paso", pero peores a los que esperaban. Las cifras del 12% a las que aspiraban alcanzar eran una mera fantasía. De todas maneras, aclaró: "La voz del pueblo es la voz de Dios. Hay que admitirlo, hay que aceptarlo".

Terminada la alianza que lo depositó en el despacho principal del edificio de Hipólito Yrigoyen y Avenida Luro, Arroyo ya avisó que seguirá ligado a la carrera política y que ahora irá por más. "A partir del lunes vamos a plantear el mismo trabajo que venimos haciendo. Agrupación Atlántica es un partido definitivamente instalado en General Pueyrredon. Vamos a trabajar para que se pueda llegar a toda la provincia de Buenos Aires. Vamos a dar batalla", sintetizó, con una de sus frases célebres.

Desde el lunes 12 de agosto, Arroyo no escatimó en críticas y chicanas para sus adversarios, sobre todo para Montenegro y Gustavo Pulti. Y a pesar de lo que decían las urnas y las encuestas, cada vez que podía aseguraba que daría vuelta los resultados. Pero nada de eso ocurrió. "Tendría que haber gastado más dinero en publicitar todo lo que hice. Ahorré demasiado para poder arreglar escuelas y comprar medicamentos. Yo no soy un político de carrera", se excusó una vez más. "Tal vez su hubiera manejado las cosas de una manera hoy tendría otra realidad. De todas maneras, nunca hubiera podido escapar a la polarización que generó esto. De lo que yo no tengo nada que ver y no puedo controlar", reflexionó.

Al trazar un balance de estos cuatro años al frente del distrito, el intendente sostuvo ni más ni menos que su gestión "fue la mejor" desde el regreso de la democracia, en 1983. "Trabajé como un ciudadano común, andando por la calle como cualquiera, para mí esas cosas no tiene valor. No me tomé un solo día de vacaciones. Solo fui a Casa Rosada a pedir plata para hacer obras. Mi conciencia está tranquila porque puse más de lo que cualquiera hubiera podido esperar", cerró.

De cara al 10 de diciembre, Arroyo prometió que él mismo se encargará de hacer la transición con el próximo intendente, Guillermo Montenegro. "Va a ser todo normal, no va a ser traumática. Vamos a acompañar", prometió. Cerca de las 22, los periodistas se retiraron del búnker y el líder de Agrupación Atlántica se quedó con los suyos, sentado en una silla. Su noche más oscura, dio lugar al inicio de la cuenta regresiva. En 44 días, la vida le deparará otro destino.