Daniel Ferrero y su historia de superación: completó los 42 K en el maratón de Mar del Plata

El 24 de febrero de 2004, en un intento de asalto, recibió un disparo que ahora le impide caminar. Tras luchar para que lo dejen competir, pudo participar del maratón. 

26 de Noviembre de 2019 17:16

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Matías Dinardo, especial para 0223

El destino está marcado en la vida de cada ser humano. Por eso hay que vivir el momento y disfrutar de todo que nos sucede a diario. La vida puede cambiar de un momento a otro y no avisa. Hay ejemplos claros de que es así. Daniel Ferrero jugaba al fútbol en el Club Atlético Aldosivi y la tarde del 24 de febrero 2004, una bala le cambio la vida para siempre: dos personas lo interceptaron en Galicia y Magallanes para robarle y le pegaron un tiro que le afectó la médula. 

La bala que desde entonces le impide caminar no lo detuvo. Hace pocos días, después de superar muchísimas trabas burocráticas, pudo completar los 42 kilómetros del maratón de Mar del Plata en su handcycle. Con un mate de por medio, mantuvo una extensa charla con 0223.

-¿Cómo fue la experiencia de correr el 42 kilómetros en Mar del Plata y cuántos participaron de tu disciplina?

-Fue una experiencia muy linda ya que hace dos o tres años que quería participar, pero por distintas trabas que me ponían no me daban la oportunidad. La verdad que fue una sensación hermosa y el poder llegar a completar la competencia me pone muy feliz. Los participantes en handcycle éramos 4 y había otra gente que tenía otras discapacidades diferentes, como por ejemplo, no videntes. La organización dispuso que todo este grupo largáramos un minuto antes que el resto del pelotón. Por suerte pude completar la carrera con un tiempo de 2hs 10 minutos y en la primera colocación.

-¿Qué trabas te pusieron que no te dejaban competir?

-Primero te manejás vía mail y al no tener la chance de hablar personalmente es muy difícil que haya un entendimiento. En un maratón lo que te permiten es una bici justamente para esta disciplina. Es la que tiene una rueda adelante y vos vas remando los aros de la rueda. Yo esa silla no la tengo para participar, la que poseo es la de ciclismo, que remas con los dos brazos y que se llama Handcycle. Luego de una charla con el presidente del Emder (Carlos López Silva), en la que le expliqué que lo único que quería, al margen de tener esta discapacidad, era correr y hacer deporte, me permitieron inscribirme con la aclaración de que no iba a participar de la premiación del evento que consistía en dinero aparte de las medallas. A mi me dieron una medalla por participar y por haber salido primero.

 

-¿Son caras las bicicletas de competición para hacer Handcycle?

-La verdad es que sí. La que yo me compré hace varios años atrás, hoy cuesta cinco mil dólares y es una de las más básicas. Tuve que hacer una rifa porque nadie me daba una mano y con lo que recaudé más la ayuda de un empresario del puerto, pude acceder a la bici. Hoy, una un poco mejor que la mía está aproximadamente en siete mil dólares.

-¿Habías participado en alguna competencia similar?

-No de tantos kilómetros. Quince días antes de los 42 K, un amigo me invitó a hacer  duatlón y le dije que sí. La organización me aceptó de gran manera sin poner ningún obstáculo, por ende ahí estuve. La competencia consistía en 5 kilómetros corriendo, 21 en bicicleta, que es la parte que hice yo y se terminaba con 2,5 kilómetros más corriendo. Desde ese momento la gente de Vida Amateur está constantemente en comunicación conmigo y me dan una mano con los entrenamientos y la inclusión  con la sociedad.

-¿Cómo son tus entrenamientos y dónde los realizás?

-Me levanto a las 5 de la mañana todos los días, porque a las 8 ya estoy en el trabajo. Después de desayunar hago entrenamiento de bicicleta en la costa aprovechando que no hay tanto tráfico. Tengo dos lugares, uno es la escollera norte y la otra es Punta Mogotes porque ir a otra parte se complica mucho con el tránsito. Y si bien no son los mejores lugares porque no tienen más de dos kilómetros y termino medio mareado, es el único circuito que encontré hasta el momento. A la tarde cuando dejo de trabajar me voy al gimnasio y hago pesas y crossfit. Los sábados aprovecho y hago un poco más de tiempo de bici, bien temprano a la mañana.

 

-¿Y después de estos 42 K qué sigue?

-Ahora en febrero hay un maratón en Junín de los Andes de 100 kilómetros, por lo que sigo entrenando para poder llegar de la mejor manera. Por otro lado, me gustaría que se oficialice la participación y que no sea tan traumático participar. Yo en la reunión que tuve con López Silva le dije que iba a luchar para que el handcycle sea una disciplina y trataré de lograrlo desde mi lugar.

-¿Cuál es tu principal motivación?

-Me motiva el tratar de estar cada día un poco mejor. No soy de los que se quedan en la casa esperando soluciones mágicas. Pero para eso tengo que estar bien físicamente,  para seguir sin depender de nadie en mi vida cotidiana. Yo gracias a Dios voy solo a trabajar, manejó mi auto, me bajo y me subo solo… pero para eso tengo  que mantenerme en estado.

-¿Se te acercan sponsors para ayudarte?

-La verdad es que por ahora no tengo. Se me hace muy difícil porque la silla y cada repuesto o accesorio son carísimos. Y te estoy hablando que mi bicicleta es normal… de aluminio. No es de competición, hay de carbono,  que son las que se usan realmente en las carreras. Por ahora como puedo y a lo que llego me lo voy bancando yo, así que por supuesto el que me quiera dar una mano… bienvenida sea.

-¿Qué hacías hace 16 años atrás?

-Yo jugaba al fútbol en Aldosivi, tenía 16 años y entrenaba con el plantel de primera división del club.

-¿Y qué te pasó al año siguiente?

-En el 2004, el 24 de febrero, andaba en mi moto como un día cualquiera, me salieron dos personas de la nada en Galicia y Magallanes, me quisieron interceptar para robarme y una de ellas me disparó. Seguí hasta Juan B. Justo y Tucumán, cuando quise apretar el pedal del freno de la moto, ahí sentí que mis piernas no funcionaban, sentí un ardor impresionante y caí en la mitad de la calle  al lado de un patrullero que estaba en la estación de servicio. Les dije Vayan a buscarlos. Para todo esto, la bala me había tocado la médula y eso me impidió caminar hasta este momento.

 

-¿Llegaste a verlos?

-Sí, lo  vi a uno de frente  y al otro a 5 metros. Al que veo de frente, lo conocía porque yo a veces trabajaba para una mensajería y siempre iba por el barrio, sabía que se llamaba Facundo. Al otro no lo conocía personalmente pero lo llegué a observar. Por eso pude decirle a la policía en ese momento cómo estaban vestidos y llegué a describirlos totalmente. Al tiempo, los agarraron por averiguación de antecedentes y tuve rueda de identificación de personas, por ropa. Luego les allanaron la casa y encontraron las vestimentas que yo había descripto. Me trajeron un álbum con fotos y los identifiqué al instante. A los  7 meses detuvieron solo al que me disparó y estuvo preso 2 años y diez meses. Salió en libertad libre de culpa y cargo en el juicio oral. El otro no fue a la cárcel porque solamente fue cómplice.

-¿Lo volviste a ver? ¿Qué te causó?

-Sí, al poco tiempo me lo crucé en una plaza, lo vi jugando al fútbol. Esto fue antes de que caiga preso. No te miento, en ese momento me enojé, porque pensé No puede ser que esté moviendo las piernas y yo no, pensé muchas cosas feas, pero fue en ese lapso nada más. Después de que salió de la cárcel, lo volví a ver un par de veces más, pero ya está…ya pasó.

-¿Le tenés algún rencor a esta persona?

-No le tengo ningún rencor. Toda piedra te da una enseñanza en la vida, y a mí me tocó esta realidad. Dios me dio la posibilidad que después de estar 45 días luchando por mi vida y 6 días sin poder abrir los ojos, hoy estar acá. Hoy, me regocijó de estar acá, disfruto la vida de otra manera y a él… que Dios lo ayude con lo que hizo.

-¿Cómo fue el cambio y quién te ayudó?

-Un cambio de 360 grados en mi vida. La fundamental fue mi mamá (Marina). Mi papá estaba en ese momento internado y no podía hablar porque había tenido un infarto. Ella  lloraba, pero nunca lo hizo adelante mío. Siempre tuvo palabras de aliento. Cuando me desperté después de 6 días, me decía que no había pasado nada  y que iba a estar todo bien. Cuando yo interiormente me estaba cayendo, siempre tuve la palabra de mi vieja y eso me hacía levantar. A la vida yo la divido en dos, una antes y otra después del accidente y en la segunda etapa, ella fue mi pilar. Luego del accidente muchísimos amigos se fueron de mi lado, pero quedaron los más importantes y la familia. El marido de mi mamá (Carlos) mi hermano (Guillermo), todos estuvieron apoyándome y apuntalándome para poder continuar.

-¿Tuviste apoyo psicológico?

-No. Mientras estuve internado un año en el Inareps (ex Cerenil), luego de salir del Hospital Interzonal, me obligaron a ir a una psicóloga. Yo hacía la rehabilitación y en ese momento me paraba con valvas y paralelas. Fui a verla, nunca había estado con una psicóloga. Me preguntó que me había pasado y como estaba. Yo le dije: Estoy contento porque cada día que pasa avanzó un poco más. Llevaba 5 minutos hablando y lo primero que me dijo fue: Vos tenés que entender que  no vas a caminar más. Yo le contesté: Voy  hacer lo imposible para caminar con las valvas y el andador  y sé que con mi mentalidad,  algún día caminaré con muletas. Me volvió a repetir: Vos no vas  a caminar más. Di media vuelta y me fui. Le dije que no tenía más nada que hablar con ella. Nunca más volví a ver un psicólogo.

-Hace unos años atrás te operaron nuevamente, ¿quién colaboró con esa operación?

-El precursor fue Ricardo Fort. Lo conocí en un boliche (Esperanto). Yo estaba con mi novia, hoy mi señora (Vanesa), bailando en la pista y él estaba en su apogeo. El estaba cantando en una tarima y yo frente a él en primera fila, por la silla de rueda. Veía que mientras hacía el show me observaba. Cuando termina la noche, pasé por el VIP donde estaba Ricardo y uno de seguridad se me acercó y me dijo: Ricardo te quiere conocer. Fui y me dijo Me quiero sacar una foto con vos, pero antes quiero saber que te pasó, porque yo no te veo en una silla de rueda. Le conté mi historia y se largó a llorar desconsoladamente. Cuando se calmó me dijo Dame tu número de teléfono que yo te voy ayudar, porque para mi vos no caminas por falta de recursos. Voy a hacer lo imposible para que camines.

-¿Y entonces?

-Al otro día me llamó, almorzamos, me preguntó todo y al siguiente fin de semana me mandó a buscar y me llevó a su casa de Capital. Me traté con médicos que él tenía y empecé a hacerme masajes linfáticos. Me trajo kinesiólogos y masajistas extranjeros. Cuando él se estaba operando de la columna, desde el quirófano antes de que lo anestesien me llamó y me dijo: Dani, acabó de hablar con el doctor que me va a operar y le conté de tu caso, te quiere ver. Tuve una reunión, hasta que me operaron en un sanatorio de Buenos Aires y me sacaron el proyectil que lo tenía alojado en la médula. Al tiempo, me hicieron una resonancia donde salió que no tenía la médula partida y que estaba inflamada y dañada. Ricardo se enteró que en China existía una posibilidad en ese momento, que con ayuda, podría volver a pararme. Me pagó todos los gastos para un tratamiento en China. Estuve 45 días con mi mujer y mi mamá. Una persona que si bien para mí estaba vacío por dentro - y por eso se rodeaba de alguna gente que estaba por interés-, Ricardo, particularmente, era una gran persona.

-¿Tenés esperanzas de volver a caminar algún día?

-Al no tener la médula partida y tal como avanza la medicina, yo tengo la esperanza de que el día de mañana salga algo para que yo pueda volver a caminar por mis propios medios o con bastón. No tengo dudas de que voy a volver a caminar. Yo tengo unas valvas, que Ricardo me las mandó a comprar a Alemania, que son de carbono. Cuando por primera vez me las coloqué el médico me dijo Mirá Dani , te va a costar mucho tiempo adaptarte. Cuando las vi, pensé: Estas son mis piernas. Y salí caminando con un andador, parecía Robocop porque das los pasos con la pelvis, pero no me costó nada. Por eso digo, que yo tengo fe en Dios que va a aparecer algo y que en algún momento voy a volver a andar y que voy a dejar la silla de ruedas.

-¿Cómo ves la ciudad con respecto a las posibilidades que le da a un discapacitado?

-La verdad que la veo un 50% a la ciudad con respecto a las rampas o a las veredas. Yo por lo general, al margen de ser independiente, estoy acompañado. Pero veo algunas rampas que a veces me provocan risa, porque por ejemplo, hay una en Independencia que tiene 30 centímetros de largo por 25 de ancho. O sea, vos venís con la silla y te tenés que frenar para subirla, sin poder aprovechar el envión con el que venís. Yo no tengo problemas porque hago “Willy” (levantar la silla), pero hay gente que no puede. Las que hicieron nuevas en el centro están buenas. Pero te doy otro ejemplo: hay muchos boliches a los que no puedo ir. Porque tomo algo, quiero ir al baño y en la mayoría no hay para discapacitados y me tengo que volver a mi casa. En la playa perdí mi independencia. Es imposible porque no hay una pasarela que llegue desde el ingreso de la playa a la orilla,  y a veces te da bronca, porque calculá que yo me subo y me bajo solo del auto y después llegó a un lugar y me tengo que ir. Tuve la oportunidad de hablar con Guillermo Montenegro antes de las elecciones  y le comenté que tenía un proyecto  sobre lo que es adaptación de rampas en la ciudad, me dijo que después que terminara los comicios lo llamara así nos volvíamos a juntar. Todavía no lo hice, estoy esperando que asuma su mandato.

 

-¿Sentís que sos un ejemplo?

-La verdad que no me doy cuenta, no es que no lo tome así, pero me lo dicen por todos lados. Me acuerdo que cuando fue lo de Ricardo Fort, salí mucho en los medios y la gente en silla de rueda y otros caminando me decían. Yo me hago problema por cosas que tienen solución, vos sí que sos un ejemplo. La realidad es que a mí me pasaba lo mismo, me hacía problemas por cualquier cosa cuando no andaba sobre ruedas. Cuando me pasó el accidente, me di cuenta que muchos de los  inconvenientes que nos suceden en la vida cotidiana, la mayoría tienen solución o no son tan graves. Y ahora, realmente tomé conciencia de que mientras tengas salud y amor, todo tiene solución Hay que mirar para adelante. Son pocas las veces que estoy mal anímicamente y si lo estoy, no es por que estoy en silla de ruedas, es porque tengo otros mambos en la cabeza. Es fuerte que te digan que sos un ejemplo, me dejan duro. Es lindo que te digan Che, te tomó como ejemplo, por lo que decís y por lo que hacés. Me gusta que me tomen como ejemplo y que le sirva a alguien, no importa a quién. Hay mucha gente que está en silla de ruedas y se queda tirada en una cama y que dice hasta acá llegue.

-¿A vos nunca te pasó eso?

-Te voy a ser sincero, después que me pasó lo del accidente, empecé a vivir. Comencé a valorar las cosas, a disfrutar cada momento. Yo tenía toda una vida armada en mi cabeza hasta antes de subirme a una silla. Y cuando me pasó, se me cayó todo. Y fue entonces que me dije: Me quedo tirado en una cama o empiezo de nuevo. Y salí con todo de nuevo, con una vida nueva. Que no se mal interprete, no es que estoy cómodo en la silla, me encantaría volver a caminar y sé que en algún momento lo voy a hacer, pero ahora todo es un desafío diario. Por ejemplo, a cualquiera se le cae un tornillo abajo de la mesa y se agacha y lo agarra. A mí cuando me pasa una situación como esa, tengo que ver como lo logro, porque no entro con la silla. Entonces le busco la vuelta para poder solucionar el dilema y siempre lo tomo como un desafío que se me presenta. Todos los días uno nuevo.  Y eso es lo que la gente tiene que saber, que yo lo único que no puedo hacer es jugar al fútbol, pero después, hago vida normal. Son piedras que me pusieron en el camino, pero gracias a Dios, me puso una gran madre, una gran mujer a mi lado y unos amigos bárbaros  que siempre me dicen o me ayudan a como para esquivar esas piedras. Entonces es muy difícil que este deprimido. Siempre se puede.

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