El peor mundo posible

La presión de Donald Trump a una semana del cambio de gobierno anticipa el complejo escenario regional e internacional que deberá afrontar Alberto Fernández a partir del 10 de diciembre. 

3 de Diciembre de 2019 08:17

El próximo 10 de diciembre, Alberto Fernández, asumirá la presidencia e iniciará un nuevo ciclo del peronismo en el poder. El exjefe de gabinete de Néstor Kirchner tendrá que que cargar nuevamente, como en 2003, con una deuda externa difícil de abordar con el Fondo Monetario Internacional y acreedores privados y una deuda social interna marcada por el aumento de la pobreza, el hambre y la desocupación

En esta ocasión, a diferencia de la experiencia anterior, Fernández no tendrá a su favor el auge de los commodites ni una región con gobiernos progresistas dispuestos a construir un proceso de integración y cooperación internacional relativamente autónomo a las potencias centrales. 

Mas bien todo lo contrario, Sudamérica se encuentra gobernada por fuerzas de centro o extrema derecha, cuenta revueltas populares, golpes de estado y Estados Unidos intentando disciplinar por vías extorsivas. Mas difícil no se consigue. 

Juan Gabriel Tokatlian, profesor plenario de Relaciones Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) lo explicó con la claridad que lo caracteriza en una excelente entrevista que el realizó el periodista Juan Elman en Cenital: "Esta concatenación de alta volatilidad internacional, fuerte inestabilidad regional y gran vulnerabilidad nacional es inédita. Los desafíos que tendrá el próximo gobierno hacia dentro, hacia la región y hacia fuera serán monumentales".

Este reportaje fue antes de la decisión unilateral del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio procedentes de Brasil y Argentina. 

Independientemente de los argumentos proteccionistas esgrimidos por Trump en su cuenta de Twitter, está motivado por razones geopolíticas. En el caso nuestro, busca disciplinar al gobierno electo en la previa de la confirmación del gabinete y condicionar las políticas que Fernández orientará en relación a la deuda con el FMI, la crisis en Venezuela y las políticas de seguridad por fuera de la órbita de la DEA, por citar tres ejes específicos en el cual la Casa Blanca pretende seguir ejerciendo control.

En el caso de Brasil, se trata de un llamado de atención a Jair Bolsonaro luego del acercamiento con China que incluyó un viaje del presidente a Beijing, la cumbre de los Brics en Brasilia, la apertura china a Huawei y la tecnología 5G y el agrado con que un sector del empresariado brasileño y la coalición encarnada en los agro-empresarios y los militares a la política de la nueva ruta de la seda. La política real y el carácter del principal socio comercial e inversor, el gigante asiático obligaron a Bolsonaro a dejar la retórica antichina de lado. 

A Estados Unidos no le gusta el viraje del que considera un subordinado en la región. En estos momentos, el jefe de estado brasileño se encuentra intentando comunicarse con Trump para destrabar este asunto. Esto quiere decir que Bolsonaro no contempla la posibilidad de reforzar el Mercosur para lograr una protección ante la incertidumbre global sino acordar con la Casa Blanca para aislar a Argentina.

 

Que linda mi región, se rompió mi región 

 

La realidad regional no habilita el ideologismo como eje vertebrador. No obstante, esto no significa que el nuevo gobierno tendrá que aplicar un programa económico por el que no fue votado. 

El futuro Canciller, Felipe Solá anticipó en su exposición en la 16 edición del Council de las Américas que la nueva gestión no reflotará Unasur, se mantendrá en el Grupo de Lima y la Celac y el objetivo primordial será "no ideologizar las relaciones exteriores" para darle una impronta comercial. 

Este no solo es el mejor camino sino el único posible en un contexto que tiene a Jair Bolsonaro en Brasil, Mario Abdo Benitez en Paraguay y el recientemente electo Luis Lacalle Pou en Uruguay que deberá hacer un equilibrio en una coalición que contiene a liberales y militaristas. 

Si Argentina y Brasil no logran consensuar un estado intermedio entre la hiperflexibilación y el proteccionismo excesivo, l rol de Lacalle Pou y Abdo Benítez será claves en la disputa interna del Mercosur ya sea para lograr un equilibrio entre los grandes del sur o jugar para los intereses de Brasil que quiere crear una zona de libre comercio en lo que hoy es una union aduanera. 

Las otras dos naciones del Mercosur son Venezuela (suspendida) y Bolivia (en proceso de ingreso). Como viene la mano, el pais gobernado por Maduro no tendrá relación con Fernandez que, de todas formas,  tratará de aportar a una solución negociada de la crisis aunque no será considerado una dictadura y hasta que no haya elecciones libres y transparentes, no habrá reconocimiento al gobierno de facto boliviano. 

 

 

Mas allá del Mercosur nos encontramos con el eje pacifico convulsionado. Chile con más de 40 días de protestas, Colombia con 12 días de paro y movilización y Ecuador con manifestaciones, presos políticos y el FMI tratando de imponer políticas de ajuste que hasta ahora fueron rechazadas por la Asamblea Nacional. 

De las manifestaciones en todos estos países emergen  demandas insatisfechas de hace tiempo (Chile y Colombia), malestares por un cambio reciente de rumbo (Ecuador) y presidentes con niveles de aprobación muy bajos. Primera reflexión: el neoliberalismo produce descomposición social.

Si el progresismo logra construir una propuesta programática competitiva debería capitalizar la crisis y volver al poder pero las elecciones en 2021 y 2022  quedan muy lejos  ante la intensidad que se observa. Esto abre el panorama para una salida autoritaria basada en la represión de las fuerzas de seguridad, detenciones y liderazgos autoritarios como Bolsonaro, Luis Fernando Camacho en Bolivia o el  pinochetista José Antonio Kast en Chile, por citar algunos. 

No dejemos fuera del análisis a Perú que a mediados de septiembre cerró el Congreso de forma constitucional  para iniciar un proceso de elecciones regionales para el 26 de enero que puede posicionar a Martín Vizcarra, de muy buena relación con Fernández, para reformar la constitución para poder presentarse en comicios presidenciales programados para 2021 pero que podrían adelantarse. 

Hay dos casos que pareciera que Alberto Fernández y el Frente de Todos no van a abandonar. La solidaridad con Lula Da Silva, la denuncia por los presos políticos en Ecuador y la posibilidad de recibir a Evo Morales como asilado político. ¿Como se combinarán la coherencia ideológica con el pragmatismo quirúrgico que se necesita para lograr una mínima estabilidad regional? Solo Alberto y Cristina lo saben.

Equilibrio (muy fino) entre Estados Unidos y China, vínculos con Rusia y Unión Europea (en especial Francia y España) con el debate del acuerdo UE-Mercosur incluido, reforzar y potenciar el nexo con México y diseñar la mejor relación posible con Brasil para que la intención liberalizadora de nuestro vecino no se lleve puesta la industria nacional será la agenda inmediata.

El escenario internacional no arroja mas margen que lograr  impedir que el mundo se nos venga encima y lidiar con fuertes presiones y para eso necesitaremos fijar prioridades con pragmatismo, autonomía, inteligencia y mucha paciencia estratégica.