La tierra empezaba a arder de Cynthia Edul y un viaje a un lugar que ya no es

La narradora viaja a Siria con su madre. Un regreso para ella y para su madre también, pero aquella Siria que conocían ya no es la misma. La guerra está por estallar y esa presión y ese clima se siente en La tierra empezaba a arder.

14 de Abril de 2019 12:03

Interesante híbrido a caballo del diario de viaje y la crónica, así como también entre la novela y el ensayo. Pero si algo caracteriza al último libro editado de Cynthia Edul, La tierra empezaba a arder. Último regreso a Siria (Lumen, 2019), es el tópico literario del “regreso”. Aquél tópico que los tiene como protagonistas a los sobrevivientes de Troya, a Ulises, o a aquellos sobrevivientes de la primera Guerra Mundial en El camino de regreso de Erich Maria Remarque, o como el personaje de El Cautivo de Borges, es generador de cierta carga, pero también es parte indispensable para pensar esta historia que interpela constantemente y plantea también cierta incomodidad. “El punto de partida es una incomodidad al ser parte de un regreso. En realidad, la narradora en primera persona cuenta el regreso a la tierra de sus abuelos, pero acompaña en su regreso también a su madre que había vivido allí bastante tiempo. Y por otro lado tenemos el hecho de volver a una tierra que está zanjada por ese océano que es Oriente Occidente, que ya es todo otro punto a pensar. O sea,  esa tierra tampoco es ya aquella en la que había vivido su madre, porque lo que se cuenta en la novela es, casualmente, esa transición. Todo eso que vivieron muchos países de los 80 en adelante. Entonces, lo que hay ahí todo el tiempo es un desacomodo, una incomodidad, pero creo que es productivo porque es un desacomodo que en vez de rechazarlo, busca hacer tratar de comprender todo eso”, dice la autora.

Hay en todos los personajes una notoria incomodidad. Están de alguna forma incómodos ante la afirmación de una identidad, ante el conflicto religioso, ante la mirada que ellos reciben de occidente. Todo el tiempo se percibe dicha molestia, la cual produce, además, una empatía muy acorde a los tiempos y temas de la historia.

Fragmento de La tierra empezaba a arder

-¿Qué es ser una mujer árabe hoy?

-Ser una mujer árabe hoy pone en evidencia todos los problemas que acarrea ser una mujer, pero con una mirada al extremo, porque allá es muy evidente el patriarcado. Es muy evidente que, si bien se está avanzando en derechos sociales, sigue habiendo un retroceso en el lugar de la mujer en la sociedad y ese retroceso está marcado por la ley y ese hecho es algo que la novela narra todo el tiempo (es una historia familiar donde las mujeres no recibieron herencia en relación  de los varones de la familia y entonces una de ellas trata de tomar lo suyo y reivindicar lo que le pertenece). Y entonces, todas estas cuestiones que la ley misma implementa y marca en ciertos países del mundo árabe, encierra que el lugar de la mujer es secundario y deja en evidencia lo que es el extremo del patriarcado y de las posibilidades que puede tener una mujer para su desarrollo. Me parece que ser una mujer árabe hoy acarrea dos problemas: el ser árabe hoy, que conlleva  de por sí, un montón de prejuicios sobre ellos; y ser un mujer árabe hoy, lo que le agrega un conflicto más a esa identidad, que justamente lo que hace es por momentos que se vuelva más productiva. Yo creo que las mujeres árabes que están ante esa pregunta, que la plantean y que se la permiten y se dan lugar en ese movimiento, al menos en el mundo artístico,  están sacando adelante proyectos muy interesantes. Hay que tomar esa pregunta no como algo que obstruya sino que abra.

-¿Cuántas veces pensaste en la guerra, mientras estabas allá y cuando ya estabas de regreso en Argentina?

- Estando allá se sentía como que era una olla a presión todo. Es algo que se me hizo muy evidente cuando volví y nos enteramos que estalló la guerra. Como que el cuerpo percibe antes que la mente, porque había algo que no se soportaba en el cuerpo, un nivel de opresión muy fuerte y una sensación de estar preguntándose todo el tiempo ¿qué está pasando acá? Fue muy fuerte la sensación de presión y el movimiento opresivo que se sentía en el cuerpo, no pensaba en una guerra, pero era algo intolerable en el cuerpo. Cuando volví y vi que a los pocos meses empezó la primavera árabe fue como un: ‘¡Claro, sí, por algún lado tenía que explotar esa presión!’, no había otra forma. Y luego fue muy duro todo, ya que vivimos una guerra remota, pero a su vez muy cercana porque mi familia seguía allá. Y diariamente vos leías en las noticias que había explotado una bomba en Damasco y era llamar a mi mamá y ella decirme que ya había hablado con ellos y que con otros no se había podido comunicar. Entonces es todo el tiempo así, y eso también fue un motor muy fuerte para ir a la escritura y poder contar qué está pasando en ese lugar.

 

Lo grave de la situación que se vive en Medio Oriente no es directamente proporcional con el espacio que se le dedica en los medio de comunicación. A aquellos más cercanos al conflicto y a sus consecuencias diarias, la angustia los persigue constantemente. Cynthia Edul sostiene en este sentido que “Es una angustia terrible, es enloquecedor por momentos. Es una masacre lo que pasa en Siria, pero una masacre absoluta y el mundo no dice nada. En realidad hay algunos países que están más involucrados y tienen un poco más de biografía cotidiana. Por ejemplo en los diarios de Inglaterra y Francia notamos algo más, pero en América del Sur ni nos enteramos. Parece que vivir una guerra contemporánea es como vivir una guerra remota y ese es el gran problema de la alienación que estamos viviendo, el pensar que son un par de árabes que se están matando allá y no entender cuál es el origen de ese conflicto que está más cerca de uno de lo que se piensa. Eso era lo peor,  lo que más insoportable se me hacía”.

 

En algunos medios de comunicación se sostiene que según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (organización que ha proporcionado los datos más recientes), entre marzo de 2011 y el mismo mes de 2018 han muerto entre 353.593 y 498.593 personas. La cifra, sin embargo, podría ser más alta debido a los problemas para acceder a determinadas áreas del país y a las dificultades para compatibilizar los números que presentan las partes enfrentadas. Otros datos sostienen que la guerra además ha provocado la huida de más de 5 millones de personas, según cifras del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), uno de los mayores éxodos en la historia reciente. Como repetirá  más adelante Edul, “Todo eso está sometido a una destrucción absoluta e irremediable, la verdad es que es muy desesperante”, y agrega “Lo que es mucho más complicado es pensar que un territorio de la periferia es un territorio sustituto de la disputa de los poderes centrales. Creo que Siria es el ejemplo más emblemático de los tiempos contemporáneos de eso, como fue Irak en su momento, pero hoy es mucho más extremo y mucho más evidente como está jugando ahí el poder central. Es decir, la disputa de los poderes centrales en otro territorio como si fuera un simulacro de una guerra entre otros”.

El texto pasa por distintos destinos, distintas ciudades, las cuales hoy están reducidas a casi escombros, así como por distintos escenarios que han sido parte de la historia y cultura de la humanidad. Allí comenzó todo. Espacio por donde circulás, encontrás alguna referencia suya en los textos más antiguos de la humanidad. Damasco, por ejemplo, se encuentra desde Las mil y una noches hasta en la Biblia. Así, la experiencia de transitar por esos espacios tan caros a nuestra historia, religión y cultura, se cruzan con la destrucción masiva que se está llevando delante de cada uno de esos rincones. A la pregunta sobre las sensaciones al enfrentar estas circunstancias, Edul responde que “Era desesperante porque ahí está la ignorancia del mundo de no entender que se acaba de perder un patrimonio de la humanidad y de la historia de la humanidad. Pensemos que ahí empezó el mundo. Ahí está todo el origen, es decir los ancestros de nuestros ancestros empezaron ahí. Entonces es muy desesperante. A mí también se me hizo muy fuerte el encuentro con la historia del cristianismo. Siria fue el país que llevó a la difusión del cristianismo al mundo. Se habla mucho en los libros de historias sobre si se abrían las puertas de Damasco o no se abrían las puertas de Damasco y cuando se abren finalmente, comienza la gran expansión del cristianismo al mundo y es muy fuerte. El islam es moderno, si querés,  a la par de todo eso. El mundo cristiano, la huella del mundo cristiano es impresionante ahí y eso también era muy impactante. Al mismo tiempo pensar que todo eso está sometido a una destrucción absoluta e irremediable, es, la verdad, muy desesperante”.

Lo duro de la historia es solo una parte del texto. También encuentra uno allí  las impresiones de la experiencia de viaje de la protagonista. Una experiencia acompañada por la Biblia en una mano y la historia de la humanidad en la otra. Pero el reverso de esa trama es lo más doloroso.

La tierra empezaba a arder. Último regreso a Siria, propone una historia conmovedora que encierra muchos significados diferentes. Significados que expresan una realidad y un sentido de nuestra historia que merece ser repensado.