Bibiana Ricciardi: “Uno está habitado por las letras”

La escritora, periodista y fundadora de Canal (a) llevará adelante en el teatro Auditorium la segunda parte del taller de escritura colectiva e individual. Coincide este hecho con la aparición de su última novela editada por Alto Pogo, La lista. Su pasión por la lectura,  su amor por Aira y su inevitable deseo de escribir son los protagonistas de esta charla.

28 de Abril de 2019 11:40

Es periodista, documentalista, actriz, docente, escribe para teatro, narrativa y crónicas. Fundó Canal (á) y fue parte también de la icónica revista La Maga. En estos días presenta su última novela y dictará pronto un taller de escritura colectiva e individual en el Teatro Auditorium en pos de la búsqueda y transmisión de la identidad marplatense. Pero esto será solo una excusa para cruzarnos, en una charla, con la literatura, el teatro, la lectura, la escritura y por sobre todo con el valor de los textos y ese don de no dejar afuera nada, porque sabido es que no hay nada más allá de ellos.

Bibiana Ricciardi se define como una artista, aunque rápidamente aclara que también le suena grande esa etiqueta. Uno podría decir que detrás de todas esas instancias de aprendizaje que forman parte de un collage ecléctico como creadora, hay una artista primero en la lectura y luego aparece aquella artista como contadora de historias.

 

Y, coincidiendo en estos perfiles, la pregunta obligada es sobre el trabajo que exige acompañar en la formación de un lector y en la de un escritor. Ricciardi inmediatamente responde: “Siempre me hago esa pregunta y se las hago a aquellos que vienen a mis talleres. ¿Por qué escribir si puedo leer? ¿Por qué escribir si sé que no voy a escribir nada que alguien mucho más capo que yo ya haya escrito? ¿Por qué hacerlo si es más placentero leer que escribir? ¿Por qué hacerlo?”. Y agrega: “Yo creo que la lectura, en mi caso en particular y en muchos casos que conozco, se transforma en vicio. Yo no sería quien soy sin haber transitado las lecturas que tengo encima. Y no lo digo como alarde, no lo digo en el gesto borgeano del alarde de lo leído, sino como defecto, porque he leído más de lo que debía haber leído e, incluso,  por la selección de lo que he leído. De chica agarraba una biblioteca y simplemente agarraba de izquierda a derecha y luego seguía por el estante de abajo y así hasta el final. Y ahí he leído de todo. Y me habitan, uno está habitado por las letras. Entonces, enseñar a leer me parece que es un camino imposible, es como si vos me preguntaras ‘¿Podés enseñar a vivir a la gente?´”

Sin dudas uno va encontrando su propio camino de lector. Y en ese trayecto uno va encontrando mojones, señales y saltos que dejan algunos autores, algunos títulos para llegar a otros. Aceptar, quizás, que el hábito de leer es como seguir un camino de migas de pan, una serie de saltos que otros ya hicieron y dieron forma antes que nosotros lleguemos. “La lectura tiene múltiples entradas y si hablamos de enseñar a leer, me parece que la única forma que yo conozco es tratando de contagiar mi pasión por leer”, sostiene firme.

-Vamos por la segunda parte de la pregunta, ¿por qué escribir?

- Porque no puedo evitarlo. No puede evitarse.

- ¿Y para quién se hace?

- Esa es otra gran pregunta, para quién no lo sé. Estoy totalmente en desacuerdo con aquellos colegas que dicen que no les interesa el lector. “Me lean o no me lean me da igual”, casi como una postura intelectual. Bueno, yo no, yo no soy intelectual. Yo necesito que me lean y cuantos más me lean, más contenta me pongo. Así como me gusta que me quieran me gusta que me lean también y,  si mis lecturas provocan que me quieran,  mejor aún.

Bibiana Ricciardi charló con Bernabé Tolosa en 0223 Radio.

Podríamos resumir entonces que uno escribe porque no puede evitarlo y uno escribe para algunos lectores, “que generalmente son esos primeros lectores que tenemos”, agrega ella.

Decíamos que hay lecturas que son determinantes para los lectores y uno imagina que también hay lecturas determinantes para los escritores en sus momentos de producción. La autora e intérprete de la obra de teatro Salerno lo confirma. “Hay una determinada cantidad de lecturas que acompañan a cada uno de mis libros. Por ejemplo, a Una mujer corre lo acompaña Mientras agonizo de William Faulkner y  lo acompaña Lila and Flag de Berger. Es así, esas lecturas aparecen mientras estoy escribiendo y de pronto te das cuenta que te empiezan a traccionar todos aquellos libros que tiene que ver con lo que estás trabajando”.

Se dice y se sabe que el proceso de escritura es un proceso individual y muy solitario. Ahora bien, el objetivo de Bibiana Ricciardi en su taller es un resultado colectivo, que en un texto estén los de todos. El cómo lograrlo es el gran desafío, pero también es la muestra de cómo una parte hace al todo. Ella sostiene que se trata de un proceso “muy lindo. A mí me gusta llamarlo textura colectiva, jugando con el polisémico de texto. Me parece que lo individual es colectivo cuando es en paralelo. Si todos nosotros estamos escribiendo al mismo tiempo, en un mismo lugar y con una misma consigna, aunque cada uno escriba su propio texto, este va a estar, indefectiblemente, contaminado por el del otro, porque voy a saber que estamos haciéndolo  juntos, al mismo tiempo”.

En su última novela, La lista (Alto Pogo, 2019), Ricciardi incursiona en la narrativa erótica donde se habla del desamor y también sobre el mito de la sexualidad como un objetivo social impuesto. Es decir, en la novela se cuestiona la convención social acerca de lo sexual, pero desde el erotismo. “Está estructurada de una manera que a mí me resultó muy divertida: es la historia de una pareja  contada a través de los objetos que él le regaló a ella en cada aniversario. Estuvieron diez años casados, son diez objetos y entonces en cada capítulo se habla de ellos, pero en determinado momento ese regalo se convierte en  protagonista”, sostiene. Los objetos seleccionados previamente a la historia van desde el anillo de compromiso, hasta unas pulseras que se llaman esclavas y ofician como esposas, Estiletos, espejos, tapados de piel y a partir de ellos el lector va entendiendo la historia de esta pareja que además está cruzada por algo que tiene vinculado a la ambición y el dinero que no termina nunca.

 

-Salinger, creo que era él, decía que hay libros que una vez terminados te deban unas ganas bárbaras de llamar al autor y charlar con él. ¿En tu caso se te ocurre alguno?

- Sí, muchos. Puig, Saer, Aira. Amo a Aira. Creo que definitivamente sería César Aira. Porque además debe ser el único que no conozco. Tuve la suerte de conocer a muchos, entreviste a Bioy Casares, a Saramago, a muchos, pero a Aira nunca. Es el único que no conozco personalmente. No se dio, pero además se ve que hay algo del orden de la admiración y del temor que me mantuvo lejos y nunca me senté con él.

-¿Cómo definirías la escritura de Aira, pensando en tu rol de tallerista y lectora?

- A mí me fascina la maestría que tiene para narrar de la forma más clásica que existe, sin snobismo. Hay algo de su ritmo que es muy interesante. Probablemente sea uno de nuestros escritores con mayor producción editada, por esto es que se lo critica generalmente desde la academia,  que critica todo aquello que genera envidia, y es por ese ritmo de publicación constante que tiene tan entrenada la mano, creo. Uno de mis sueños es hacer con él una serie de documentales sobre arte contemporáneo. Me encanta lo que hace, hay un gesto político ideológico que lleva adelante muy seguro y desde hace mucho tiempo en su escritura.

Ricciardi cuenta historias todo el tiempo. Las cuenta desde distintos registros, desde distintos lugares, pero sus temas pasan por la familia, la identidad, el lugar que ocupamos, el presente que nos toca. En cada historia que contamos aparece nuestra trayectoria y ahí están nuestras perdidas, nuestros deseos, nuestros desperdicios y aquello que no llegó a realizarse.es decir, cada historia, y todas esas letras que nos habitan, moldean a uno con todo aquello que fue y en igual proporción, todo aquello que no llegó a nosotros. Por eso, todas esas letras que nos han traído hasta acá, merecen nuestro reconocimiento, ya que por ellas comprendemos mejor al mundo, a nosotros mismos y a nuestros fantasmas.