Dónde va la Laguna de Ponce cuando no llueve

Es un lugar del que no se sabe mucho pero existe y tiene una historia que contar. Un reservorio natural de agua en el sur de la ciudad en donde supo haber un hipódromo y una familia que vino de Europa a trabajar en estas tierras.

Sulky de carrera. Foto: Romina Elvira.
Luis Alberto y un viejo sulky. Foto: Romina Elvira.
Luis Alberto Burla mira el campo y cuenta la historia de su familia. Foto: Romina Elvira.
Luis Alberto Burla. Foto: Romina Elvira.
Luis Alberto Burla. Foto: Romina Elvira.
Carreras de trote en Laguna de Ponce, década del '60. Archivo familia Burla.
Francisco Burla. Archivo familia Burla.
El Mar del Plata Trote Club a principios de los '80. Archivo familia Burla.
El Mar del Plata Trote Club en sus épocas de esplendor. Archivo familia Burla.
Antigua señal de la pista de trote. Foto: Romina Elvira.
Una huella es lo que queda de la pista de 1600 m. Foto: Romina Elvira
Antiguo puesto de control de la pista. Foto: Romina Elvira.
Las boleterías en donde se hacían las apuestas. Foto: Romina Elvira.
"Prohibida la venta de boletos a menores". Foto: Romina Elvira.
La abandonada sede del Mar del Plata Trote Club. Foto: Romina Elvira.
Algún antiguo artefacto agrícola, testigo del paso del tiempo. Foto: Romina Elvira.
Un caballo muy cerca de la orilla de la laguna. Foto: Romina Elvira.
El lecho de la laguna, hoy seca, cubierto de juncos. Foto: Romina Elvira.
Señal oxidada de los 1000 metros del viejo hipódromo. Foto: Romina Elvira.
Un poco de agua se puede ver debajo de los juncos. Foto: Romina Elvira.
La rivera de la laguna, paisaje de invierno. Foto: Romina Elvira.
Barro y algo de agua en el lecho de la Laguna de Ponce. Foto: Romina Elvira.
3 de Agosto de 2019 14:44

Hay capítulos de la historia de Mar del Plata que aún no están escritos y que se sostienen en el tiempo gracias al recuerdo de los descendientes de los protagonistas o en las tradiciones orales; viejas historias que van pasando de boca en boca y de generación en generación, en cuyo proceso algunos datos se van perdiendo y otros se exageran un poco. 

El caso de la Laguna de Ponce es particular ya que no hay mucho escrito al respecto y casi no hay imágenes. Nadie la vio, nadie la conoce y prácticamente nadie escuchó hablar de este lugar del sur de la ciudad. Sí, hay otra laguna en Mar del Plata, más allá de la reconocida Laguna De Los Padres. Lo que pasa es que la Laguna de Ponce a veces tiene agua y a veces está seca. Figura en los mapas de General Pueyrredon y 0223 fue a buscarla para conocer su historia.

 

La Laguna

Según entendidos en hidrografía de Obras Sanitarias a los que consultó 0223, se trata de un reservorio natural, una reserva en donde se acopia el agua de lluvia de manera natural. Hay momentos en que está más seca o con mayor volumen de agua, dependiendo de la intensidad de las lluvias y cómo son los escurrimientos. Pertenece a la cuenca alta del arroyo Las Chacras.

El predio en el que se encuentra la laguna, es una antigua estancia que está en el camino Tomás Yemehuech, el cual une la avenida Antártida Argentina con la avenida Victorio Tetamanti. Este viejo camino de tierra y de difícil acceso cuando llueve, nace en el denominado camino viejo a Miramar, a unos 150 metros del acceso al Cementerio Parque, y recorre algunos kilómetros hasta terminar en el barrio Parque Hermoso, en donde es más conocido como calle 1.

La Laguna de Ponce no es un cuerpo de agua permanente, sino que se llena cada tanto, cuando llueve mucho, actúa como una suerte de regulador natural de las lluvias, que luego son absorbidas por las napas. En esta época del año cuenta con algo de agua que se puede observar por debajo de los juncos que cubren por completo el lecho de aproximadamente 27 hectáreas. Esta laguna, es una de las abastecedoras de la cuenca del arroyo Las Chacras, que atraviesa la ciudad por debajo de nuestros pies ya que fue entubado hace muchos años y tiene su desembocadura en Punta Iglesia.

Luis Alberto Burla es el propietario de los terrenos en donde está la Laguna de Ponce y ante la consulta de 0223 no dudó en afirmar que “es una belleza, verla llena de agua es hermoso, es como una pileta gigantesca”. Según Burla, cada tanto se puede observar alguna nutria, se escucha el canto de las ranas, y hay una buena cantidad de aves autóctonas y migratorias que llegan hasta el lugar. “Cuando llueve mucho se llena porque llega el agua de las lomas linderas”, señaló.

 

La familia Burla

Luis Alberto vivió toda la vida en este lugar, al igual que su padre, pero el primero de la familia en llegar a estas tierras fue su abuelo, Luis Burla, que se afincó en la zona aproximadamente para 1925. Los lotes eran de la familia Peralta Ramos a quienes en principio, Luis Burla, recién llegado de Italia, alquiló las 118 hectáreas que comprenden la estancia y que posteriormente sus hijos, Francisco y Filiberto, pudieron adquirir de manera definitiva.

Cuando Luis Burla llegó a esos terrenos, a mediados de la década del ’20, la laguna ya era conocida como De Ponce. Cuenta la historia, más bien una tradición oral de los baqueanos de la zona en aquellos primeros años del siglo XX, que una viejita vivía sola en un rancho en la orilla de la laguna y que se apellidaba Ponce. Luis Alberto calcula que esta señora habría vivido en este lugar, alrededor del año 1900 y de ahí proviene el nombre de la laguna.

Los Burla se dedicaron desde siempre a la agricultura y la ganadería, en esas tierras que en su momento no estaban tan cerca de Mar del Plata: “lo que pasa es que ya estamos muy encima del pueblo, se fue arrimando la ciudad”, sostuvo Luis Alberto y recordó que “en los años ‘50 teníamos que ir en sulky hasta lo que hoy es Jacinto Peralta Ramos y 12 de Octubre, lo dejábamos ahí, e íbamos con mi madre en colectivo hasta el centro, a la tienda Los Gallegos a comprar algunas cosas para la casa”.

Francisco Burla, padre de Luis Alberto, nació, como se acostumbraba hasta hace no tantos años, en su casa. “El primer lugar en donde vivió la familia en estos lotes fue un viejo puesto que ya estaba cuando llegó mi abuelo, una construcción muy antigua de anchas paredes de piedra que quién sabe desde cuándo estaba ese rancho, y ahí nació mi papá”, recordó. Fueron Francisco y su hermano Filiberto los que con gran esfuerzo afirmaron el canal de salida que tenía la laguna para que no haya desbordes; el punto de partida del arroyo las Chacras.

Filiberto, hijo de Luis Burla y tío de Luis Alberto, tenía una pasión: los caballos y las carreras de trote con sulky. Tal era la fascinación que tenía por aquello, que fue uno de los impulsores de la actividad en la zona y hasta habilitó una pista que bordeaba la laguna.

 

Las carreras de trote

Junto a la laguna, están los restos de lo que alguna vez fue el Mar del Plata Trote Club, un hipódromo específico para competencias de trote. Eran carreras de caballos con un sulky de carrera y un conductor, en donde los animales sólo podían trotar, ni correr ni galopar, ya que a lo largo del recorrido había veedores que controlaban este aspecto.

Alcanzaban velocidades entre los 40 y 50 kilómetros por hora, lo cual en un vehículo tan pequeño es significativo, genera una gran sensación de velocidad. “Cada tanto podía haber algún tipo de accidente o alguien que salía lastimado pero nunca pasó nada grave”, recordó Luis Alberto.

 Hoy está abandonado, pero tuvo su época de esplendor, de mucha actividad y siempre en un entorno muy familiar. Los fines de semana o cada 15 días se corrían las carreras. En la década del ’80  se llegó a correr el Campeonato Nacional de la categoría y para esas fechas venían competidores de Córdoba, Hurlingam, Pehuajó, Trenque Lauquen, etcétera. Se llegaban a inscribir más de 50 caballos que corrían en distintas categorías.

Según Luis Alberto, “acá ya no se estilan estas carreras, pero todavía continúan estas competencias en la zona de Trenque Lauquen y en Navarro”. Los competidores pagaban una inscripción y según el resultado que obtenían, se hacían de un premio, en tanto que los espectadores podían comprar sus boletos de apuesta, siempre y cuando fuesen mayores de edad.

La actividad hípica en Laguna de Ponce comenzó algunos años antes de 1950 y continuó, con algunas idas y vueltas, hasta casi 2010, mientras se ocupó el padre de Luis Alberto. Mucha gente, a veces más de 500 personas llegaban al predio a ver las carreras y pasar el día en un lindo entorno natural.

La pista tenía 1600 metros de longitud, era un óvalo típico para este tipo de competiciones, de la cual aún queda una huella, un antiguo puesto de control y algunas oxidadas señales de demarcación. El centro de la pista, hoy transformado en un enorme maizal, fue también escenario de doma y jineteada entre 1980 y 1985.