“El pacto de la novela policial es de confrontación de inteligencias con el autor"

El escritor y matemático Guillermo Martínez será parte del ciclo Verano Planeta. Junto a Florencia Etcheves conformarán una mesa de debate sobre Crímenes y pecados: variantes del género policial.  “Para mí hay algo profundamente humano en la novela de intriga que tiene que ver con esta sospecha que se desliza sobre todos los personajes” sostiene el autor de Crímenes Imperceptibles.

12 de Enero de 2020 14:22

“Lo que me interesaba era desarrollar toda una historia oculta en una sola frase, ese fue el elemento de intriga que me llevó a escribirla y todo lo que fue apareciendo después, a medida que iba escribiendo, fue por añadidura” sostiene Guillermo Martínez sobre Los crímenes de Alicia (Destino- 2019), la novela que le permitió obtener el prestigioso Premio Nadal en su edición número 75.

La vida de los personajes, así como el  proceso de escritura, está poblada de conexiones interesantes con la lógica, con los juegos del lenguaje y la vida de Lewis Carroll, y se vincula a la fotografía como a la matemática.  El propio autor define ese proceso de escritura como “Una aventura del conocimiento para mí mismo y ojalá también lo sea para los lectores”.

La novela funciona como una secuela de Crímenes imperceptibles, compartiendo el escenario de la ciudad británica de Oxford: una serie de crímenes, algunas paradojas matemáticas y, por supuesto, al profesor de lógica Arthur Seldom a quien se le suma un estudiante argentino denominado G. Es así que una frase de una hoja de diario íntimo arrancada y perdida  puede llevar a la verdad sobre parte de la vida de Lewis Carroll.

Una novela policial.  Todo un policial de intriga o de enigma, uno de los géneros más viejos en el mundo literario, que aún sigue generando seguidores y funcionando como iniciador en la lectura. “La atracción de la intriga policial tiene que ver por un lado con esa especie de desafío a la inteligencia que es una novela policial. El pacto de esta es de confrontación de inteligencias con el autor. El lector pretende anticipar o leer entre líneas lo que ocurre, es decir,  es como un juego del gato y del ratón en cierto modo la novela de intriga. Hay otros subgéneros como la novela negra que tienen códigos diferentes. Pero la novela de intriga, que es la que más me interesa a mí dentro del policial, tiene por un lado este pacto de confrontación de inteligencias, pero el otro atractivo para mí también está en que uno está obligado a sospechar en los motivos de todos los personajes y a mirar a todos los personajes en sus posibles dobleces. Eso es algo que es muy humano. Tratar de poder penetrar en lo que verdaderamente se esconde detrás de las apariencias, detrás de lo que aparece inocente, detrás de la superficie de las personas. En ese sentido la novela de intriga me parece más inquietante que la novela negra, ya que te obliga a desconfiar de todo”, sostiene Martínez.

-La novela negra, decía Piglia, muestra un policial como espejo de la sociedad.

- Él lo decía porque hay ahí un interés por testimoniar el estado de la sociedad con relación al crimen, al poder y al dinero. Para él, la novela negra ponía en juego estos dos factores y cómo se articulaban el poder y el dinero en la sociedad. Por eso, en comparación, a la novela de intriga  se la suele despreciar con el argumento de que muchas veces son artificiosas, pero para mí hay algo profundamente humano en la novela de intriga que tiene que ver con esta sospecha que se desliza sobre todos los personajes.

En la novela se encuentran dos planos. Uno donde se habla sobre los datos biográficos de Lewis Carroll o hechos de su vida, lo cual está absolutamente documentado en una investigación previa que hizo el propio Martínez, y el otro es la intriga propiamente dicha, que es la parte ficcional. Los planos se articulan en la narración, pero quedan bien delimitados. Entonces, ¿cómo se trabaja con una figura tan polémica y, hoy, tan prejuzgada como Lewis Carroll? El autor manifiesta que “En cuanto a la cuestión sobre cuál era la verdadera naturaleza de su relación con las niñas y las fotos que él les sacó, bueno, eso es también otra discusión entre biógrafos que yo pongo en escena. Hay algo así como un juicio a Lewis Carroll en el final, como una discusión sobre todos estos aspectos con ataques y defensas. Entonces parece que el lector es el que termina de definir, de acuerdo a sus criterios, pero te diría que hay muchos elementos de defensas también que puede aducir un defensor de Carroll. Es decir que es algo dudoso porque no hay una evidencia definitiva, hay indicios de que amaba a las niñas pero no hay evidencias de que alguna vez haya transgredido físicamente a alguna”, dice.

-¿Te generó alguna duda antes de publicarlo?

- Tuve mis temores a la hora de publicarla porque hay una cierta susceptibilidad de época con relación a varios temas, pero me gusta recordar siempre una frase de Liliana Hecker, que tengo casi como una divisa, que dice “Un escritor no le puede tener miedo a la imaginación”. Me parece que está bien separar mundos, porque si no la ficción va a terminar siendo un catálogo de buenas intenciones e inclinándose a cierto puritanismo que vemos tomarlo todo. Me parece saludable que la ficción sea lo que siempre ha sido: una exploración de la naturaleza humana con todas sus miserias y su crueldad, sus infiernos, etc. Siempre digo que lo esencial en la literatura es el mal, la literatura vive del mal en todas sus variantes y en sus perversiones, las malformaciones y lo exótico, entonces no se puede hacer una literatura de buenas intenciones. Hay que separar con cuidado lo que son derechos ciudadanos y comportamientos civilizados de lo que es el mundo de la literatura.

Parte de la obra de Guillermo Martínez ha sido trasladada al cine o al mundo de las series. ¿Será tiempo de empezar a buscar el condimento literario en este formato o siguen siendo competencia? Según él “Hay algo específico en la literatura que no es trasladable al cine”. Pero sí compiten con la literatura en cuanto al tiempo que le dedican los potenciales lectores. Pero en cuanto a la naturaleza de una serie, “para mí no tiene que ver con la de una novela” dice. Y argumenta, “porque la novela tiene, y menciono solo alguna de las posibilidades, la posibilidad del monologo interior, la reflexión, la detención de un razonamiento. Todos estos mecanismos no pueden llevarse fácilmente al cine. Además, hay algo también de la belleza de la palabra, de las imágenes, de las formas en que se disparan las imágenes  dentro de la literatura con respecto a cómo aparecen ya impuestas en la pantalla. En la literatura uno crea los rostros, crea las personalidades, la intencionalidad de las pasiones, hay mucho más de cierta generación de la cabeza del lector. En la pantalla uno se atiene a lo que se ve. Hay por supuesto una reacción, pero pareciera que gran parte de las decisiones ya las tomaron. Para mí la experiencia es muy diferente”.

Los Crímenes de Alicia: una novela de intriga con elementos de epistemología, de filosofía a través de reflexiones, del lenguaje y de algunos teoremas de lógica matemática. Estamos frente a un  género híbrido donde uno nota que lo imposible puede lograr cierta perfección. Dice Sófocles en su tragedia Áyax que “nada somos cuanto vivimos, sino apariencias y sombras vanas”. Apariencias y sombras que vamos develando, enigmas tras intrigas, durante nuestra vida, como si de algún género literario nos desprendiéramos.

*Guillermo Martínez  se presentará junto a Florencia Etcheves en el ciclo Verano Planeta este 13 de enero a las 21 en el Hotel Costa Galana.