Argentina-China: fortalezas y debilidades de una relación estratégica

Argentina refuerza su relación con China y se acerca a la Nueva Ruta de la Seda. 

Alberto Fernández durante la conversación telefónica con Xi Jinping,

6 de Octubre de 2020 07:42

“Queremos que más productos argentinos y con mayor valor agregado ingresen a China”, la frase destacada en el comunicado del gobierno es del presidente de la República Popular China, Xi Jinping, y corresponde a una conversación de 40 minutos  que mantuvieron el líder chino y Alberto Fernández el martes 29 de septiembre en el marco del 71 aniversario de la fundación. 

El diálogo incluyó agradecimientos del mandatario argentino por la renovación del Swap entre los bancos centrales de ambas naciones y una invitación formal de parte al país asiático cuando la pandemia lo permita.  El apoyo del gigante de Oriente en estos tiempos de crisis, soledad y presiones por doquier no es un tema menor para el gobierno nacional. 

Relación histórica

El vínculo entre ambos países no es nuevo. En  noviembre 2004, en los comienzos del proceso post neoliberal que dio surgimiento a liderazgos nacionales-populares, Néstor Kirchner puso el ojo y viajó a China para reunirse con el entonces presidente, Hu Jin Tao. En esa gira, Kirchner recordó los lazos de amistad y comercial que unen a los dos países desde la normalización de relaciones en 1971 y se empezó a delinear un vinculo estratégico.

“Sin confrontaciones en lo bilateral, con coincidencias en nuestra agenda internacional, debemos incrementar aún más las relaciones”, dijo el entonces presidente en un discurso en donde se hizo hincapié en la importancia de potenciar la relación económica. La misión fue comercial pero al mismo tiempo, hubo una lectura  geopolítica, ya que, China empezaba a consolidar su estatus de potencia emergente. Tal como lo había planteado en el discurso de asunción del 25 de mayo de 2003: “Partidarios hacia la política mundial de la multilateralidad como somos, no debe esperarse de nosotros alineamientos automáticos sino relaciones serias, maduras y racionales que respeten las dignidades que los países tienen” , dijo en un pasaje poco recordado de ese discurso. 

La apelación a Kirchner sirve para entender el proceso que derivó en la consolidación de la Asociación Estratégica Integral rubricada durante la visita de Xi Jinping en 2014. En este caso, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner recibió a su par chino con Argentina necesitada de financiamiento, en el marco del conflicto con los Fondos Buitres, los mercados cerrados y una estrategia política basada en la multipolaridad como poder contra hegemónico al de los Estados Unidos.

La llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada alineó al país con la Casa Blanca y su estrategia comercial del Tratado Trans Pacífico (TTP)  a través de la Alianza del Pacífico y puso en pausa buena parte de las inversiones chinas como las represas en Santa Cruz que terminó con el gobierno chino frenando la compra de soja. El tiempo pasó, el mundo de Obama se derrumbo y las necesidades volvieron a poner a China en el radar argentino.

¿En qué instancia estamos ahora?

La relación comercial con China ha sido de dinamismo y crecimiento a lo largo de dos décadas. El comercio bilateral se incrementó de U$S2 mil millones a cerca de U$S 16mil millones dentro de este periodo ubicando a China como nuestro primer socio comercial, según datos oficiales del primer semestre del año. La evolución en términos de volumen no ha sido acompañada por la composición del comercio que se sostuvo por la provisión de  commodities agrícolas.

El desafío es la diversificación de la cartera de bienes, el incremento en la participación de bienes con mayor valor agregado y la profundización de procesos de inversión y producción conjunta entre actores de ambos países que permitan optimizar la complementariedad existente entre ambas economias. Aquí se destaca el desarrollo de la cadena de valor porcina al mercado Chino y terceros países a partir de inversiones conjuntas entre empresarios chinos y argentinos

El sector de la producción de alimentos no es el único rubro en el cual nuestro Argentina presenta capacidades competitivas a nivel global. El desarrollo tecnológico en material satelital, las agtech y los SBC son otros de los campos donde el gobierno pretender proyectar la relación con Pekín. 

En este contexto,  también aparece en el horizonte la Nueva Ruta de la Seda del que Argentina podría adherirse cuando se pueda realizar el viaje de Alberto Fernández a Pekin. ¿De qué se trata? Es un mega proyecto internacional lanzado por China en 2013 que consiste en el establecimiento de dos vías, una de infraestructuras terrestres y otra marítima, que mejorarían las conexiones chinas tanto en el continente asiático como hacia el exterior, otorgándole más poder e influencia a China en términos económicos y políticos a nivel mundial.

La Nueva Ruta de la Seda no se limita a lo comercial sino también incluye la variable militar y financiera. Por ejemplo, China tiene una base militar en Yibuti, en el cuerno de África, para controlar el estrecho de Bab al Mandeb, de gran importancia estratégica en la ruta marítima.

Aspectos negativos

Aquí surge un problema llamado Estados Unidos. El gobierno de Donald Trump ha dejado claro su intención de frenar cualquier tipo de incidencia china en la región y, en el medio de una negociación con el Fondo Monetario Interacional, Argentina deberá hacer un fino equlibrio.

Desde Cancillería entienden  seguramente vayan a existir presión pero, dicen, “ la Argentina debe buscar su camino en un contexto internacional difícil, donde nadie regala nada, a partir del diálogo con todas las partes  y la búsqueda compromisos beneficiosos sobre la base de un equilibrio para con o entre  las fuerzas dominantes”. 

En relación a los tiempos para la incorporación al proyecto chino, desde el Palacio San Martin reconcen que “ellos (China) no están apurados, tienen paciencia oriental y nosotros compramos nada a libro cerrado. Lo que está claro es que esto nos conviene más que el acuerdo de libre comercio con Corea del Sur”.

El segundo riesgo que puede implicar una relación frontal y directa con China es la reprimarización de las exportaciones. La necesidad de aumentar las ventas ante la falta de divisas podría genera que Argentina opte por la urgencia y postergue la mirada de mediano y largo plazo. Por el momento, la diversificación aparece en la retórica china pero, como dice la frase, del dicho al hecho hay un largo trecho.

Argentina se sumaría a Chile, Perú y Uruguay que ya se incorporaron a la Nueva Ruta de la Seda y demostraron que se puede mantener una relación equilibrada entre EEUU y China. ¿Cómo se hace?, le pregunté una a fuente de Cancillería: “Neutralidad activa, multilateralismo defensivo y seguir en paralelo reforzando vinculo con EEUU”, respondió.

Argentina necesita un aliado poderoso y China lo es. El vínculo estratégico incluye aspectos comerciales y alcanza la vida partidaria en donde el Partido Justicialista y el Partido Comunista Chino tiene una relación muy estrecha. Esto debe ser fortalecido pero sobre la certeza de que el mundo es un campo minado en el cual un paso en falso puede generar consecuencias.