Pedro Benoit, el ingeniero que proyectó la obra de la Catedral sin cobrar un centavo

Fue el agrimensor que diseñó el trazado urbano de una docena de ciudades bonaerenses y estuvo a cargo de la construcción de ocho iglesias, entre ellas, la Catedral de La Plata. Ya jubilado, eligió Mar del Plata para vivir sus últimos años. Uno de sus descendientes revela detalles de su vida.

Pedro Benoit empezó a trabajar como agrimensor de la provincia de Buenos Aires a los 14 años.

22 de Noviembre de 2020 08:04

Aunque gran parte de su obra arquitectónica se concentró en la ciudad de La Plata, Pedro Benoit eligió pasar los últimos años de su vida en Mar del Plata en donde, ya consagrado y jubilado, fue autor del proyecto de la Catedral, una de las obras más imponentes que tiene la ciudad. Pero, ¿quién fue y cómo pensaba este personaje aportó su conocimiento y creatividad sin cobrar un centavo?

Benoit nació en 1836 en el seno de una familia acomodada -su padre, Pierre Benoit, también arquitecto, era descendiente de la corona francesa-, en una Buenos Aires convulsionada por el enfrentamiento de unitarios y federales. En 1850, con apenas 14 años, comenzó a trabajar en el Departamento Topográfico y Estadísticas de la provincia de Buenos Aires -que luego se denominó Departamento de Ingenieros-, en carácter meritorio, y estuvo allí hasta que se jubiló, como ingeniero. Sus primeros trabajos como agrimensor tuvieron que ver con la nivelación del territorio y el registro orográfico de Buenos Aires. También estuvo a cargo del diseño del trazado urbano de más de diez ciudades bonaerenses, entre ellas Merlo, Morón, Azul, Bahía Blanca, Ituzaingó y Magdalena. 

Según cuentan sus memorias, cuando viajó a Bahía Blanca acompañado por una comitiva de la Confederación, cumplió con su función en medio de permanentes ataques por parte de los pueblos originarios que ocupaban los campos cercanos a la ciudad, en donde hoy se erige la localidad de Punta Alta. Benoit no aceptó, en ningún caso, que le retribuyeran su labor con la donación de tierras. “Estamos hablando de un personaje de la generación de los ‘80 que no aceptó ninguna otra retribución por fuera de su sueldo, lo que muestra a las claras cuál era su impronta, su pensamiento en cuanto a la función pública”, dice Alejandro Zucarelli Benoit (43), descendiente del ingeniero y autor de Pedro Benoit, el prócer olvidado (Ediciones paraclitus, 2019), una biografía novelada que reconstruye en base a registros históricos y familiares la vida de un hombre que forma parte de la historia local.

Benoit no aceptó las donaciones de tierras que le ofrecieron por el diseño urbano de distintas ciudades bonaerenses. 

Además, tuvo una participación activa en la comisión de médicos higienistas de Merlo -ciudad en la que vivió durante 20 años- conformada hacia comienzos de 1871, cuando la fiebre amarilla llegó al país y dejó el saldo de 13.614 víctimas fatales. A pesar de no ser médico, Benoit colaboró con la difusión de medidas de seguridad sanitaria, yendo casa por casa a explicarle a los pobladores cómo debían hacer un correcto lavado de frutas y verduras y el saneamiento del agua. Su obra se centró, sobre todo, en La Plata, en donde incluso fue electo concejal en 1890 y luego intendente municipal, entre 1893 y 1894.

Amigo de Dardo Rocha y Eduardo Peralta Ramos, hijo del fundador del pueblo, Benoit llegó a Mar del Plata por primera vez en 1874 y se enamoró del paisaje de la incipiente ciudad balnearia. Sin embargo, recién a fines de 1896, ya jubilado, se radicó en la zona de manera definitiva. Fue recibido con una gran fiesta organizada por Peralta Ramos, quien durante los primeros días le dio cobijo a él y a su familia en su propia casa, hasta que se mudó a un inmueble que compró en la avenida Colón y que fue demolido tiempo después de su muerte. Por ese entonces, fue nombrado vicedecano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Facultad de La Plata, por lo que viajaba continuamente entre ambas ciudades.

Fue por esa época que, al ver que la población estable de Mar del Plata crecía exponencialmente, un grupo de mujeres provenientes de las familias de tradición católica más adineradas del pujante poblado planteó al intendente Clemente Cayrol la necesidad de construir un templo más grande y la figura de Pedro Benoit volvió al centro de la escena: el proyecto de la obra de estilo neogótico, una de las más significativas que iban a construirse en la historia marplatense, quedó en sus manos. No iba a ser el primero de esas características: antes había trabajado en la construcción de la Basílica San Ponciano y la catedral de La Plata, además de otras iglesias en Merlo, San Justo, Moreno, Ensenada, San Vicente, Benito Juárez y Azul

Benoit no llegó a ver la obra de la Catedral finalizada. La terminó su hijo, Pedro Juan Benoit.

“A Benoit le encantaba vivir en Mar del Plata y cuando surgió que a la ciudad le hacía falta una imponente catedral, él no dudó en tomar el proyecto por el que no cobró un centavo. Incluso, si bien el gobernador de Buenos Aires contribuyó con la obra, él también puso plata de su bolsillo”, advirtió Zucarelli. 

Si bien la obra de la Catedral la inició él, fue finalizada por Pedro Juan Benoit, uno de sus diez hijos; el único en seguir sus pasos. Su heredero, incluso, fue el autor del palacete de Villa Santa Paula, la residencia de veraneo de la familia de Dardo Rocha, ubicada en Lamadrid y Garay. 

Benoit murió el 4 abril 1897 a los 61 años, producto de una insuficiencia cardíaca. Esa mañana, la última, recorrió el obrador para controlar el avance de los trabajos que se erigían en San Martín y Mitre. Sin embargo, al regresar se descompensó pero se negó a ser atendido por su médico de cabecera, Ángel Garay. Falleció esa noche en su propia casa.