Terminó la demolición de Torres y Liva: ahora los vecinos buscan sus pertenencias entre los escombros

En la esquina de Rivadavia y 20 de Septiembre todo quedó reducido a una pila de restos de hormigón. Defensa Civil convocó a quienes vivían sobre la distribuidora para que retiren sus pertenencias.

13 de Febrero de 2020 10:26

Por Redacción 0223

PARA 0223

A menos de una semana del inicio de la demolición de lo que quedaba de la distribuidora Torres y Liva y el edificio que había arriba, la empresa Grupo Mitre SA concluyó la etapa de derrumbamiento y ahora en la esquina de Rivadavia y 20 de Septiembre todo quedó reducido a una montaña de escombros. De allí, los vecinos que vivían en los departamentos demolidos tratan de rescatar sus pertenencias.

Si bien esto estaba previsto desde el principio en el plan de obra, la situación no es menos dolorosa para los damnificados que el 15 de diciembre pasado, en medio de las llamas, escaparon con lo puesto de sus casas. “Duele ver cómo cae todo lo que construimos durante años, sobre todo porque en mi casa estaba todo tal cual lo dejé”, dijo Cintia, una de las vecinas convocadas por Defensa Civil para que revisen si pueden rescatar algún elemento de su propiedad.

La mujer lamentó que durante este tiempo los hayan ilusionado con la posibilidad de ingresar ellos mismos a los departamentos, pese que a en todo momento las autoridades aseguraban que la estructura presentaba riesgo de derrumbe inminente. “Conseguí otro  departamento y ahora estoy volviendo a empezar”, contó en diálogo con 0223.

Otra de las presentes en el lugar este jueves a la mañana era Liz Benítez, la vecina que el martes se había encerrado en el departamento para retirar sus cosas antes de que siguiera la demolición. “Siento mucha angustia, impotencia”, dijo la vecina, quien insistió en que “era mentira el riesgo inminente de derrumbe” y aseguró que por eso pudo estar durante varias horas en el interior de la casa sin correr peligro.

Sobre ese día, Benítez dijo que pudo ingresar al predio vallado porque “no había nadie cuidando” y que, una vez adentro del departamento, sólo con la linterna del celular, rastreó unas tarjetas de memoria y un pen drive que contenía información importante para su familia. En ese sentido, Liz reconoció que ya había ingresado al lugar el 20 de enero, oportunidad en la que había podido recuperar recuerdos de su bebé fallecido. “Fue muy doloroso ver cómo la máquina tiraba nuestras cosas”, lamentó.

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