Votar en pandemia 

Bolivia, Venezuela y Brasil deciden aspectos importantes de su futuro en elecciones atravesadas por el coronavirus.

9 de Junio de 2020 07:01

Antes que el coronavirus se apoderara de nuestra vida para cambiarla para siempre, algunos países tenían por delante un cronograma electoral. De esta manera, las elecciones presidenciales en Bolivia, comicios legislativos en Venezuela y municipales en Brasil entraron en un periodo de incertidumbre que en algunos casos se mantiene producto del aumento de la curva de infectados y muertos por la pandemia. 

Si bien la región tenía en agenda otras votaciones como las municipales en Paraguay y las elecciones generales realizadas en Surinam, Guyana y República Dominicana, el análisis se focalizará en procesos que pueden ser determinantes para el futuro de estos países como el retorno de un gobierno legitimo en Bolivia, la posibilidad de encausar la eterna crisis venezolana y el primer termómetro social para Jair Bolsonaro en Brasil. Sin menospreciar al resto, estos cuatro sucesos pueden marcar el devenir futuro de nuestro continente. 

Venezuela, en el barro de siempre

No es una novedad decir que Venezuela se encuentra en una disputa interna que hace difícil ver luz al final del túnel. El convulsionado inicio de segundo mandato de Nicolás Maduro vino acompañado de una pérdida de legitimidad, una profundización de la presión internacional, sobre de Estados Unidos y una anomalía institucional marcada por la autoproclamación del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó. 

Durante todo el 2019 navegamos por las aguas turbias de  golpes fallidos y amenazas de intervención militar que no hicieron más que fortalecer el poder de Nicolás Maduro y su alianza con las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB). 

Estamos en junio de 2020, Maduro sigue firme en el Palacio de Miraflores manejando los tiempos políticos de su país ante una oposición dividida que no logra inclinar el escenario a su favor y, lo más importante, controlando los recursos del Estado. 

En ese sentido, la pandemia le vino como anillo al dedo al gobierno para reforzar el perfil autoritario y poner en suspenso las elecciones legislativas de este año que renueva una Asamblea Nacional con mayoría opositora pero prácticamente sin capacidad de intervención, ya que, desde enero de 2016 que se encuentra en desacato por no respetar  una sentencia emitida por el Tribunal Supremo de Justicia de no juramentar a diputados que incurrieron en delitos electorales.

Desde entonces, el ejecutivo gobernó con el TSJ y la Asamblea Nacional Costituyente que no escribió ni una coma de la nueva Constitución pero funcionó como Congreso paralelo. 

La oposición liderada por Juan Guaidó no solo no logró mantener la movilización social ni dividir a las FANB para sacar a Maduro sino que también debe lidiar con la directiva del otro opositor Luis Parra quien se autopercibe presidente de la Asamblea Nacional desde enero de este año con apoyo del chavismo.

Los partidos opositores a Maduro tienen un dilema que no logran resolver: o continúan con una agenda insurreccional a la espera de los frutos de la presión internacional o encaran un proceso de elecciones respetando lo que de allí surja. No hay una sola mirada a este respecto. 

Griselda Colina es presidenta del Observatorio Global de Comunicación y Democracia, dialogó en exclusivo con 0223  sobre la coyuntura venezolana y dijo que "las elecciones deben realizarse en el marco de una pandemia que nos llega en una emergencia humanitaria compleja que organizaciones de la sociedad civil vienen denunciando desde 2015 y no fue causada por una guerra o un desastre natural sino por el quiebre institucional del país". "Esto presenta retos muy graves, tenemos hiperinflación, una dolarización de facto, crisis en hospitales y en la gasolina", agregó. 

La última noticia que nos permite dudar de la posibilidad de la efectigización del proceso electoral es que, a través de las sentencias N° 65 y 68, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), no autoriza a la Asamblea Nacional de Guaidó a convocar a elecciones y se adjudicó la facultad de designar nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. 

En ese sentido, Corina destacó que "para la realización de una elección libre con garantías para el elector y los candidatos, se necesita voluntad política y acuerdos que todavía pueden ser posible a pesar de la decisión del TSJ". "Además de las garantías políticas tendremos que tomar elementos de tipo técnico ya sea de auditorias como del hardware, ya que, en marzo pasado se quemó el 80 por ciento en un país con el 100 por ciento del voto automatizado".

El gobierno de Nicolas Maduro necesita una proceso electoral que dote de transparencia a su gobierno pero el mandatario aseguró el 19 de abril que tiene como prioridad evitar más contagios del nuevo coronavirus en Venezuela y planteó retrasar las elecciones parlamentarias. Así, la posibilidad de las elecciones a fin de año se va alejando aunque no hay que descartarla por completo. 

 

Bolsonaro mide su apoyo

En octubre de este año, Brasil debería someterse a elecciones para votar alcaldes y renovar Concejos Municipales. Este proceso es una prueba de fuego para saber el nivel de apoyo del oficialismo en todo el país y medir la capacidad de la oposición de articular una propuesta que lo ubique con chances de vencer al gobierno en las presidenciales del 2022. 

En la intensa coyuntura brasileña lo que menos se discute es el proceso electoral, pues, entre la curva imparable del coronavirus, los escándalos de Jair Bolsonaro y los pedidos de juicio político hace un combo muchas veces difícil de abordar. De esta manera, el escenario se presenta configurado en tres patas: el oficialismo, la centroderecha no bolsonarista y la oposición progresista. 

Bolsonaro se encuentra sin partido y negocia contra reloj apoyos parlamentarios con el grupos de diputados de centro derecha llamado "Centrao". Esto le sirve para frenar cualquier intento de destitución pero no para construir una alianza nacional para competir electoralmente. Bolsonaro apuesta todo al núcleo duro de 25/30 por ciento que lo sigue apoyando y, según una encuesta divulgada en marzo de este año, un 22 por ciento votaría por sus candidatos.

Las municipales de 2016 coincidieron con el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff y el pico más alto de la Operación Lava Jato. Fue golpe durísimo para el Partido de los Trabajadores que perdió bastiones importantes como Recife y San Pablo, donde Fernando Haddad fue derrotado por el hoy gobernador paulista, Joao Doria. Esos comicios fueron letales para el PT, ya que, dilapidó el 60% de su fuerza electoral y pasó de ser la tercera agrupación con más alcaldías (638) ha a ser la décima con 254.

Más alla de como se desarrollen las alianzas en cada territorio, la oposición también mide su capacidad de construir una alternativa. La derecha se presenta más critica del perfil de presidente que del modelo económico que encarna y muestra figuras como la del exjuez y ex ministro de Seguridad y Justicia, Sergio Moro, el gobernador de San Pablo Joao Doria o el preisdente de la Camara de Diputados, Rodrigo Maia. 

Por otro lado, el progresismo pone a prueba su vocación de unidad. El partido mayoritario es el PT quien está juntando voluntades tratando de evitar la tension que genera su hegemonismo, por ejemplo, en Ciro Gomes quien prefiere correrse a la derecha antes de acordar con lo que denomina el "lulopetismo". La reciente invitación de la red Globo a un debate entre Fernando Henrique Cardoso, Ciro Gomes y Marina Silva sin el PT muestra el juego de uno de los medios de comunicación mas importante respecto a la fuerza de oposición más importante de Brasil. 

En este marco, el periodista brasileño Sidney Rezende planteó en conversación con 0223 que "las elecciones de este año se pospondrán hasta noviembre, a más tardar hasta el 10 de diciembre. No hay condición de que ocurran en la fecha actual de octubre".

 

Sobre la importancia de los comicios para Bolsonaro, Rezende planteó que "la elección de alcaldes no es exactamente mortal para el presidente Bolsonaro.  No debe interceder para no contradecir su base electoral. Es demasiado pronto para decir si el grupo del presidente saldrá victorioso, aunque ha estado perdiendo un apoyo importante".  "El presidente no está bien calificado en este momento", resaltó.

Este es el cuadro político que podría ponerse en marcha si las elecciones se realizan. El Tribunal Supremo Electoral presidido por Rosa Weber ratificó los comicios y confirmo agosto como el mes de inicio de campaña. 

 

 Bolivia busca recuperar la democracia

A diferencia de los casos anteriores, Bolivia tiene fecha de elecciones. El 6 de septiembre, los bolivianos irán a las urnas para terminar con un proceso de deterioro institucional que comenzó con el golpe de Estado a Evo Morales en noviembre del año pasado. 

El proceso vino acompañado de la proscripción de Evo y una batería de dudas respecto a la transparencia del proceso electoral ante un gobierno interino que viene usando todos los resortes del Estado para perseguir, disciplinar y atacar al MAS.

Todas las encuestas ubican a Luis Arce Catacora (MAS) primero con una paridad en el segundo puesto entre Carlos Mesa y Jeanine Añez y un rezagado Luis Fernando Camacho quien se opone abiertamente a la realizaron de los comicios.

 

En una reciente entrevista con Resumen del Sur, la expresidenta del Senado Adriana Salvatierra, sostuvo que "enfrentamos condiciones absolutamente distintas y desiguales con miras a este proceso electoral". "El único actor con capacidad de movilización en este momento es el gobierno nacional producto del golpe de Estado. El gobierno defacto es el único que tiene capacidad de despliegue territorial, despliegue comunicacional, incluso, en absoluta desigualdad con el MAS y cuentan con todos los recursos, a diferencia de nosotros, que ha ejercido violencia y represión en los últimos meses", añadió.

Antes del golpe, una segunda vuelta era una derrota casi segura de Morales. Ahora, será interesante observar la reacción de la población luego de 6 meses muy duros y con un gobierno que reforzó su matriz autoritaria con la pandemia. 

El periodista boliviano, Julio Peñalosa, fue consultado para esta columna y consideró que "si podemos hacer filas para cobrar en los bancos y entrar en los mercados, porque no podemos hacer fila para votar". "En términos prácticos y operativos se pueden hacer sí la logística policial-militar que utiliza este gobierno funciona", apuntó. 

A su vez, Peñalosa anticipó que "en conciliación, la Asamblea Plurinacional, el Tribunal Constitucional y el  Tribunal Supremo Electoral, terminarán definir que las elecciones se produzcan el 6 de septiembre pero dependerá de la curva epidemiológica"

En este marco, señaló que "el gobierno tiene que ceder porque el volumen de hechos de corrupción e ineptitud en estos últimos 40 días es abrumador y en esa medida  no le queda mas margen de maniobra prorrogarse". "Como la salud de la gente se ve amenazada por la pandemia, la salud de la democracia esta en entredicho. Añez no piensa que es favorita sino que tiene grandes chances de fracasar  a partir de una combinación destinada al fracaso: ineptitud y corrupción", disparó. 

Multiples desafíos

La región atraviesa un momento de múltiples desafíos: una pandemia que afectará notablemente el empleo, aumentará la pobreza y provocará una recesión de la que será difícil recuperarse. 

Además, hay procesos políticos que irán definiendo su orientación, recuperando buena parte de la institucionalidad perdida por quiebres constitucionales y terminar de configurar un escenario político que defina la correlación de fuerzas de una disputa constante. 

Tanto los procesos electorales mencionados como el proceso Constituyente en Chile del que hablaremos en detalle en un próximo Enfoque Global caminan hacia la construcción material de una región que puede retomar el sendero de la integración e institucionalizar una mirada más social y humana que respondan a demandas históricas de su población  o terminar consolidar los liderazgos autoritarios y locales con una perspectiva menos regionalista. La moneda está en el aire.