Los jóvenes en la mira: ¿sirve un toque de queda?

Las imágenes de multitudes reunidas en after beach y la gran cantidad de las fiestas clandestinas colocan a la juventud en el centro de la polémica. Sin embargo, los especialistas advierten que la implementación de medidas restrictivas sin otras estrategias tampoco sería una solución.

"Prohibir porque sí, no sirve", alerta un psicólogo especialista en adolescencia y juventud.

8 de Enero de 2021 10:56

Desde el comienzo de la pandemia pero, sobre todo, a partir del nuevo repunte de casos de coronavirus que se registra desde hace unas semanas en todo el país y, particularmente, en Mar del Plata, la sociedad mira con recelo a una parte de la población: los jóvenes. Las fiestas clandestinas, los multitudinarios after en las playas o las grandes concentraciones en bares y boliches los tiene como protagonistas, y se los acusa de irresponsables por no acatar las medidas de prevención necesarias durante la crisis sanitaria. “Si bien es cierto que en los jóvenes hay una necesidad de salir, hacer vínculos y lazos con otros, y hay cierta desmentida en cuanto a procesos de enfermedad o de muerte, uno no puede poner toda la culpa en los adolescentes o los jóvenes porque también hay un discurso que va promoviendo la salida, el consumo, que no se puede parar la maquinaria económica, etcétera”, advirtió al respecto Favio Di Sabatto, psicólogo especialista en adolescencia y juventud (MP 45.763) y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

“Los jóvenes, por la situación particular en el momento de vida que están pasando, se caracterizan por la salida del grupo familiar (la exogamia) para poder empezar a proyectarse en el afuera. Esto es un proceso que lleva tiempo y no es sin dolor, como decía Freud, porque va de la mano con los cambios en la imagen corporal, en la personalidad. Esta necesidad que tienen de salir hace que se enfrenten a los patrones impuestos por los familiares u otros adultos, que busquen transgredir todo eso. Si bien esto ocurre en cualquier momento, en cualquier época, el tema del encierro y la pandemia ha provocado que los adolescentes profundicen procesos regresivos, de impulsión, de querer salir, escaparse, discusión, peleas”, explicó el profesional ante la consulta de 0223

Di Sábbato, uno de los psicólogos que a lo largo del 2020 estuvo a cargo de un dispositivo de contención psicológica que la Unmdp puso a disposición de adultos mayores, trabajadores esenciales y público en general, observó que los púberes, adolescentes y jóvenes fueron unos de los más afectados por la cuarentena dispuesta a fines de marzo del año pasado. A esa conclusión arribaron los profesionales a partir de las consultas que les realizaron padres y madres de chicos de entre 11 y 18 años. Los principales síntomas que advirtieron fueron depresión y, por ese motivo, falta de conexión con el estudio; impulsividad -querer escaparse, aumento de las discusiones con los padres-, ataques de pánico y autolesiones. “La aparición de estos síntomas se fue haciendo más frecuente a medida que se fue alargando la cuarentena y, entre mayo y septiembre, levantaron las consultas”, precisó.

Para el profesional, el hecho de que no resulte “tan sencillo” para los jóvenes adaptarse al nuevo contexto, no significa que haya que “dejar que hagan lo que quieran” y advirtió sobre la necesidad de que existan marcos regulatorios que propicien los encuentros o las salidas de los adolescentes, en lugar de una medida tan restrictiva como un toque de queda que impida por completo la actividad nocturna. “Entiendo que desde el marco sanitario probablemente las autoridades no tienen margen para hacer otra cosa, de hecho es algo que se viene haciendo en otras partes del mundo, pero impedir por impedir no va a servir de mucho, porque el adolescente o joven va a querer salir igual”, evaluó.

En esa línea, Di Sábatto consideró que si el toque de queda sanitario que se podría implementar en todo el país es una medida acotada en el tiempo -no se extiende por más de unos días- y, al mismo tiempo, se planifican otras estrategias para que el joven pueda contar con algunos espacios de encuentro o de salida, “sería más tolerable, podría funcionar”. “Pero prohibir porque sí, no, porque sino se terminaría convirtiendo en una olla a presión en donde, si no hay válvula de escape, termina saliendo igual. Esto no es algo que ellos decidan hacer racionalmente, están comandados por una pulsión o fuerza”, subrayó. "Después, uno ve los desbordes en la playa, con cientos de chicos amontonados en un after beach. Sobre eso hay que trabajar, no en coartarles la posibilidad de la salida", insistió.

Por último, el psicólogo hizo hincapié en que una de las dificultades que tiene el adolescente de hoy es que "no puede esperar", por lo que razonó que es necesario aplicar medidas restrictivas durante períodos cortos pero también "reevaluarlas", dar "algún tipo de licencia" o, incluso, ver la posibilidad de que determinadas actividades propias de la juventud "puedan realizarse más temprano”.