A un año del primer caso de coronavirus en Mar del Plata: el viaje a España y la historia de Jacho Bensadon

El primer caso positivo de Covid-19 que se registró en Mar del Plata fue el de un mendocino de 71 años que llevaba varios años radicado en la ciudad. En Madrid presentó los primeros síntomas pero le diagnosticaron una simple gripe. Llegó en un micro de Tienda León y lo trasladaron directamente a una clínica, en donde permaneció internado hasta que finalmente falleció.

Jacho Bensadon había viajado a España para conocer a su nieto que había nacido en enero. Foto: familia Bensadon.

12 de Marzo de 2021 08:00

El "virus chino" ya se expandía a gran escala por Europa y Argentina contabilizaba los primeros infectados. Los aeropuertos eran los únicos espacios en los que se utilizaban barbijos. Llegó a Ezeiza y se subió a un micro de la empresa Tienda León para volver a casa. Pero fue directo a una clínica, donde rápidamente lo aislaron y le practicaron un hisopado. Tres días después de su arribo se conoció el resultado: positivo. Ese 12 de marzo de 2020, Mar del Plata registraba su primer contagio de coronavirus que afectaba a Federico Jacho Bensadon, un empresario de 71 años que había vuelto de vacaciones de España.

La noticia tomó estado público cuando Alejandro Ferro, exsecretario de Salud e integrante de la Sociedad Marplatense de Infectología, se adelantó a las autoridades de la Municipalidad de General Pueyrredon y confirmó la noticia en su cuenta de Twiiter.

Un amigo lo fue a buscar a la terminal de Avenida Luro y Perú. Al verlo tan desmejorado, decidió acompañarlo hasta la clínica 25 de Mayo, en donde inmediatamente le colocaron un barbijo y quedó aislado por prevención. Jacho presentaba un cuadro de fiebre, tos y otras secreciones que padecía desde algunos días. En España ya presentaba síntomas, pero apenas le habían diagnosticado una simple gripe.

Le practicaron un hisopado y enviaron las muestras a la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) Carlos Malbrán de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba). Un día más tarde se conoció el resultado positivo. De inmediato, la Secretaría de Salud de la Municipalidad activó el protocolo y desplegó un operativo para dar con los contactos más estrechos en el avión y en el micro que lo trajo hasta Mar del Plata para cortar con la cadena de contagios.

Las autoridades tuvieron la difícil tarea de reconstruir cada uno de los pasos que había dado Bensadon hasta llegar a Mar del Plata y pudieron determinar que había viajado en el primer asiento en la planta baja del ómnibus, detrás del chofer, separado por un vidrio, y que no había tenido contacto con nadie.

Bensadon había planificado con anterioridad el viaje a España para mediados de febrero para conocer a su nieto que había nacido en enero. Allá se encontraría con tres de sus cinco hijos y su esposa que había viajado previamente. Primero visitó Madrid, luego Alicante y por último Valencia, donde el virus ya se estaba propagando. El epicentro del brote había dejado de ser Wuhan, China, y comenzaba a instalarse en Europa, un continente con numerosas conexiones con Argentina y la región.

"Antes de volver se sentía muy mal y fue a un hospital en Madrid. Le dijeron que tenía una gripe y lo mandaron a la casa, no le hicieron ningún análisis. En el vuelo realmente lo pasó mal, tuvo un viaje horroroso", recuerda Federico, el hijo mayor de Bensadon, desde su casa de Alicante, en diálogo con 0223.

Julián, otro de sus hijos que habita en Mendoza, viajó hacia Mar del Plata para seguir de cerca la evolución de su padre y le comunicaba el estado de salud de Jacho al resto de la familia que, al enterarse de la internación, debió suspender su cronograma por Europa y regresar al país. "Se bajó del Tienda León y lo llevaron directamente a la clínica, ni siquiera se fue a dar una ducha. Lo internaron, pero no sabían que tenía. Él estaba solo, lo habían dejado incomunicado", evoca Federico.

La infección en su organismo se había agravado con el paso del tiempo. El paciente de 71 años se encontraba en grave estado conectado a un respirador artificial, por una neumonía bilateral. Además, arrastraba una insuficiencia renal y otros problemas de base. En sus últimas horas continuaba con fiebre y finalmente sufrió un “fallo orgánico múltiple”. Su deceso se constató a las 12.44 del martes 24 de marzo, según los registros oficiales de la clínica, y se transformó en la quinta vida que se cobraba el avance de la pandemia en el país. Federico había retornado a la Argentina ese mismo día unas horas antes y, al igual que el resto de la familia, no llegó a despedirlo.

"Tenemos la triste noticia de comunicar el primer fallecido por coronavirus en nuestra ciudad”, anunciaba en una conferencia de prensa el intendente Guillermo Montenegro, quien había forjado una relación con él en distintas reuniones que había mantenido a lo largo de su campaña electoral con los empresarios de la matriz productiva de Mar del Plata y por su cercanía al rugby.

Jacho había nacido en Mendoza, pero hacía muchos años estaba radicado en Mar del Plata por razones laborales. En 1965 se graduó en el Liceo Militar Espejo y luego estudió en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo (Uncuyo), donde en 1972 se recibió de ingeniero electrónico y electricista.

Después de residir unos años en San Carlos de Bariloche y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en 1980 cambió sus horizontes y se trasladó con su familia a Mar del Plata para construir su nueva vida. "Se enamoró de la ciudad", confiesa su hijo mayor.

Sacó a relucir su perfil comercial y gerencial en distintas empresas del Puerto. También exportó algunos productos regionales, como pescado, pollos y vinos de su Mendoza natal. Además, fue profesor de Logística Internacional en la universidad privada Caece. "Tenía vocación docente. Era una persona muy querida", cuenta con cariño sobre su padre.

Además, le gustaba practicar deporte. Había sido jugador de rugby en Los Tordos de su Mendoza natal y en Mar del Plata practicaba pádel y golf en la cancha del Mar del Plata Golf Club, desde donde disfrutaba de la vista privilegiada de Playa Grande, y la cancha nueva ubicada en el barrio Nuevo Golf.