Lo absurdo y la risa en la obra de Kafka

Diego Cano es el autor de Franz Kafka. Una literatura del absurdo y la risa (Bärenhaus – 2020). Intenso y respetuoso trabajo sobre la obra del autor checo que invita a releerlo en nuevas claves.

4 de Abril de 2021 08:31

De la juventud de Franz Kakfa, siguiendo a Borges, “sabemos dos cosas: un amor desdichado y el gusto por las novelas de aventuras y los libros de viajes”.

Kafka rompió con todo en la literatura. Con argumentos en apariencia simples y una intensidad indiscutible, el autor checo ha dejado un legado que, aún hoy, sigue deslumbrando. Siempre es un gusto su lectura y, sobre todo, sus relecturas. Cada experiencia es única y placentera. Él rompe con lo que hicieron sus precursores para encaminar la literatura por nuevas sendas.

Diego Cano es el autor de Franz Kafka. Una literatura del absurdo y de la risa (Bärenhaus – 2020). En él, se invita a una relectura de la obra de Kafka bajo otras claves de lectura. Incita a desaprenderse de esa idea de lo kafkiano como algo oscuro y encontrar una veta, muy presente en los textos, más absurda y cercana al divertimento. “En Kafka hay mucho absurdo, mucha risa y lo que yo hago es detallarla en cada una de sus obras. Es verdad que esto ha sorprendido un poco, porque como vos bien señalás está esta idea, que para mí tiene algo de realidad, del lado oscuro. Pero ese lado oscuro puesto al lado de un absurdo o de un detalle extremo genera mucha risa, mucha comicidad. Lo que yo vengo a decir es: ‘Ok, está el lado oscuro pero está también el lado absurdo que es el que genera risa’” sostiene el autor.

 -Es decir que se complementan ambos lados. Entonces, ¿qué sería lo kafkiano?

- A mí me parece que la clave está en la combinación. Por ejemplo, El proceso es una burla de la justicia, de la institucionalidad de la justicia, y de ese mundo de reglas infinitas que termina transformando todo en casi una farsa  de los mismos valores por los cuales ella declama que está actuando. Su protagonista, Josef K., es citado a un lugar que es casi como  un conventillo -no está afirmado por Kafka, sino que uno se va dando cuenta en las descripciones- y resulta que siempre llega tarde. Siempre se equivoca Josef K., o lo citan mal o él llega fuera de horario por alguna circunstancia. Finalmente cuando llega se encuentra con una multitud en un lugar muy chiquito que resulta ser la oficina de debajo de la del  juez que está en un altillo. La escena en un momento queda vacía (recordemos que es un juicio), no se sabe muy bien por qué se lo acusa y entonces él se acerca a la mesa del Juez y sobre ella hay una revista pornográfica. Si uno viene cargado, leyendo y pensando qué cosa es la justicia y todo lo que pasa en la trama, y de repente aparece esa revista que tiene el juez sobre su escritorio, claramente Kafka tiene la intención de parodiar toda la situación…

- Desacomoda al lector…

- Estoy convencido. Esto viene de Cervantes, de Flaubert, pero Kafka para mí es más claro en este sentido de los procedimientos literarios. Más allá de cualquier intención de representar algo que es real. Kafka es puro procedimiento, se transforma en un procedimiento del absurdo, de risa, pero donde lo importante es ese ritmo literario. Hay algunas cosas suyas que tienen una velocidad infernal.

- No da respiro.

- Exacto, no te deja respirar. Lo cual produce agobio, porque esa cosa de velocidad al lector le genera una sensación de agobio que por ahí, yo digo, a veces te hace pasar de largo algunas de las cosas que están en el medio.

Vale sumar que ese agobio Kafka lo logra, además, en obras cortas, fragmentarias. Sus cuentos son un ejemplo claro de esto. Volviendo a Borges, él sostendrá que “La más indiscutible virtud de Kafka es la invención de situaciones intolerables. Para el grabado perdurable le bastan unos pocos renglones”.

-¿Qué pensás que fue lo que lo cautivó a Borges de Kafka?

- Un poco de esto que estoy diciendo es una lectura borgeana. Kafka habla de lo mágico y lo imaginativo por sobre una racionalidad supuestamente verosímil. Y, para mí, es eso lo que lo fascinó a Borges. Él es muy responsable de que Kafka tenga mucha repercusión en castellano. Él fue un admirador y está su texto Kafka y sus precursores (Otras inquisiciones – 1951) donde demuestra esa admiración por lo que significó Kafka. Para mí eso es como decir la literatura en primer plano.

- Después de leer y releer la obra de Kafka, de pensarlo y re-pensarlo, ¿te seguís haciendo alguna pregunta sobre su obra?

- Hay una pregunta que tiene que ver con Kafka y sus precursores. Borges dice en este texto que cada uno tiene sus precursores. Kafka tiene su tradición porque su literatura incluye también sus lecturas favoritas. Ahora, a mí me pasa que, inclusive hasta el día de hoy, sigo leyendo las cosas o intentando leer las cosas que a él le fascinaban en sus textos y sigo sin entender de dónde surgen, y acá está la genialidad de Kafka. Es decir, leyendo sus precursores o intentando buscar esas claves, incluyendo que conozco toda la obra de Kafka, muchas veces me es muy difícil encontrar dónde está esa inspiración. Por lo cual yo creo que voy a seguir con esa duda por siempre, porque acá el problema no es para Kafka, sino para mí. A él le salía de manera natural.

La genialidad de Kafka de poder, con sus precursores a cuesta y todo, generar un estilo nuevo. Cambiarlo todo en la literatura y aún estar preguntándoselo. Su sentido y su pregunta por la libertad puede ser una clave. No dejarse influir por sus contemporáneos y esa búsqueda de la nueva forma quizás sea origen de lo que maravilla aún hoy. “Romper con todas las estructuras literarias y escribir de una forma nueva implica soltar la tradición hasta ese momento”, refuerza Cano. Esa forma de apropiarse de la tradición y, desde allí, crear algo nuevo imposibilita a muchos, o a todos, el encasillarlo dentro de un género.  

Kafka es el gran escritor clásico  de nuestro atormentado y extraño siglo” sostuvo Borges durante el XX. Hoy, todavía, seguimos escuchando su eco.