Jóvenes solidarios y aquella idea de que el héroe real es la sociedad

Jóvenes Solidarios cumplió veinte años de trabajo en la ciudad de Mar del Plata y en la zona. Desde los primeros pocos hasta el héroe colectivo de hoy, desde reuniones en casas particulares o plazas a sus propias sedes, Jóvenes Solidarios sigue actuando sobre las necesidades de los otros.

28 de Octubre de 2022 11:20

Corría el segundo mes del año 2002 y los partidos políticos estaban atravesando una crisis de representatividad enorme. Era una época donde se hacía difícil participar en estructuras que no fueran partidarias, sobre todo para los jóvenes, quienes descreían de los políticos y de la política de la participación como una posible herramienta de transformación de las condiciones de vida de la sociedad, de la comunidad, del pueblo.

En ese contexto, un grupo de no más de seis personas jóvenes, amigos de la facultad, novios y parejas, amigos y amigas, que venían de diferentes caminos, deciden pensar y actuar sobre las necesidades de muchos de los sectores de la ciudad.

Así nace Jóvenes Solidarios hace 20 años. Luego de una fallida experiencia de una asamblea en Plaza Italia, aparece la pregunta "¿Qué hacemos?". Y así comienzan a brindar apoyo escolar, que era hasta donde daban los recursos de ese momento, en el barrio Belgrano.

Mariela Santamaría está en la agrupación desde su inicio. Fue una de las que participaron de aquella primera reunión hace 20 años y hoy recuerda: “Nos juntábamos a discutir la coyuntura del momento, luego logramos establecer vínculos con las Abuelas y con las Madres de Plaza de Mayo, a quienes acompañábamos en sus actividades. Luego arrancamos a colaborar con la gente que coordinaba el espacio comunitario del barrio Belgrano. Ahí ayudábamos, por ejemplo, a anotarse a las familias en los planes, no recuerdo si era el Jefe y Jefas de hogar o el Familia. Ahí, podemos decir, que arrancamos oficialmente a trabajar con Jóvenes solidarios

-¿De dónde sale el nombre?

- En principio no teníamos un nombre. Nos pusimos Red de Jóvenes Solidarios para la persona jurídica porque era lo que nos definía. Pero no teníamos una ideología como organización, pero sí entendíamos que la política era necesaria para transformar la calidad de vida de nuestro pueblo, pero no nos veíamos representados en ningún ámbito. Sí sabíamos que había mucha gente con un espíritu solidario ahí afuera y que había que salir a convocar.

Aquellos primeros trabajos solidarios generaron la articulación con otras instituciones con el mismo fin como: Grupos Scouts, las chicas de Guías o los Centros de Estudiantes de distintas escuelas de la ciudad. Pero en algún momento se tuvo que dar un inicio formal y Mariela lo tiene bien presente: “era 2004 o 2005 cuando se lanza el programa Nacional de Alfabetización del Ministerio de Educación, durante el gobierno de Néstor Kirchner. Estábamos mirando en casa la presentación en el programa de Mirtha Legrand, me acuerdo porque estaba León Gieco, que era el padrino del programa de Alfabetización. Yo trabajaba con las Abuelas y al otro día, ni bien llegué, mandé un mail al Ministerio y así logramos nuestro primer convenio con un Ministerio. Era una gran oportunidad y eso nos permitió abrir muchos centros de alfabetización y, sobre todo, sumamos gente para trabajar en los centros barriales. Uno de nuestros compañeros tenía vínculos con docentes de la escuela del penal de Batán y ahí surgió otro puente para seguir alfabetizando. Todo eso nos permitió entrar en otros universos, nos permitió ir conociendo gente, realidades y espacios en donde poder desarrollar actividades”.

A los centros de alfabetización se le fueron sumando talleres sobre Derechos Humanos, talleres culturales y murgas. Así nació Los pibes del ruido, por ejemplo, en el barrio Juramento. Los chicos allí aprendieron percusión, a hacer canciones y a bailar pensando en la identidad de su propio barrio. El perfil de Jóvenes Solidarios siempre fue generar cosas, iniciativas que ayuden a la comunidad y espacios donde se pueda lograr una diferencia. “Siempre decimos lo mismo: si nos dan la posibilidad de tener una pelotita de tenis armamos un mundial. Eso es lo que nos define” argumenta Mariela.

La primera sede estuvo en Dean Funes y Gascón y se armó entre mediados del 2005 y el 2006. En ese lugar, Jóvenes Solidarios tuvo una nueva transformación luego de recibir una breve carta de dos mujeres que sostenían el comedor San Cayetano de Villa Evita. “Eso nos cambió como militantes, como personas y como organización” recuerda Mariela. Y agrega, “A partir de ahí y de conocer su situación, tomamos la decisión de denunciar el bajo peso crónico que tenían los chicos que asistían al lugar, el estado de situación en el que estaban viviendo varias de las familias que estaba asentadas en ese lugar y en otras partes de Mar del Plata. También, por lo impactante de la denuncia, nos dio mucha visibilización. Ahí se sumaron muchos compañeros y compañeras nuevas que son quienes nos reemplazan hoy. Es decir, ahí se comenzó a dar el ‘trasvasamiento generacional’. Son los que hoy conducen la organización”.

Con la denuncia sobre el estado de los niños y niñas en el Municipio de General Pueyrredón comenzaron a jugar fuerte. Era una denuncia contra el propio Estado municipal pero que estaba respaldado por Abuelas, por la Hermana Marta, el Centro Comunitario del barrio Las Heras y la Defensoría del Pueblo, que fue quien recepcionó la denuncia. A esta altura, Jóvenes Solidarios ya tenía un espacio ganado y un reconocimiento en la sociedad local.

Desde aquel ayer, hace 20 años, Jóvenes solidarios se ha caracterizado por estar presente y colaborar. Siempre colaborar y hacer participar. Había que hacerlo y ellos aparecen con la pregunta sobre “¿cómo hacerlo?” Y no “si se puede hacer”. Siempre buscando la estrategia más efectiva para que haya más sectores involucrados. Y la gente, la sociedad, responde.

Milagros Santeiro es la Coordinadora general de la organización de Jóvenes Solidarios. Comenzó a participar de la organización a los 9 años, hoy tiene 24, y recuerda que aquellas ideas del inicio fueron cambiando pero el principio de ayudar a otros se amplió. “Todo fue más allá de explicar un ejercicio de matemáticas en el apoyo escolar, sino compartir, todos aprendemos de todos y, principalmente, luchamos por una vida mejor, en una sociedad mejor y en un país más justo e igualitario. Pero también la organización cambió con los que se van sumando. Por ejemplo, no había espacio de género y diversidad en la organización y, después de insistir de a poco, empezamos con los martes verdes por el derecho al aborto legal y gratuito y a tener más contacto con mujeres de barrios. Hoy hace ya cuatro años que creamos el espacio de género y diversidad Bromelia con muchos proyectos y muchas actividades en torno al feminismo y que garantizan la perspectiva de género en toda la organización” sostiene.

Ante la pregunta sobre ¿Cómo medirías la participación comunitaria y solidaria de la sociedad marplatense?, Mariela Santamaría enfatiza en que “Yo estoy totalmente convencida de que Mar del Plata es una ciudad solidaria. Nosotros somos hijos de esta ciudad y todo lo que hemos podido hacer, siempre ha sido a partir del esfuerzo de los hijos de esta ciudad. No creemos que hubiésemos podido nacer en otra ciudad, hemos armado alguna experiencia en Avellaneda y en Bahía Blanca y lo que ha sucedido en Mar del Plata no ha sucedido en otros lugares. El momento cumbre de solidaridad, para mí, el pico de solidaridad máxima que sentimos fue en la pandemia. Los compañeros sacaron adelante una campaña muy linda y muy mística que se llama El héroe colectivo. Era gente de la ciudad cocinando para otra gente de distintos comedores que nosotros acompañamos. Familias que cocinaban para otras familias que no tenían nada. Y me emociona, porque fue un trabajo hermoso, de mucha logística y de mucha gente poniendo el corazón. Gente que se enteraba por los medios de comunicación y por las redes y llamaba para decir “Bueno, esta semana yo puedo colaborar con 30 pizzetas”, por ejemplo, y nosotros pasábamos a buscarlas y luego distribuíamos. En aquel momento se trató de eso, solo de mediar. Sobre todo porque tampoco era que teníamos muchas otras posibilidades de gestionar los recursos. Entonces, con esa dificultad por gestionar recursos como se hace tradicionalmente, se hace esto. Era casi desesperante y ¿qué hacemos? “Bueno, le pedimos a la gente”. Y por eso la figura del héroe colectivo, este héroe de Héctor Germán Oesterheld que plantea que el héroe real es la sociedad, el que se realiza en conjunto con nosotros y otros.

En la mayoría de los casos, solo tomamos conocimiento de las cosas que salen bien. Pero, como en todos lados, muchas veces las cosas no salen como uno quiere: no se consigue lo que se proponen, lo que se consiguió no alcanzará para cubrir las necesidades y el ánimo decae. Santamaría habla con más énfasis y sostiene que: “Si a veces uno flaquea o está cansado, siempre hay algún compañero o compañera que te levanta el ánimo y te invita a tener esperanza porque formamos parte de un pueblo muy combativo que va a seguir construyendo su futuro y nosotros queremos ser parte. Como dice la canción de Los Redondos: Cuando el fuego crezca yo quiero estar ahí. Y cuando llegan los momentos de las entregas, de lo que fuere, las cosas siempre están. La zozobra se daba en lo previo, pero con mucho trabajo, siempre que nos propusimos hacer algo, lo logramos”.

-¿Valieron la pena estos 20 años?

- Desde lo personal, no se explica mi vida sin Jóvenes solidarios. No llegás a entenderme sin la agrupación, se pierde mi identidad. Es tan importante como mis tres hijos. Acá están mis amigos, mi familia, mis ilusiones, mis dolores de cabeza, mis enojos, mis discusiones, mis emociones. No hay nada más lindo que crecer con otros y otras que comparten sus valores y que al final del día te das cuenta que con ese granito de arena que dejaste una persona se alfabetizó, pudo empezar a escribir su nombre; o aquella otra toca el bombo que antes no sabía, y entonces ahora toca con sus amigos en una murga; o una compañera entra a la organización y se encuentra con otras y forma un escuela de género o el pibe que entra y se va habiendo aprendido un oficio y con nuevos amigos. Me parece que en esos pequeños esfuerzos que cada uno de los compañeros y compañeras ha hecho en estos años, han dejado en la vida de otros y otras muchas cosas muy lindas. Valieron la pena totalmente…

El profesor Sebastián Olivera lleva más de diez años participando de J.S. Al llegar, su expectativa era encontrar gente en la ciudad con quien tuvieran las mismas ganas de participar y ayudar a la sociedad. Y los encontró. Olivera precisa: “Estoy muy orgulloso de haber tomado la decisión de participar y sumarme hace once años. Pasamos momentos buenos y malos, así como momentos de crecimiento y otros donde tuvimos que aflojar un poco. Pero seguramente de todos, y cada uno de eso escenarios donde participamos, tuvimos un aprendizaje en la vida. Jóvenes Solidarios se trasformó en un aprendizaje de la vida. Me cambió mucho en la vida. Compartir esas mismas ganas, pensar permanentemente en el otro, todo eso genera que uno mire para atrás y rápidamente se le genere una sonrisa”.

Jóvenes Solidarios creció y provocó, generó crecimiento en la sociedad. De aquellos pocos que comenzaron a este héroe colectivo de hoy, veinte años después, hay una gran lista en el haber: murgas, celebraciones, un club, un centro cultural, un espacio de género y bastante más. Jóvenes solidarios consolidó su espacio, su tiempo y un gran reconocimiento en la sociedad. Juan Santeiro, parte importante de la organización, recuerda que “un día, camino a la facultad, paso por el viejo local de Gascón y Funes y veo un cartel que invitaba a sumarse como voluntario al programa de alfabetización. No lo dudé y entré. Aquella idea que tenía al principio se cumplió con creces. El incremento constante del compromiso por la trasformación colectiva ha sido enorme y estoy seguro de que nunca traicionamos a aquellos jóvenes que nos han traído hasta acá. Eso de sumarse y pasar de la condición individual al espacio colectivo de transformación se cumple todos los días”.

Jóvenes Solidarios sigue firme. Recién han pasado los primeros 20 años de su existencia. Desde ese ayer, hasta muy adelante, la agrupación ve con los ojos abiertos las necesidades y las piensa con los ojos cerrados, buscando algo tan simple y tan difícil como dar una mano. Los años pasan, pero las manos siguen intentando todo en algún barrio.