Pironio, el cura que creó la "Marcha de la Esperanza" y que reivindicó Juan Pablo II

El segundo obispo de Mar del Plata que está a punto de ser beato dejó una fuerte huella en la ciudad y en cada comunidad religiosa por la que pasó. "Fue un hombre lleno de gracia y santidad", aseguraron en la diócesis local.

El cardenal se encuentra más cerca que nunca de los altares.

20 de Febrero de 2022 13:18

Por Redacción 0223

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"Un hombre lleno de gracia y santidad". Así definió el Obispado de Mar del Plata que conduce Gabriel Mestre a Eduardo Francesco Pironio, el cardenal argentino que supo ser el segundo obispo que tuvo la ciudad en toda su historia y que se encamina a convertirse en el próximo beato de la Iglesia católica.

El 27 abril de 1972, el Papa Pablo VI nombró al religioso como obispo de Mar del Plata y así comenzó un ejercicio episcopal intenso que pronto le permitió ganarse el amor del pueblo marplatense. Estuvo en el cargo solo por tres años, hasta el 20 de septiembre de 1975, cuando lo convocaron para predicar en los ejercicios espirituales de Cuaresma en la Curia Romana a raíz del entusiasmo que despertaba su figura.

Otro factor que incidió en el traslado fue el amedrentamiento de la última dictadura militar en Argentina -que secuestró, torturó y asesinó a miles de personas- por lo que el Sumo Pontífice decidió apurar su arribo a Roma en 1977, ante la posibilidad de que su vida corriera peligro. De todos modos, desde el Vaticano, el cardenal trató de seguir de cerca varios casos de desaparecidos en Argentina.

A pesar de los breves años en el obispado, fue muy fuerte la huella que dejó en la ciudad el hombre que se inició en el sacerdocio en diciembre de 1943. De hecho, él fue el creador de la "Marcha de la Esperanza", una de las ceremonias más importantes y tradicionales de la ciudad, en términos de expresión de fe, que ya cumple 49 años.

Pironio, junto a Juan Pablo II, en el Vaticano.

La primera edición de esta marcha tuvo lugar el 8 de diciembre de 1973. En su rol de obispo, Pironio decidió lanzar la convocatoria como iniciativa de la comunidad juvenil que quería encarnar la religiosidad popular, caminando con María desde el puerto, pasando por algunos de los barrios periféricos, hacia el centro de la ciudad.

El largo camino religioso que emprendió lo hizo reencontrarse en Mar del Plata, cuando regresó en octubre de 1996 para participar del Congreso de Comunicadores Católicos. "El cardenal Pironio tuvo una intervención profundísima; habló sobre la contemplación de los comunicadores. Una ponencia inolvidable y magistral", recordaron en la diócesis local.

En el obispado de Mestre no dudaron en definir a Pironio como "un hombre de fe y esperanza, un hombre lleno de gracia y santidad". "Su personalidad se caracteriza por la esperanza y la alegría, ligada a la espiritualidad mariana, propia del Magníficat. Pastor paterno, manso, acogedor, firme pero comprensivo, en su trabajo dio importancia a las relaciones personales. Para él, las relaciones eran primordiales: construir amistades y hacer crecer al otro a través de los encuentros", reivindicaron, sobre su persona.

En 1993, durante una sesión especial, el Concejo Deliberante declaró a Eduardo Pironio ciudadano ilustre del partido de General Pueyrredon. Y en 2003 el mismo cuerpo también aprobó una ordenanza que autorizaba llamar a la principal plaza de Güemes, que popularmente recibe el nombre "Plaza del Agua", como "Plaza del Agua Cardenal Eduardo Pironio".

Juan Pablo II: "Pironio me prestó una gran ayuda"

El curriculum de Pironio es tan extenso como variado. Llegó a participar en el concilio Vaticano II como perito conciliar y fue asesor de la junta central de la Acción Católica argentina. En 1967 también fue elegido secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), cargo para el que fue reelegido en 1970 hasta que en 1972 fue elegido como presidente de la misma entidad.

En su deseo de renovar la pastoral eclesial, Pironio le planteó al Papa polaco la posibilidad de reunir a los jóvenes de todo el mundo en un encuentro internacional que renovara su ardor misionero.

Su rol de cardenal comenzó cumplirlo desde 1976, tras el nombramiento pertinente que recibió de Pablo VI en 1976, poco después fue Prefecto de la Congregación para los Religiosos y la Vida Consagrada. En 1984, en tanto, Juan Pablo II le nombró presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.

A Pironio también se le atribuye la creación de las Jornadas Mundiales de la Juventud, algo que siempre reivindicó Juan Pablo II. Inclusive, el Sumo Pontífice polaco no evitó mencionar este aporte del exobispo marplatense en la misa de su funeral, que se celebró en Roma el sábado 7 de febrero de 1998: "¿Cómo olvidar la gran aportación que dio a las celebraciones de las Jornadas mundiales de la juventud? Quisiera dar gracias públicamente aquí a este hermano nuestro, que me prestó una gran ayuda en el ejercicio de mi ministerio petrino".

Eduardo Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 en la localidad de 9 de Julio. Fue el hijo número 22 de una familia de emigrantes italianos. Siempre dijo que su vocación religiosa comenzó dentro de su familia, gracias a su madre.

La beatificación

El proceso de beatificación del cardenal argentino fue abierto en Roma por el cardenal vicario, Camillo Ruini, en junio de 2006. La apertura del proceso se realizó en el Palacio del Laterano, anejo a la basílica de San Juan de Letrán, la catedral de la ciudad italiania. Se abrió en ese lugar porque, tal como marca la normativa para estos casos, fue donde murió el purpurado.

Con el reconocimiento de las "virtudes heroicas" que publicó este viernes el Vaticano, Pironio pasará a ser "venerable" y queda a un milagro de poder transformarse en beato, según la reglamentación vaticana. 

De acuerdo a la información oficial, ahora es la comisión médica del Vaticano la que debe decidir sobre la beatificación de Pironio. La junta, deberá estudiar un posible milagro en la curación de un niño argentino que había tragado y respirado polvo de cobre y que, tras ser internado, fue dado de alta completamente curado y desde entonces no ha tenido ninguna otra consecuencia, en el que habría intercedido una oración de la madre al cardenal.