Gregorio Nachman, el militante de la cultura que formó la Comedia Marplatense

El reconocido actor, director y creador de la Comedia Marplatense fue secuestrado por la dictadura el sábado 19 de junio de 1976, en vísperas del día del padre, y aún se encuentra desaparecido. 

24 de Marzo de 2022 08:04

“¿A quién buscas? ¿Gregorio Nachman? Ah, judío y artista ¡Y encima zurdo! ¿Para qué buscan?". Esa fue la respuesta que Eduardo Nachman y su madre recibieron en la comisaría cuarta de Mar del Plata el 20 de junio de 1976, día en el que se acercaron a consultar por el paradero del reconocido actor, director y creador de la Comedia Marplatense que había sido secuestrado 24 horas antes.

Gregorio Nachmann era un amante del teatro y estaba convencido de la función social del arte y tomaba el teatro como un elemento transformador de la sociedad. Hijo de inmigrantes polacos, era el menor de tres hermanos y siempre mostró su histrionismo. Llegó a Mar del Plata en 1961, luego de ganar el concurso de director del teatro de la Universidad de Mar del Plata.

Una vez que llegó a la ciudad, empezó a buscar teatros para montar sus obras y se encontró con un grupo de jóvenes anarquistas que tenían un gran terreno al lado de la Biblioteca Juventud Moderna -ubicada en Diagonal Pueyrredon al 3300-, donde crearon la Organización Cultural Atlántica (OCA), un lugar que, hasta que fue arrasado por un incendio, impulsó todo tipo de iniciativas, seminarios de teatro, eventos musicales, cine-club y charlas.

Como director de Teatro, Nachman tenía percepción y empatía a la hora de seleccionar las obras y los actores con los cuales trabajar. “Su concepto sobre el arte era significativo, tomaba al teatro como un hecho cultural en sí mismo”, recuerdan.

Gregorio Nachman fue un prolífico actor y director teatral independiente. Foto: 0223

De hablar bajo y con voz dulce, le gustaba conversar con sus colegas y amigos sobre el significado de ser artista durante los convulsionados años '60 y '70. “Uno tiene que seguir aunque sufra”, repetía el hombre que había creado el teatro independiente en una Mar del Plata acostumbrada a recibir durante el verano a los grandes elencos capitalinos que ponían en escena obras pasatistas. Nachman, en cambio, fue uno de los primeros directores en hablar de la violencia de género en el teatro, cuando en 1968 montó su obra “Los prójimos”.

“Mi viejo era un militante de la cultura, fue innovador en esto de llevar el teatro a los barrios periféricos marplatenses, sociedades de fomento y cárceles. Siempre estaba buscando escenarios”, cuenta a 0223 Eduardo Nachman, uno de los hijos del director teatral.

Si bien Nachman no militaba en ningún partido político, se vinculaba con personas que estaban “marcadas” por el gobierno militar que había irrumpido en la escena política en marzo del '76, tal como era el caso del Carlos Mugica, los periodistas y escritores Rodolfo Walsh y Eduardo Galeano y, como era de esperar, su “teatro militante” no pasó desapercibido.

Eduardo Nachman montó en su vivienda una muestra con los recuerdos de su padre. Foto: 0223

“Teníamos en el piso de arriba y en el de abajo del edificio donde vivíamos, sobre calle Larrea al 3100, habían personas que vigilaban los ascensores, recuerda Eduardo, quien, mate en mano, asegura que su padre nunca les dio algún indicio que les hiciera pensar que su vida podía correr riesgo. “Tenía eso: si estaba mal la cosa, él no te lo demostraba”, sostiene.

Luego de dirigir en 1971 “El avión negro", una sátira sobre la reacción de los medios de comunicación ante el posible regreso del general Juan Domingo Perón a la Argentina; "Un despido corriente", una obra que reflejaba la lucha de clases y la conveniencia del desempleo como medio disciplinador, y "Juan Palmieri", una pieza que reivindicaba a un guerrillero tupamaro, Nachman, de 46 años, quedó en la mira de las autoridades del gobierno de facto, que no demoraron en considerar que sus piezas no encuadraban dentro de “los valores de la moral cristiana, la tradición nacional y la dignidad del ser argentino”.

Para qué buscan

El sábado 19 de junio de 1976 la familia Nachman se preparaba para la celebración del día del padre. Los hermanos Eduardo, Claudio y Gustavo tenían entre 19 y 15 años. Claudio había viajado desde La Plata, en donde estudiaba Medicina, para celebrar junto a su familia. Nada les hizo pensar que los preparativos del festejo familiar iban a quedar truncos.

“Era un día normal como cualquier otro, con la particularidad que habían llegado mis tíos y mis primos y teníamos que resolver el tema del abrigo para ellos”, recuerda Eduardo. Esa mañana desayunaron todos juntos y se dividieron las tareas para la jornada. “Hicimos un almuerzo largo con una linda sobremesa. Después fui a la Alianza Francesa a llevar unas latas para una proyección de una película de un ciclo de cine que estaba haciendo mi viejo, mientras, él se fue a buscar un calefactor para mis tíos”, rememora el hijo de Nachman.

Cuando terminó la proyección, Eduardo llamó a su casa y del otro lado del teléfono su hermana le pidió que todavía no regresara, aunque sin demasiados detalles. “Hay problemas con papá”, alcanzó a decirle. “Después me enteré que Claudio llegó al departamento de la familia, abrió la puerta y sintió que le ponían un arma en la boca del estómago. Él pensaba que le estaban haciendo una broma hasta que empezaron a preguntarle por el hombre del Torino blanco”, cuenta Nachman.

Tras la desaparición de Gregorio Nachman, Eduardo comenzó a militar en Hijos Mar del Plata. Foto: 0223

Durante los minutos que estuvieron en el domicilio, los agentes revolvieron todo lo que encontraron a su paso y golpearon a los habitantes que estaban en la casa para que les dieran información sobre el paradero del director teatral. Hasta que recibieron un llamado y se retiraron a toda velocidad. Años más tarde, la familia supo que el policía de civil que se movía a bordo de un Peugeot 504 color verde claro  era el oficial de Inteligencia de Marina José Francisco Bujedo, el responsable del secuestro de Gregorio.

“En ese momento no sabíamos que era un desaparecido. Lo buscamos en la Base Naval y nos dijeron que no hiciéramos la denuncia para que lo pudieran blanquear (pasar a disposición del Ejecutivo) pero un mes más tarde seguíamos sin noticias”, señala.

En 1984, Gregorio Nachman ingresó en el listado de detenidos desaparecidos de la Conadep, con el legajo 870. Según la reconstrucción que pudieron hacer en base a testimonios de sus compañeros de cautiverio, Nachmann estuvo en los centros clandestinos de detención Puente 12 y el Pozo de Banfield y hubo quienes aseguraron haberlo visto también en el CCD Cuatrerismo - Brigada Güemes. En 2019 sus hijos declararon en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Subzona 15, el centro de detención ilegal “La Cueva” y la Base Naval. Hasta hoy, el cuerpo del artista no fue identificado.

Gregorio por Nachman

Tras la desaparición del actor, su hijo Eduardo comenzó a participar de manera activa en Hijos Mar del Plata. “Cada uno lleva el duelo como puede, es algo muy complejo por las circunstancias. Yo empecé a militar pero mis hermanos no, lo llevan de otra manera”, dice. La desaparición de su padre los marcó de por vida. De hecho, en los casi 46 años que pasaron desde el secuestro, solo una vez los hermanos pudieron reunir para hablar de lo que habían vivido. Sin embargo, en aquella oportunidad, la menor de los Nachman “se quebró” y la charla quedó a medias.

“Después de mi segundo infarto pensé que no me podía quedar con la memoria de mi padre, que tengo que compartirlo”, dice hoy Eduardo. Así fue que comenzó a trabajar en la idea de realizar un documental dinámico, que no tuviera más de una hora de extensión y con una única premisa: que cada persona que haya estado cerca de su padre contara una anécdota que pintara a Nachman desde diferentes perspectivas.

“Fueron tres días de grabación, de encuentros con amigos y colegas de mi padre en Mar del Plata y en Buenos Aires”, asegura. Marian Farías Gómez, Susana Rinaldi y Aníbal Montecchia fueron algunas de las personalidades que revelaron anécdotas desconocidas hasta entonces.

El documental, que se llama "Gregorio por Nachman", también sirvió para que los hijos que aún quedan se reúnan y, cuarenta años más tarde, pudieran hablar, por fin, sobre aquella fatídica tarde de junio de 1976. “Fue muy movilizante. Me enteré de cosas de mi papá que no sabía”, dice.

Después de mucho esfuerzo, Nachman pensó que el documental de su padre estaba terminado, pero la concesión del Tribunal Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 6 de prisión domiciliaria al exjefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz, condenado por delitos de lesa humanidad en la causa Puente 12 y su traslado a una vivienda del barrio Bosque Peralta Ramos abrió un nuevo capítulo en el proyecto. Incluso, Eduardo se convirtió en una de las caras visibles de las protestas en rechazo a la medida que beneficiaba al genocida. “Tuve mucha bronca, mucha impotencia y decidimos salir a la calle para dimensionar la magnitud de lo que estaba pasando”, explica. También reconoce que al principio las voces en contra de la domiciliaria a Etchecolatz “eran pocas”, pero cree que fue gracias a la visibilización y a la determinación de unir su reclamo al de los demás organismos de derechos humanos, que la sociedad supo lo que pasaba y lo apoyó.

“Todo eso está dentro del documental como un cierre", explica al tiempo que relata que la obra le permitió llevar la historia de su padre a diferentes instituciones donde, tras la proyección del film da charlas en diferentes instituciones educativas sobre la vida del reconocido director independiente en las que queda "expuesto y abierto al debate". "Gregorio por Nachman" le permitió también participar de varios festivales de cine independientes en Latinoamérica y compartir experiencias con realizadores de otros puntos del mundo.

La desaparición de Nachman marcó no solo la vida de la familia sino también la de sus compañeros de trabajo. Algunos -como fue el caso de Montecchia- decidieron cambiar el tono de sus actuaciones y se abocaron a interpretar piezas pasatistas o con un menor grado de compromiso político. Otros, por su parte, tomaron la desaparición del actor como “un robo sentimental”. Para su hijo, a 46 años de la desaparición forzada del actor, "queda el recuerdo de lo que él promovía".