Soñaba con ser una mujer libre y fue la primera abogada de Mar del Plata: la historia de Diana Broitman

Se recibió en la Facultad de Derecho de La Plata, cuando las aulas universitarias todavía eran espacios exclusivos de los hombres. En la biblioteca de su casa se sentaron las bases para crear el Colegio de Abogados de Mar del Plata.

La abogada Diana Broitman fundó e integró la primera comisión directiva del Colegio de Abogados de Mar del Plata. Foto: archivo familia Pologna.

6 de Agosto de 2022 17:25

Si bien el rol de las mujeres estuvo históricamente relacionado a las tareas domésticas y de cuidado, a comienzos del siglo pasado en Argentina, las aulas universitarias comenzaron a tener presencia femenina de forma gradual. Las carreras más elegidas por las mujeres eran las de Humanidades y Ciencias de la Educación, Química y Farmacia y Bellas Artes. ¿Por qué? Sencillo: esos estudios les garantizaban, en el corto plazo, salidas laborales vinculadas a la enseñanza en escuelas primarias y secundarias. 

En el resto de las carreras, como el caso de Derecho, continuaban siendo espacios prácticamente exclusivos de los hombres. Sin ir más lejos, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, de las cuatro mil tesis defendidas que se contabilizaron entre los años 1829 y 1960, apenas 26 fueron de estudiantes mujeres. La tendencia, por supuesto, se repetía en el resto de las casas de altos estudios.  

Entre esas pocas estudiantes que se recibieron de abogadas en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata, figuraba Diana Broitman, quien poco después de obtener su título se iba a convertir en la primera abogada en ejercer la profesión en Mar del Plata y configuraría una figura central en la conformación del colegio de letrados local.

Diana Broitman nació en 1917 en San Luis, aunque pasó gran parte de su infancia y la adolescencia en Mendoza. Al terminar la secundaria decidió continuar con sus estudios universitarios en La Plata. Antes de partir hacia la capital bonaerense, su papá le dio un mensaje que marcaría el resto de su vida: la instó a ser una mujer libre y con independencia económica para que no tuviera que sostener un matrimonio por la fuerza en caso de que las cosas no fueran bien; algo habitual en la época. Para ello, se comprometió a mantenerla y ayudarla para que sólo se enfocara en su carrera.  

Al poco tiempo Diana conoció a Ulises Pologna, quien más adelante se convertiría en su esposo y padre de sus dos hijas. En ese momento, Pologna estudiaba Ingeniería y décadas más tarde iba a incursionar en la política, hasta llegar a ser candidato a intendente de Mar del Plata por el Partido Intransigente

En 1947 Diana Broitman fundó su estudio jurídico en Mar del Plata y era la única mujer en ejercer la profesión. Foto: archivo familia Pologna.

Una vez que el matrimonio Broitman-Pologna se recibió, se mudó junto a su primera hija, Graciela Pologna de apenas seis meses. El destino elegido fue Mar del Plata, una ciudad en la que, advirtieron, tenía un gran futuro. Recién una década después nació la cuarta integrante de la familia. 

Diana repartía las horas del día entre la profesión y el trabajo en su casa; casi no tenía vida social. Era 1947 y había montado su estudio justo al lado del hogar familiar, en Hipólito Yrigoyen al 2900, entre Castelli y Alvarado, y se desempeñaba como asesora de letrados de la municipalidad. “Empezó de cero y mi papá siempre la apoyó un montón. Fue una madraza: volvía de trabajar, enseguida se ponía el delantal y empezaba a preparar la cena”, recuerda Graciela (75), su hija mayor.

Cuando Diana dio sus primeros pasos en la profesión aún no existía el Departamento Judicial de Mar del Plata y toda la actividad se concentraba en Dolores, por lo que los abogados locales se organizaban para viajar en auto dos veces a la semana. Su presencia jamás pasaba desapercibida: era una mujer elegante y amable, pero con carácter. Su hija mayor lo refleja con una anécdota: “Una vez, en una audiencia en Dolores, un empleado judicial me contó que los martes y los viernes, los días que mi mamá viajaba, su perfume quedaba impregnado en todo el juzgado”.

En esa época tampoco existía el Colegio de Abogados de Mar del Plata y, de hecho, Diana tuvo un rol central en su creación: las primeras reuniones, que derivaron en la conformación de lo que sería la primera comisión directiva de la institución, fundada en 1955, se realizaron en la biblioteca de la casa de Broitman. La abogada fue designada al Tribunal de Disciplina y era la única mujer en la nómina de autoridades. Estar en un ámbito tradicionalmente ligado a los hombres jamás le significó un inconveniente. Por el contrario, sus allegados recuerdan que litigaba “con total naturalidad, sin sentirse discriminada”. 

Graciela Pologna siguió los pasos de su mamá, pero se especializó en Derecho Comercial. La misma profesión iba a heredar una de sus hijas, Eugenia Foutel. Las tres llegaron a trabajar juntas en un estudio jurídico que funcionó en Corrientes al 1700 hasta 1991, año en el que Diana falleció. “Siempre hubo entre nosotras mucha unidad. Uno de mis mayores placeres fue trabajar con mi hija y mi madre”, dice Graciela a 0223. La mujer asegura haber contado con el apoyo de su mamá desde que decidió estudiar la misma carrera en La Plata. Incluso, rememora, un día antes de cada examen, Diana viajaba para ayudarla con el último repaso.  

El 25 de junio pasado, Mariana Foutel (docente e investigadora de la Unmdp, y consultora de empresas y organismos internacionales) recordó a su abuela en Twitter, en el día que hubiese cumplido 105 años. “Desde que éramos chiquitas, mi abuela nos enseñó que es muy importante tener una independencia económica porque eso nos hacía libres para elegir en todo sentido, incluso en el amor. Y ese fue uno de los mensajes más importantes que nos dejó y nos marcó de por vida”, destacó.