La historia de María Amuchástegui, víctima de un rumor que se repitió tanto que se hizo real

María Amuchástegui fue la reina del aerobics y la gimnasia en los 80. Su programa fue un éxito durante años, hasta que el mito de que abandonó el estudio llorando tras tirarse un gas se multiplicó tanto que todos lo creyeron. El rumor destruyó su carrera y la acompañó hasta su muerte.

María Amuchástegui, figura de los '80, víctima de un rumor que le marcó la vida.

27 de Enero de 2023 09:03

Pasaron casi 40 años y todavía hay gente que asegura que estaba viendo la tele aquella mañana en la que María Amuchástegui, la Jane Fonda argentina, se desgració al aire. La conductora de “Buen Día, María” salió corriendo angustiada antes de que el director fuera al corte de urgencia, y su exitosa carrera cayó en un precipicio sin fin en cuestión de semanas, mientras todo el país se reía de su desgracia en vivo en la TV abierta en la que dominaba el rating mañanero haciendo gimnasia para poner en movimiento a miles de amas de casa que seguían su rutina como un mantra.

Pasaron casi 40 años de aquella mañana nunca precisada, que tiene distintas fechas según el recuerdo de cada protagonista, y jamás apareció el famoso video en el que María se sonroja ante la cámara, huye llena de vergüenza y al regreso del corte Eduardo Lorenzo Borocotó, el doctor que hacía micros de salud en el programa, intenta cubrir el bache y zafar del incómodo momento hablando de un tema médico excelente para distraer la atención: los gases en el cuerpo humano.

María Amuchástegui murió en 2017 lejos de la TV de la que fue una estrella brillante y nada fugaz durante casi toda la década del 80. Murió perseguida por un mito que se adjunta a su nombre cada vez que alguien con cierta edad la menciona. Fue así durante treinta años, los últimos que vivió esquivando la leyenda cómo pudo, desmintiendo el episodio en privado y en público, pero pagando el precio de la primera “cancelación” viral por culpa de un rumor, un chisme que se multiplicó en cada hogar de la Argentina y que aún hoy muchos guardan en sus retinas como una verdad irrefutable, aunque nunca haya existido.

Antes de llegar a la TV abierta, María soñaba con ser bailarina clásica. Y le dedicó 20 años al asunto, aunque en el medio estudió periodismo. Había nacido en una familia acomodada. Su padre era escribano, se había codeado con varios Presidentes y tenía campos y caballos de carrera. Uno de ellos había mordido a la pequeña María en la oreja, y esa cicatriz la acompañaría toda su vida.

Pero lo que la unía a los Amuchástegui era la música. Su papá tocaba el bandoneón y la guitarra y era compositor de tangos, y su madre cantaba. Su muerte temprana fue el golpe más duro que atravesó María, a los 25 años. Su padre volvió del trabajo, se acostó a dormir una siesta y ya no se despertó. Ella fue quien lo encontró: “Murió en mis brazos. Fue el dolor de mi vida”, dijo siempre.

Ese amor heredado por la música la llevó a tomar clases de baile clásico y zapateo americano con los mejores profesores, y viajaba cada verano en su adolescencia a Estados Unidos para perfeccionarse. Allí tuvo siete años de entrenamiento en la Academia de Top Dancing de Los Ángeles, se capacitó en aerobics en Nueva York y llegó a bailar en un camarín ante la mirada de Fred Astaire.

Siempre despierta y dinámica, fue en Estados Unidos en donde descubriría el secreto que la haría estrella. María se cruzó en sus clases de baile con una compañera que le mostró las virtudes que tenía la gimnasia para las bailarinas. Eso despertó su curiosidad. Y cuando se compró el libro de Jane Fonda sobre fitness, ya tenía la fórmula del éxito.  

La icónica actriz ya había ganado dos Premios Oscar y había pasado la barrera de los 40 años cuando en 1981 publicó su método de gimnasia que fue Best Seller. Después llegaron los videos de gimnasia casera y se convirtió en la gurú del aerobic en todo el mundo. María tomó clases con ella antes de volver a la Argentina en 1983 para fundar su propio gimnasio: Aerobic Center. Mientras, les daba clases de tap a varias estrellas de la TV (Antonio Gasalla, Carlos Perciavalle, Soledad Silveyra), le enseñó a moverse y bailar sobre el escenario a Sergio Denis y hasta la mismísima Susana Giménez la contrataría como “personal trainer”, otra función que Amuchástegui importó a nuestro país.

El estrellato le llegaría enseguida, convertida en la Jane Fonda criolla, cuando le dieron un espacio en la TV para poner en movimiento a la gente del otro lado de la pantalla. Primero participó de la apertura de “Mesa de Noticias”, uno de los principales éxitos ochentosos, y luego ya nada la detendría. Tenía su propio programa y el rating la acompañaba cada mañana, las marcas la buscaban para que sea la cara de sus comerciales (grabó avisos para Mendicrim, Sancor, Leche Nido y la línea de mermeladas diet de La Campagnola) y en los kioscos se vendían fascículos con sus clases de gimnasia, ropa deportiva y mallas de aerobics con su imagen.

Todas querían imitarla. Todo le sonreía. Hasta en su vida personal, ya que en 1985 se casó con el polista Juan José Alberdi. El lugar elegido fue la Basílica del Socorro, y no era una casualidad. En el sótano de esa parroquia María había tenido su primera academia de tap, convenciendo al cura donándole la recaudación de cada baile anual a beneficio al que asistían cientos de personas. La boda fue tapa de las revistas, propia de una estrella de la TV. Hasta que al año siguiente comenzaría el rumor que lo destruiría todo.

Aunque nadie le puso fecha al episodio, sin un video ni otro elemento que pueda fijar un día exacto, siquiera cercano, una nota en la revista La Semana le pone algo de luz: el rumor comenzó en 1986, cuando su programa, “Buen Día María”, había pasado de ATC (la TV Pública) a Canal 11 (luego Telefé). La edición 508 de la revista, que se publicó el 28 de agosto de ese año, no solo se hacía eco del rumor. Entrevistaron a la propia Amuchástegui y la pusieron en la tapa, cubierta por un tapado de visión, con un título que no necesitaba ninguna explicación más: “El increíble caso de lo que dicen que hizo María Amuchástegui”.

En la nota, escrita por el especialista en espectáculos Jorge Omar Novoa y rescatada por el periodista y docente universitario Emilio Fernández Cicco casi 20 años después, la conductora habla del rumor que se estaba multiplicado por buena parte del país y que ya nadie podría detener, convertido en un mito para algunos, en una realidad para otros.

“Me enteré hace más o menos un mes. Mis amigas comenzaron a llamarme. Al principio, no entendía lo que me decían. Ellas mismas se sentían como avergonzadas. Después me contaron que "La Noticia Rebelde" levantó el malentendido y el asunto creció. No sé por qué lo habrán hecho y quién habrá sido. Podrían haber inventado algo más veraz”, contaba Amuchástegui.

“Hasta mis sobrinos se preguntan: pero cómo va a ser cierto si los programas son grabados, no salen en vivo. Si el accidente hubiese ocurrido, no hubiera salido al aire. Cuando en la grabación se filtra algún ruido, como el de las luces de neón, se hace todo de nuevo. Lo mismo cuando hay una falla en la parte musical. Si hubiera sucedido, hubiéramos hecho lo mismo que hacemos cuando hay algo que no nos gusta: lo borramos y volvemos a grabar”, insistía María. Para ella el rumor era tan poco creíble que no podía transformarse en nada serio. Nunca había estado más equivocada.

Sin saberlo, había apuntado a los supuestos responsables de todo. Aunque de eso tampoco hay pruebas ni video, y sí muchas desmentidas de los protagonistas. La nota firmada por Novoa apuntaba a otro programa exitoso. "La Noticia Rebelde" fue un ciclo que marcó una época en el humor periodístico en los 80, de la mano de Jorge Guinzburg, Nicolás Repetto, Carlos Abrevaya, Adolfo Castelo y Raúl Becerra. El ciclo había debutado unos meses antes y ya había tenido a varias víctimas famosas entre sus bromas.

El flamante rumor decía que no solo habían hablado del episodio desgraciado, sino que los conductores habían salido al aire al otro día con máscaras de gas en sus rostros para seguir con el chiste. Pero de eso tampoco hay ni una sola prueba. “Nada de esto ha pertenecido a la realidad. Y todo, absolutamente todo, configura un extrañísimo caso de creencia colectiva a partir de un hecho inexistente”, escribió Novoa, quien aseguraba que todo había surgido a partir de una charla en los pasillos de Canal 11 (otros hablan de un mal chiste del equipo técnico) que se descontroló y se viralizó 20 años antes del nacimiento de las redes sociales.

“Estoy comiendo un asado y cada tanto viene uno y me dice: 'la que se mandaron ustedes con las máscaras de gas y la pobre Amuchástegui. Le cagaron la carrera’. Y yo le digo: 'Y sí’. Pero porque ya no quiero explicar más que no tuvimos nada que ver. Que la gente se haga la película que quiera”, le contó Jorgue Guinzburg poco antes de morir a Cicco. El recordado conductor la invitó a “La Biblia y el Calefón” en 1999 y hablaron de tema. Ella desmintió el episodio con una sonrisa, y Guinzburg volvió a repetir que jamás habían hablado de eso en “La Noticia Rebelde” y lo juró por sus hijos. La más conocida, Malena, tuiteó en 2017 apoyando la versión de su padre. Pero al igual que el programa del supuesto gas, hay gente que jura que vio aquel chiste en TV y a los conductores con sus máscaras burlándose de María Amuchástegui.

Lo mismo dice Aníbal Silveyra, un popular actor de comedias musicales en los 80 que trabajó con Susana Giménez en las obras teatrales “La Mujer del Año", "Sugar" y "Molly Brown", hizo innumerables trabajos en la TV y hasta compartió con Guinzburg varias temporadas de “Peor es Nada” antes de irse a vivir a Estados Unidos. Cuando el programa “El Rayo” armó un informe del episodio de María Amuchástegui, Nico Repetto (poco después, en el 2000, la invitó a “Sábado Bus” para hacer las paces) y Guinzburg volvieron a desmentir todo.

El video no apareció, pero Silveyra, que fue durante algún tiempo uno de los gimnastas que acompañaba detrás con sus movimientos a Amuchástegui en “Buen Día María”, aseguró que él había sido testigo del episodio cuando hacían ejercicios combinados sobre la colchoneta: “El pedo se lo tiró. Yo estaba atrás. Y es tal cual como se dijo. Estábamos haciendo repeticiones de abdominales y se escuchó el ruido. Tal vez, si nadie hacía referencia a eso, hubiese pasado. Pero ella se puso de pie, y salió corriendo del estudio a los gritos. Qué rumor ni qué rumor. Si yo lo vi con mis propios ojos”.

Ninguna otra prueba respalda lo dicho por Silveyra. Pero no hicieron falta para lastimar la carrera de Amuchástegui. Aunque su programa siguió varios años más, y participó en otros ciclos de la TV casi siempre vestida con calzas y una malla -su marca registrada al igual que la frase “ocho más” que tomó de sus clases de baile-, jamás pudo despegar su nombre del episodio del gas. Los canales empezaron a rebotar sus propuestas, dejó la conducción para pasar a ser invitada o panelista, hasta que necesitó apostar por otro de sus amores, la música, para tratar de reinventarse mientras intentaba recuperar algo de su éxito en canales de cable con poco rating y se refugiaba dando clases de baile.

En 2005, María editó un disco con canciones propias titulado “Camino de espejos”, y regresó a la TV abierta que la había expulsado por la fuerza del falso rumor con apariciones en “CQC”, “Cuestión de Peso” y una participación en “Graduados”, encarnando a la profesora Miravelli, la maestra de danza de la secundaria en las escenas retro y ochentosas de los protagonistas de la tira. Apenas un corto homenaje para un ícono de aquella década.

María ya no volvería a mostrarse en TV. Poco después, le diagnosticaron un tumor maligno en uno de sus brazos, por lo que debieron amputárselo. El cáncer luego le atacó un pulmón y fue internada en el Sanatorio de la Trinidad tras sufrir un ACV. Dos meses después, el miércoles 19 de julio de 2017, falleció. Tenía 64 años. Los medios recordaron entonces a la precursora de la gimnasia por TV, a la reina del aerobics, a la “Jane Fonda argentina”. Pero ninguno pudo dejar de lado en esas notas póstumas aquel episodio que marcó para siempre su nombre, su carrera y su vida.