El niño resentido de César González

César González dejó el encierro a los 21 años. Es escritor, poeta y cineasta. Nació en la Villa Carlos Gardel y conoció el mundo de las drogas y del delito. En este libro cuenta sus primeros dieciséis años. Fuera de su vida, está la experiencia del resultado de toda una época política.

El niño resentido es un texto que va más allá de lo literario.

22 de Octubre de 2023 09:13

“Nací en la Carlos Gardel, una villa al oeste del conurbano bonaerense. A solo cinco kilómetros de Capital, donde la desesperación por la pobreza hizo florecer una rica tradición delictiva. Diez hectáreas de angostos pasillos. Casas pegadas una al lado de la otra, enanas y precarias, de techos de chapa, paredes sin revocar y pisos de tierra. Alguna, como la mía, tenía patio y árboles; la mayoría no. El embaldosado de cerámica o la cubierta de membrana eran considerados de millonarios. Al lado de este asentamiento estaba el complejo de monoblocks. Junto, villa y monoblocks, formaban una isla de hacinamiento que se inundaba frecuentemente. Odiábamos la lluvia”. Así se presenta César González en su nuevo libro, El niño resentido (Reservoir Books - 2023), donde nos cuenta de manera brillante su infancia y adolescencia en la villa Carlos Gardel.

La etapa elegida va desde su nacimiento en 1989, hasta su adolescencia. Hoy, César González tiene 34 años y todavía vive en ese mismo lugar. A los dieciséis es detenido y llevado, primero, a un instituto de menores y, ya con la mayoría de edad, a la cárcel.

En ese espacio conoce a Patricio Montesano, un mago que daba talleres de magia en el lugar. Patricio, con el tiempo, se convertiría en su amigo. Con el tiempo también, aquello que cruzaba sus charlas, libros y pensadores, le hicieron ver a César que su vida podía terminar en un tiroteo por su barrio. La comunicación con Patricio y el hecho de hacerle sentir que la literatura también era algo para él lograron el cambio de vida. “Él fue mi salvador, si no lo cruzaba, no sé cómo hubiese terminado”, ha dicho el director de cine y poeta.

“Este libro da miedo y tiene la llave para salir del miedo. Suplico que lo lean. A ver si logramos ir juntos para algún lado que no sea la guerra”.

“En ese entonces mi razonamiento era bien simple: ¿Por qué algunos tuvieron de todo y yo no tuve nada? ¿Quién explicaba las razones de esa desigualdad tan obscena? No me sentía parte del mundo y estaba dispuesto a morir, pero antes, aunque sea irrisoriamente, tendría algo que maquillara mi pobreza. El precio de esa ficción de sentirnos reyes era el de morir muy joven y yo podía pagarlo (…)”. Así reflexionaba el niño que fue César González. Así reflexionan muchos pibes y pibas todavía hoy. El niño resentido es un texto que refiere a la vida real de muchos. Cuenta con la correlación entre lo que cuenta y lo que pasa. Habla, y debemos pensar en ellas, de criaturas que sobreviven a una pobreza asfixiante.

El texto va más allá de lo literario. Es, viendo en su totalidad, el resultado de toda una década de políticas neoliberales. Entonces, el contexto manda y parte de la sociedad hace lo que puede. En su infancia, junto a sus hermanos, cartoneaban después de la escuela. Corrían detrás de un carro de madera jugando a ser adultos. Cruzados por las drogas y el delito, César también se permite llorar como la criatura que es, por recordar la imagen de su mamá y su abuela esposadas, con la cabeza tapada, encerradas en un camión de la policía y hasta en la comisaria misma. César es producto de esa situación política. De una época.

El dolor, la culpa, el sistema, son parte de la descripción de las circunstancias. No es un libro blando en lo narrado, en su historia. La crudeza de lo contado juega con lo bien escrito. El niño resentido es literatura que surge de hechos reales y por eso, en tiempos donde a algunos les gusta recuperar ideas que ya fallaron y dejaron a muchos afuera, es respetable su lectura. Al decir de Lucrecia Martel: “Este libro da miedo y tiene la llave para salir del miedo. Suplico que lo lean. A ver si logramos ir juntos para algún lado que no sea la guerra”.