Se cumplen 16 años del incendio en Ferimar

Eran las 4.30 de la madrugada del 22 de diciembre cuando el cuidador de uno de los predios comerciales más grandes de la ciudad escuchó una explosión. Rápidamente las llamas comenzaron a expandirse sin que hubiera mucho por hacer. Así comenzaba el incendio de Ferimar, un sitio que contaba con más de 250 puestos de venta de calzados, indumentarias, juguetes y comidas.

Seis dotaciones de bomberos lucharon durante varias horas para controlar el fuego del complejo, que no pudieron apagar. A pesar de los intentos, el centro comercial quedó destruido por completo. La buena noticia: no hubo que lamentar víctimas fatales, ya que al momento de iniciarse el fuego, las doce personas que se encontraban allí pudieron salir sin sufrir daños, según informaron fuentes de la Policía Distrital.

Sin embargo, comenzaba un duro verano para los más de 500 trabajadores que quedaron sin empleo esa temporada luego de 24 años de desarrollar sus actividades en la manzana comprendida por las calles Solís, Acha, Bermejo y Juan B. Justo.

El hecho es recordado por muchos vecinos que todavía tienen en su mente las imágenes de las columnas negras de humo espeso y el fuerte olor a quemado que perduró por días en la zona del Puerto y que reconfiguró un paseo que ya se había vuelto un clásico de la temporada en la ciudad, donde no sólo marplatenses sino también turistas aprovechaban para buscar ofertas y realizar compras a precios especiales.

El incendio generó complicaciones para los expositores, empleados y representantes de firmas que formaban parte del complejo. Tal es así que el entonces intendente de General Pueyrredon, Gustavo Pulti, los recibió en una reunión y prometió ayudarlos a buscar alternativas para que no perdieran sus ingresos en esa temporada.

Pero también ocasionó un cambio en la conformación del gabinete que todavía vemos hoy en la ciudad: a raíz de las tareas repartidas durante el voraz incendio, el mandatario local decidió reorganizar y jerarquizar el área de Defensa Civil, para que comenzara a articular mayores acciones de prevención y planes de trabajo. La idea era crear un protocolo definitivo y estable que estableciera cómo trabajar en cada incendio.

Este antecedente fue fundamental en futuros incendios de magnitud que también quedaron en la retina de la ciudad, como fueron el de Caromar o Torres y Liva, donde las tareas de Defensa Civil y Bomberos fueron fundamentales.