Cierre de año con recuento
Domingo 31 de diciembre. Le toca a El escribiente hacer el balance de lo que ha sido este año tan inquietante para muchas y muchos (y no me refiero solo al ámbito de la escritura y la lectura).
Si hablamos de “balance”, por supuesto que hablamos de un repaso de lo logrado y lo pendiente. Pero, ¿qué criterios se utilizan para evaluar si estamos satisfechos o no con este presente? Quizás no solo sea contar lo que obtuvimos y lo que perdimos. Quizás, también, tenga uno que ver cómo y qué se siente en este tiempo. Los balances, por lo general, son invitaciones a explorar la forma de ver la vida. Es decir, como sostenía Albert Camus, "La vida no vale nada, pero nada vale una vida". Entonces, tal vez, hacer balance sea solo una forma de darle sentido y valor a nuestra existencia.
Pero en esta columna no iremos tan lejos, o quizás sí, todo dependerá de usted lector y lectora. Como este Escribiente tiene poco que balancear, le pidió a reconocidos escritores y escritoras de Mar del Plata que hagan sus propios balances de lecturas de este 2023, pero bajo la condición de que sea solo el saldo positivo. Es decir, solo aquellos libros que los y las conmovieron en su proceso de lectura.
Fue variada la selección. Recibimos la respuesta de Mauro De Angelis (El Lemur) con tres textos en prosa: La última noche, de James Salter (Salamandra); Una ofrenda musical, de Luis Sagasti (Eterna Cadencia) y María Estuardo de Stefan Zweig (Editorial Juventud). Dentro de los argumentos, Mauro sostuvo que, “Los elegí porque -en sus diferentes estilos- me parecen libros muy bien escritos, plenos de maestría y belleza”.
La poeta Evangelina Aguilera (Ciego al mundo) seleccionó el género que mejor representa: la poesía.
“Elegí la Poesía completa, de José Watanabe (Pre-Textos), en primer lugar. Había leído poemas sueltos y Animal de invierno, pero haberla leído y analizado completa la obra, me cambia rotundamente los objetivos y las búsquedas lingüísticas que yo tengo. Específicamente la sencillez con que se anuncia cosas importantes. Luego, y no menos importante, Arte y fuga (Pre-Textos), de María Negroni, porque es una poesía que me emocionó la delicadeza. Me parece un trabajo de orfebrería, una delicadeza extrema con enlaces a otros libros y a otras voces, que cada vez que lo vuelvo a leer descubro más cosas. Es un libro enorme que debería ser analizado más todavía. La agudeza intelectual de María Negroni me fascina y le tengo una admiración enorme. Y, por último, el libro de Rafael Felipe Oteriño, Lo que puedes hacer con el fuego (Pre-Textos). Te muestra lo que es un poeta que encuentra su tono, su voz. Acá deslumbra con una sabiduría y un despedirse de este plano. Y no con pesar, ni reclamos ni con pesadumbre, sino con una enorme certeza de tener conocimientos sobre el mundo. Es un libro que emociona, hay poemas que conmueven profundamente desde este lugar, desde el lugar que ha construido una voz elevada y sabia”.
Otro poeta, Sebastián Lopizzo (La ira del dragón), seleccionó Delfos, de Clare Pollard (Caja negra), “Por revisar en clave profética el presente del confinamiento y el futuro pospandémico”. También Prohibido morir aquí, de Elizabeth Taylor (La Bestia equilátera). “No suelo leer contratapas, pero coincido fervorosamente con Elizabeth Jane Howard que dice: ‘¡Cómo envidio al lector que se acerca a Elizabeth Taylor por primera vez!’. El mejor libro que leí este año”. Y, por último, Una música, de Hernán Roncino (Eterna cadencia). “Como recomendar libros es mi trabajo, cuando me recomiendan uno le presto mucha atención. La prosa de Roncino es pura música, una fuga que resiste la melancolía”.
La escritora Gabriela Exilart (El vuelo de la libélula) nos trajo Trono de nubes, de Estela Escudero. “Acabo de terminarlo y me pareció una obra maravillosa. A lo largo de sus casi 840 páginas nos cuenta la epopeya de un joven oficial del ejército argentino que a fines del siglo XIX evita un enfrentamiento con Chile relacionado con los límites entre ambos países. También nos narra el gran trabajo realizado por el perito Francisco Pascasio Moreno, sus expediciones, así como las del coronel Luis Jorge Fontana, en cuyo honor se nombró el lago del sur. Además de aprender un poco más sobre historia argentina, sus paisajes y los hombres que la hicieron grande, nos emocionamos con una realista historia de amor”. Luego, Delatora, de Joyce Carol Oates, premio Pepe Carvalho 2021. “Una novela cruda, que explora sobre el racismo, la violencia, la misoginia y las lealtades. ¿Denunciarías a tu hermano de haber participado en un asesinato? Nos hace reflexionar mucho sobre los vínculos, nos deja pensando, y esas son las novelas que me gustan”. Por último, La casa de los amores imposibles, de Cristina López Barrio. “Esta novela cuenta la historia de varias mujeres de la familia Laguna, aparentemente malditas en cuestiones de amor. Me atrapó porque me hizo revivir novelas de Gabriel García Márquez e Isabel Allende, dado que tiene el recurso del realismo mágico que me encanta”.
El escritor Sebastián Chilano (El ojo) mencionó Lenguas vivas (Eterna Cadencia), de Luis Sagasti. “Porque sí, porque el dolor es un animal enjaulado”. Magnetismo animal, de Franz Mesmer (Cactus), “Aunque más que nada por el excelente trabajo que lo precede: El médico y el charlatán, de Isabelle Stengers”. El matemático nocturno, de Jorge Chiesa (Paco), “Porque un amigo también puede ser un gran escritor y porque la literatura es ser fiel a lo que un texto necesita”. Y, por último, a la reedición de Galaxia Gutenberg de Todas las mañanas del mundo, “Una novela sobre la música y el amor que nos permite entrar en el mundo de Pascal Quignard y su narrativa. Y no querer salir”.
Cierra este recuento la poeta Larisa Cumin (La gran avenida) con Lluvia y viento sobre Telumée Milagro de Simone Schwarz-Bart, traducción de Claudia Ramón (ed. Cía Naviera), “Porque es una novela franco-caribeña increíble, escrita por una guadalupeña en 1972 y traducida recién ahora al español. Al leerla sentí la exuberancia de la literatura del caribe y que estaba ante una de las mejores novelas latinoamericanas de los 70, y decir eso es decir un montón”. Luego, Una ballena es un país, de Isabel Zapata (Rosa Iceberg), “Autora mexicana increíble que recomiendo mucho, porque es un libro de poemas muy particular, cruza poesía y no ficción. La poesía aparece como una forma de abordar, de conocer el mundo y otros seres, en este caso animales, tan válido, o más, que otros discursos como el de la biología, por ejemplo”. Y cierra con Diario inconsciente, de Santiago Loza (Bosque energético), “Que es un diario de lo imposible, un intento de narrar en presente lo que ya pasó, cuando era imposible narrar. Es un diario que intenta rescatar la experiencia de una internación psiquiátrica”.
Como se dijo, más que un balance quizás un recuento. Valga entonces este recuento no solo para ampliar nuestras listas de pendientes, sino también como un buen deseo de buenas lecturas en los tiempos que vendrán.
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