Femicidio en un gimnasio: el trágico final de una historia de 15 años de abuso, violencia y denuncias

Belén Saravia Ocampo tenía 28 años y apenas con 13 comenzó una relación con su asesino, 10 años mayor. Denunció 7 veces a Cristian Allende y se mudó de ciudad para evitarlo. Pero nada alcanzó: se anotó en el mismo gimnasio que ella y la mató de 3 disparos.

Belén Saravia se había alejado de su familia por temor al agresor.

19 de Septiembre de 2023 15:19

Por Redacción 0223

PARA 0223

Una nueva y lamentable crónica de una muerte anunciada sacude por estas horas a la Argentina. La sensación de un hecho evitable es lo que queda tras adentrarse en los dramáticos detalles del femicidio de Belén Saravia Ocampo, una tucumana de 28 años que fue asesinada a balazos en un gimnasio por su ex pareja, a quien había denunciado 7 veces por violencia de género y sobre el que pesaba una orden de restricción de acercamiento que de nada sirvió. 

La mujer no solo recurrió incansablemente a la Justicia de Tucumán para ponerle un freno a su agresor, sino que se mudó de ciudad, se alejó de su familia y hasta cambió sus hábitos para torcer el rumbo de su vida, que terminó de una manera brutal, a manos del mismo verdugo que la violentó por más de una década.

Con apenas 13 años de edad, Belén comenzó una relación con su asesino, Cristian Allende, de entonces 23 años. Ella era menor de 16, por lo que no hubo consentimiento en ese inicio: no fue el nacimiento de una pareja, sino que se trató de un caso de abuso sexual y del primero de innumerables actos de violencia de los que iba a ser víctima. 

Apenas dos años después, cuando tenía 15, sus familiares registraron la primera agresión de Allende contra ella y recuerdan que fue sangrienta. Como suele suceder en los casos de violencia de género, debieron haber muchos ataques previos hasta que alguien tomara nota del suplicio que sufría Belén. A partir de ahí, nunca dejó de golpearla.

La semana anterior al crimen, la joven se enteró de que Allende se había anotado en el mismo gimnasio.

Luego de 13 años de padecimientos, golpes, humillaciones e insultos constantes y crecientes, la joven decidió poner fin a la relación. Sus amigas hicieron una distinción ante la periodista tucumana Mariana Romero que describe perfectamente lo que atravesaba Belén: "Ella no se separó, escapó".

Sus allegados no saben cuantas denuncias por violencia de género radicó ella, pero estiman que fueron, al menos, siete. Cuando Belén huyó, se refugió en casa de su familia. Pero pronto se dio cuenta de que no iba a poder escaparse de él con facilidad.

Romero reveló en su cuenta de Twiiter que Allende se le aparecía en todas partes, incluso, trepando tapias y saltando techos. Entonces su papá, con mucho esfuerzo, le alquiló un departamento en el centro. Belén tuvo que abandonar Villa Mariano Moreno, su lugar en el mundo, y mudarse a la localidad de Yerba Buena, donde continúo estudiando y trabajando. 

"Belén ya había hecho denuncias contra Cristian para poner un freno a la situación de acoso que vivía. Ella ya no podía estar cerca de su familia por culpa de Cristian, se encontraba sometida y no decía nada por temor a lo que podía pasar", contó Nancy Ocampós, tía de la joven.

El asesino le disparó 3 veces en la cabeza, sin mediar palabra.

Su prima agregó que no podía volver ni a visitar a su mamá por el terror que sentía. Quedó "exiliada" de la localidad en la que vivió toda su vida. Por eso, su prima no comprende que hacía Belén en ese gimnasio en Villa Mariano Moreno este lunes, cuando fue brutalmente asesinada. 

Una allegada de la familia Saravia Ocampo aseguró que Belén se había enterado la semana pasada de que Allende se había inscripto en el mismo gimnasio al que ella asistía, por lo que había decidido abandonar -una vez más- su rutina y cambiar de lugar. 

Sin embargo, este lunes volvió para entrenarse allí por última vez, sin saber que encontraría a su verdugo, que ya había planificado su triste final. Allende pagó la cuota del gimnasio para poder atravesar con tranquilidad los controles de ingreso, entró portando un arma de fuego y, sin mediar palabra, se dirigió hasta donde estaba la joven y le disparó tres veces en la cabeza.

Belén murió instantáneamente y su asesino gatilló el revólver una vez más sobre su propia sien. Pero la bala no salió. Entonces, entre el pánico de los presentes, huyó corriendo hasta la zona del ex "Arsenal Miguel de Azcuénaga" -donde funcionó un centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante la última dictadura cívico militar- y en ese lugar signado largamente por la tragedia, finalmente, se suicidó.

El fiscal de la causa, Ignacio López Bustos, anticipó que, pese a que el crimen está esclarecido -por las cámaras de seguridad y un gran número de testigos que presenciaron la dramática secuencia- y el femicida está muerto, mantendrá abierta la investigación hasta determinar quiénes más deberán responder por la inacción ante las denuncias previas y el incumplimiento de la orden de restricción, que contribuyeron de forma fatal con otra lamentable crónica de una muerte anunciada.