Un marplatense recorrió más de 5 mil kilómetros con una Fatbike para dejar un mensaje de esperanza

Es el primer marplatense en completar el recorrido de la ruta 40 completo a bordo de una Fat Bike especialmente equipada para la travesía. El viaje, lleno de anécdotas comenzó el 23 de diciembre y finalizó el 15 de marzo.

Pablo recorrió la Ruta Nacional 40 con su fatbike en poco más de tres meses.

14 de Abril de 2024 18:20

Por Redacción 0223

PARA 0223

A Pablo, carpintero de oficio de la ciudad hay un tema que lo obsesiona hace años: la mítica ruta 40 Libertador General Don José de San Martín que atraviesa el país de norte a sur. Mientras trabaja en su taller en algún diseño piensa en la ruta, sus paisajes, la gente que la transita. En sus ratos libres recorre las librerías en busca de material sobre la carretera argentina. “Leí todos los libros de la ruta 40. Voy a las librerías y pregunto si tienen algo nuevo y les pido que me avisen cuando lleguen libros sobre la mágica ruta”, dice en diálogo con 0223.

Pablo pudo, en 2022, concretar su sueño de recorrer junto a su hijo la ruta a bordo de su camioneta especialmente equipada para la ocasión. Hizo el trayecto Cabo Vírgenes, Santa Cruz - La Quiaca, Jujuy admirando el pasaje que ofrece la carretera más elegida por los viajeros en busca de aventura y nuevas experiencias y al finalizar la travesía se dio cuenta que algo en el recorrido le había faltado.

Con ese sinsabor regresó en Mar del Plata y lejos de frustrarse porque el viaje al lugar de sus sueños no había resultado como lo esperaba, decidió proyectar un segundo viaje por la ruta y esta vez, enfocarse en el contacto con la gente e ir en busca de anécdotas. Comenzó entonces a reunir dinero para comprar un nuevo vehículo que acondicionaría para la ocasión y, el día que iba a realizar la transacción sufrió el robo de todo el dinero. Entonces, tras un periodo de angustia, su familia lo alentó y le hizo ver que era posible concretar el viaje, aunque cambie el elemento de traslado. “Ya no tenía el auto, pero en el garage de casa tenía una bicicleta fat bike”, recuerda Pablo.

A simple vista la idea era una locura: una bicicleta fat es similar en su cuadro a una bicicleta Mountain Bike (MTB), aunque es más robusto y pesado y cuenta con llantas gordas y neumáticos más gruesos que la hacen más pesada que una bicicleta convencional equipada para la montaña. A eso, debía sumarse el equipamiento de alforjas, carpa, anafe, recargas de gas y todo lo necesario para pasar como mínimo dos meses en la intemperie.

El viaje se perfilaba largo y contaba con el agregado de la falta de preparación física del devenido ciclista. “No fui al gimnasio, no me preparé físicamente. La única preparación que tenía fue ver videos en internet sobre la ruta, una ruta de viaje realizada en base a videos de gente que contaba su experiencia… yo no me dedico a esto, no soy un ciclista de elite, soy una persona que tenía las ganas de hacer el recorrido y dejarle un mensaje a mi hijo”, dice.

"No es necesario ser un deportista entrenado, tener un equipo técnico, una bicicleta último modelo. Si te lo proponés, podés cumplir tus sueños", asegura.

Un viaje lleno de anécdotas 

El 24 de diciembre de 2023, emprendió el viaje a La Quiaca junto a su bicicleta y tres meses, el 15 de marzo 2024, llegó a Ushuaia y se convirtió en el primer marplatense en completar el tramo completo de 5080 km.

Para Pablo, el punto más significativo fue el “Abra de Acay” ubicada en La Poma, Salta cuesta conocida como "nido del viento blanco". Allí Pablo alcanzó los 4895 metros sobre el nivel del mar. Allí fue consciente pro primera vez que “tenía la ruta en los pies”, una sensación que lo acompañó hasta el final del recorrido. 

El viaje comenzó en La Quiaca y estuvo plagado de anécdotas que Pablo trata de resumir para darle dinamismo a la conversación. La idea era comenzar en el norte, para que la parte más pesada del recorrido pase lo más rápido posible y después bajar al sur, donde en teoría el camino sería más simple. “Pensás que vas a bajar como bala, pero hay que tener en cuenta no solo la altura, también la geografía de los pueblos que vas bajando, las curvas, el terreno, el clima…. en un tramo del viaje tuve que frenar para ir al médico. Tenía las manos y los labios muy quemados por el sol y si seguía viaje no iba a poder doblar las manos, por mas guantes que use”, recuerda.

Durante el trayecto solo una vez pensó en abandonar, pero hubo algo en su interior que no le permitió desistir. “En el camino una vez, tuve que hacer acampe libre porque me agarró la noche antes de lo que tenía previsto y quedé a la vera de la ruta solo y completamente a oscuras. Eso es peligroso, porque no sabes en la naturaleza con qué te vas a encontrar”, dice.

“El primer tramo lo hice tirando con un ciclista de Luján que se llama Daniel, lo conocí en la ruta, el por sus tiempos tenía un recorrido más corto. Nos pasó en un pueblito de Jujuy que a él se le rompió la cadena y necesitaba precintos para repararla hasta encontrar una bicicletería. Esto fue un domingo a la mañana. Fue algo gracioso porque en la ferretería pedimos un abolsa, nos dijo el vendedor que no tenía y nos mandó a un supermercado, en el super nos mandaron a la ferretería y cuando vuelvo y le pregunto si tenía zunchos y me dice, sí, tengo, pero usted me pidió una bolsa y me quedan 80”, cuenta imitando la tonada del vendedor entre risas.

“Tirar” con otro ciclista es fundamental no solo para encontrar un ritmo y mantenerlo, sino también para la parte psicológica que muchas veces es la que menos en cuenta se tiene a la hora de plantear este tipo de travesías. 

¿Montiel? Abajo a la izquierda

Durante el viaje, Pablo se cruzó con viajeros de todo el mundo, pero la mayoría de las personas con las que interactuó eran franceses que habían llegado al país para hacer cicloturismo.

La anécdota quizá más pintoresca del viaje la tuvo en el sur, cuando se encontró con un grupo de ciclistas franceses que iban a bordo de su Mountain Bike. “Me saludaron, cruzamos unas palabras y pensé me voy a divertir un rato”, recuerda.

Entonces, tras entablar un diálogo y compartir experiencias del recorrido que llevaban, Pablo les indicó que no podían dejar de visitar Montiel, un pueblo que se encontraba “abajo a la izquierda”. “Los franceses lo buscaban en el mapa y me decían que no les figuraba y yo les insistía que el pueblo Montiel estaba abajo a la izquierda…. creo que todavía lo están buscando”.