Venta de libros usados: desprenderse de un "tesoro" en tiempos de crisis
La compra de libros usados es algo recurrente para los lectores. A diferencias de otras épocas, el precio del usado, 50% menos, sigue siendo caro por lo inalcanzable del nuevo. Hoy se ofrecen más bibliotecas o lotes a la venta por mudanzas, viajes o excedentes.
En una nota aparecida hace poco en este diario, señalábamos una importante caída en la venta de libros nuevos. La muestra alcanzaba a varias de las librerías de la ciudad, ubicadas en distintos puntos del micro y macro centro. El argumento no es muy difícil de imaginar: los altos precios de los libros los hacen inaccesibles para una gran mayoría.
Para los lectores, ante este panorama, aparece como alternativa la venta de usados o el canje. Ninguna de ellas es nueva, pero en tiempo de crisis o de faltante de recursos, es una buena opción.
Gabriel Guimarey es el referente de la librería Dublin. Hace más de 10 años que se dedica a la venta de libros usados y comenta que “La venta bajó, naturalmente, pero aún se sostiene”. Pero aclara que, “Hay libros que siguen estando caros, aún a la mitad de su precio, para el bolsillo de la gente”. Y pone un ejemplo, “Una señora vino esta mañana a buscar un libro de Kate Morton. Nuevo vale más de 20 mil pesos, usado se lo cobré 9 mil, pero ese sigue siendo un número inaccesible para el bolsillo de un jubilado como era este caso. Si usado ya es inaccesible, un libro nuevo es más inaccesible todavía”.
Para David de la Rosa de Casalibro Lilah, “Aumentó bastante la venta de usados y disminuyó la de libros nuevos. Hubo una caída brutal en la compra. En febrero, con nuestra feria de descuento, tuvimos una venta ‘aceptable’ para la situación actual. La misma feria en marzo vendió la mitad de febrero. Y la de abril la mitad de marzo”. Y agrega que, “Las ventas ya venían deprimidas en diciembre del año anterior, pero lo que se vive ahora es muy preocupante”.
Mariano Loiterstein de Libros Mariano especialista en ajedrez, coincide con sus colegas. Rescata la diferencia del 50 por ciento de diferencia entre el precio del libro nuevo y el usado, pero también confirma que la gente viene a buscar directamente el usado en primera instancia, “aunque la gente se sorprende por el precio del usado, porque los nuevos está a 30 o 40 mil pesos y un usado a la mitad y sigue siendo muy alto para el bolsillo de muchos”. En el caso de esta librería en particular, Mariano califica la situación como “un panorama triste”, pero aclara que, por ser una librería temática, él pudo defenderse bastante “Con el tema del ajedrez, con la venta de juegos, relojes digitales, tableros, piezas sueltas, magnéticos o revistas y libros especializados”.
Para Natanael, de librería Occursus, el panorama que nos ilustran es bastante similar al resto. “El mercado de usados funciona siempre. La venta no bajó, pero esto no quiere decir que esté todo bien, se sostiene. Es verdad que los usados son más buscados ahora porque el libro nuevo sale 40 mil pesos y 20 es el precio de hace un año aproximadamente”, nos dice. Y aclara: “Yo siempre parto del 50 por ciento para darle precio al libro usado, me parece que es el acuerdo que tenemos con el comprador, después según algunos parámetros se puede ir modificando”. En cuanto a la alternativa del canje sostiene que, “El canje sigue funcionado, pero los que se acercan con libros, en su mayoría, es porque buscan venderlos, les interesa algo de dinero, el que se les dé”.
Más allá de la búsqueda de alternativas por parte del lector, la otra gran señal de los tiempos que se viven tiene que ver con la instancia de deshacerse de los libros con los que uno cuenta. Quiero decir, en qué estado de situación debe estar uno que es lector fiel para comenzar a vender su propia biblioteca. Si bien las realidades son distintas, según el caso y el librero, hay algunas señales claras. Por ejemplo, para el referente de Occursus se están ofreciendo más lotes de usados, “Pero en general son excedentes. Por ejemplo, de su biblioteca juntan lo que menos les interesa y tratan de venderlo. Pero es lo que menos les interesa de sus bibliotecas, es progresivo. Luego, esta mañana, por ejemplo, compré una biblioteca muy grande de una persona que se iba a España; otra porque se mudaba a un lugar más chico, pero vendía los excedentes como te decía, no todo. Cuando hay crisis se venden los libros porque los ven como una especie de material secundario. No es lo mismos para un lector, él no los vende y si lo hace es porque realmente lo necesita”. Y agrega, “Sí tomaría como un acto desesperado la venta de la biblioteca de un lector que venga llorando a venderlos. Pero no me ha pasado hasta ahora, no he visto ventas por desesperación en mi experiencia, al menos si era por eso no me di cuenta”.
Cuenta algunos otros casos, como una señora que necesitaba la plata, lo que sea, mucho o poco, por unos libros o aquellos que vienen con muchos para canjear. De igual manera aclara que: “Ya no compro lotes cerrados. El que viste vos es el cuarto que rechazo hoy. Compro todo el tiempo, pero no compro todo, solo lo que me interesa tener en la librería”.
Para Loiterstein la realidad le muestra que “Muchos se desprenden por falta de dinero y alguno que otro por mudanzas. Lo que ofrecen en realidad no es bueno, son muy pocos los que venden material bueno. Sí noto que se vende mucho en las redes, algo que a los libreros nos molesta bastante”. En cuanto al estado de situación, describe: “Podríamos decir que se cayó desde que asumió el nuevo presidente, de diciembre para acá. Sobre todo, luego de los tarifazos y todos los aumentos de enero y febrero. Ahí se cayó muchísimo la venta. No recuerdo una época donde la caída haya sido tan abrupta, porque en el 2001, por ejemplo, había mucho nerviosismo en la calle, pero había algo de plata. Yo en 30 años nunca vi nada igual. El canje siempre está, pero no es gran cosa a pesar de que hay mucha diferencia en plata”.
Para David de la Rosa, que también vende libros en el complejo universitario, “La venta de bibliotecas y lotes de libros aumentó”. Él lo atribuye a la falta de dinero, a mudanzas a espacios más chicos y viajes. “Ya venía deprimida la venta, sobre todo desde el año anterior, pero desde diciembre ya es terrible la situación”, asegura.
Por último, Guimarey manifiesta que él vive una situación similar a la del 2019, cuando compraba más libros de los que vendía. “Todos los días están preguntando por teléfono, WhatsApp y gente que viene hasta acá, si compro bibliotecas. Esto hizo que empiece a elegir qué comprar porque no puedo comprar todo porque no se vende y, además, por la falta de espacio”, dice. También confirma que mucha gente está seleccionando material de su biblioteca y busca venderlo, o como un caso reciente donde una chica se mudó a lo del padre y necesitaba espacio, lo que hizo que vendiera la biblioteca. Otros ejemplos coinciden con los de sus colegas: mucha gente que se muda y van a lugares más chicos y otros que se van del país.
Guimarey pone un parámetro en la comparación: “El último año de gobierno de Macri la economía se vino abajo. Venía gente a vender todo el tiempo y muy pocos a comprar. Me acuerdo de que yo recién abría acá el local y tenía boletas para pagar todos los días. Todo el mundo que venía, se asomaba y preguntaba si compraba libros. Una vez aparece un chico con su madre y unos libros de Stephen King para vender. Se los compré. A los pocos días, me acuerdo que estaba poniendo el plotter de la vidriera, aparece con otros libros para vender y la verdad es que no me interesaban y no podía comprárselos, pero cuando lo miro el pibe estaba en patas. Me acuerdo de que pensé ‘¿Por qué está en patas, ya vendió las zapatillas también? ¿Qué le está pasando?’. Se los compré, obviamente, pero me impactó aquella imagen”.
¿Alcanza la muestra para describir la situación en su totalidad? Quizás no, pero sí dejan claras señales de una realidad, esa que involucra a los libros, lectores, culturas y salarios, muy lejana de la que se quisiera. El acceso a la cultura es caro, es imposible para la gran mayoría. Difícil un futuro bajo estas condiciones.
Temas
Lo más
leído