El centro cultural Eslavos Unidos y un origen motivado por la paz

Funciona hace más de treinta años. Impulsados por el lema: Nos unimos porque amamos la paz; el Centro Cultural Eslavos Unidos ha sido un espacio de encuentros y reencuentros entre pares. La gran cuestión de mantener a las generaciones más jóvenes.

Su precursor y fundador fue el ingeniero Roberto Stimler.

17 de Agosto de 2024 18:12

Nació hace más de treinta años. Recién comenzaba la década del 90 y un grupo de personas nacidas en la ex Yugoeslavia, tierra de los eslavos del sur. El lema que impulsó la energía que aún hoy tiene fue: Nosotros nos unimos porque amamos la paz.

Así surgió el hoy Centro Cultural Eslavos Unidos. Su precursor y fundador fue el ingeniero Roberto Stimler, nacido en Serbia. Recién en el año 1993 pudo hacerse de una sede propia, Chile 1324, y la correspondiente personería jurídica. Pero eso no impedía que las reuniones se fueran desarrollando en espacios cedidos como sociedades de fomentos o el Club portugués.

“No todos los paisanos estuvieron de acuerdo en estar juntos en un primero momento. Traían consigo los recuerdos de sus pueblos y aldeas dejados en su tierra natal”, comenta sobre aquel inicio Teresa Barbarich, actual presidenta del centro.

Yugoeslavia se fue desmembrando y se formaron seis repúblicas: Eslovenia, Croacia, Macedonia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Serbia. Eso empuja a cambiar definitivamente el nombre y ser reconocidos como Centro Cultural Eslavos Unidos.

Inmediatamente se juntó gente de distintas regiones, pero con el mismo interés: unirse, velar por la paz y rescatar todo aquello que se comparte y no lo que los distancia.

Teresa agrega, “Cuando comenzamos eran aproximadamente 25 familias, después se sumaron muchas más hasta llegar a unas 100. Lo que pasó luego fue que, en muchos casos, al fallecer los padres o las madres el resto se desvinculó. Es un tema etario, las personas grandes son más factibles que se mantengan y se junten, pero hoy los jóvenes tienen otras inquietudes, además, pueden llegar mucho más lejos y averiguar muchas más cosas, también conocen, saben y viajan, entonces, ya el hecho de formar un grupo del tipo Centro no es para ellos”.

El Centro, inmediatamente comenzó a desarrollar actividades culturales.

El Centro, inmediatamente, comenzó a desarrollar actividades culturales. La enseñanza de lenguas fue de las primeras iniciativas, un coro vocal, danzas tradicionales y, por supuesto, la gastronomía típica como el plato que los caracteriza: carne de cerdo asada con chucrut.

Teresa se incorporó en 2013 al Centro. Es de ascendencia eslovena y está aprendiendo el idioma con la esperanza de poder llegar algún día a conocer el pueblo de sus ancestros. Ella misma cuenta su historia, en realidad la de sus padres: “Mi papá vino de allá. Mi papá vino, muy joven, cumplió 18 años cuando llegó a acá en el año 29 y, bueno, después se conocieron con mi mamá y se casaron. Mi mamá es argentina y nosotros ahora seguimos con todo esto, digo mi hermano y yo”.

- ¿Su papá y su mamá siempre vivieron en Mar del Plata?

- No, mis padres se conocieron y vivieron en lo que hoy es el Amba. Después, con los años, cuando ellos ya no estaban, yo me vine a vivir a Mar del Plata.

-Es decir que usted decidió participar por sí misma, no porque ya había alguien…

- Claro, empecé a averiguar porque escuchaba que el ingeniero Stimbler decía en distintas notas que estaba por formar un grupo y las intenciones, entonces empecé a participar en las reuniones y nos encontramos todos juntos, en esas primeras reuniones, en Sociedad de fomento Peralta Ramos y en el Club portugués. De a poquito se fue sumando gente que iba conociendo y así fue como empezamos.

Las actividades fueron permanentes hasta la época de la pandemia. En ese instante, por la cuestión salud y la económica, las actividades se fueron haciendo cada vez más distanciadas. “Hay que pensar que la mayoría hoy son personas jubiladas y por ahí, pagar un remis hasta allá y una tarjeta para un almuerzo les resulta muy oneroso. Son cositas que nos juegan en contra”, argumenta la presidenta.

-Entonces, ¿usted no conoce la tierra de su papá? ¿Tiene ganas de ir?

- No, no, yo nunca pude ir. Allá por el 2010 pude haber viajado y no lo hice y ahora es muy difícil. Pero no pierdo las esperanzas de que alguna vez se puede dar y estar en su tierra.

- ¿Tiene parientes, contacto con alguien allá?

- No, no tengo parientes. No han quedado y no sé si es que quedó alguno, pero no, no puedo determinar que sí o que no.

Una participación constante en la vida de la ciudad,.

De aquellas primeras reuniones quedan anécdotas y recuerdos. El espíritu siempre fue el mismo, juntarse, compartir con los propios, tener contactos con otros. Teresa recuerda que, “Cada uno aportaba la suyo. Iba contando su historia de familia, de cómo habían venido. Algunos habían dejado las familias, otros se habían venido con toda la familia. Por acá, por la zona, se fueron asentando en la zona de Tandil, porque había trabajo en el campo de picapedreros. Lamentablemente muchos no fueron muy bien tratados. Después, en las generaciones siguientes ya fueron dándose otros emprendimientos”.

La gran mayoría llegó en períodos de posguerra. Venían buscando trabajo, lugar y paz. Muchos, castigados por la hambruna, eligieron a la Argentina para comenzar de nuevo. “Claro, pero por lo general venían los hombres. Por ejemplo, un padre con uno o dos hijos. Entonces, a medida que se conseguía trabajo y demás, hasta una casita en muchos casos, iban llamando al resto para que viniera. Y por lo general la mamá venía con los hijos más chicos”, dice Teresa.

El Centro Cultural Eslavos Unidos surgió de la necesidad de reencontrarse entre aquellos que buscaban nuevas oportunidades lejos de sus países de origen, lejos de sus familias. Ofreció, en sus inicios, un espacio vital para la preservación de su rica herencia cultural y lingüística. Hoy, treinta años después, facilitan y promueven la diversidad y el entendimiento intercultural. Su lema: Nos unimos porque amamos la paz sigue indicando el camino elegido por sus miembros.