La historia del goleador que lo tuvo todo y terminó en la quiebra
Una vida de gloria, caídas y resurrección: el increíble recorrido de una leyenda del fútbol que pasó de ser millonario en Europa a perderlo absolutamente todo.
Por Redacción 0223
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En el universo del fútbol, especialmente visto desde Argentina, siempre se repite la idea de que jugar en Europa significa asegurar el futuro para toda la vida. Sin embargo, la carrera de Aílton Gonçalves demuestra que no siempre ocurre así. El delantero brasileño, recordado por su enorme impacto en el fútbol alemán, vivió un ascenso marcado por goles y títulos, pero también un derrumbe personal que lo dejó sin un centavo tras haber amasado una fortuna.
Su llegada al fútbol alemán no fue inmediata gloria. En su primera temporada con el Werder Bremen apenas convirtió dos tantos y generó ciertas dudas. Aun así, el club confiaba en que detrás de ese comienzo irregular había un talento capaz de explotar. Y no se equivocaba. Con el correr de las campañas, Aílton creció, maduró y se transformó en una de las figuras más determinantes de la Bundesliga.
La explosión definitiva llegó en su cuarto año en Bremen, cuando se consagró goleador del campeonato con 28 conquistas y se convirtió en uno de los referentes del equipo que conquistó también la Copa de Alemania. Ese rendimiento lo catapultó al Schalke 04 y luego al Besiktas de Turquía, aunque allí reaparecieron viejas irregularidades y su nivel comenzó a ser motivo de análisis y preocupación.
Después de su etapa en Turquía, Aílton regresó a Río Branco y su vida tomó un giro crítico. Los problemas personales que venía arrastrando se potenciaron y su economía entró en un espiral sin freno. Gastos excesivos, mala administración y decisiones equivocadas lo llevaron a perder absolutamente toda su fortuna, quedando en una situación impensada para alguien que había reinado en Europa.
Pero incluso en los momentos más oscuros, el fútbol volvió a tenderle la mano. El Werder Bremen, el club donde vivió sus mejores años, le organizó un partido homenaje que no solo le devolvió el calor de la gente, sino también un impulso económico fundamental para empezar de nuevo. Aílton logró reordenarse, reconstruirse y demostrar, una vez más, que las segundas oportunidades existen incluso después de haberlo perdido todo.
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