Bombas en el Puerto, el recuerdo de una niña y la resistencia de los trabajadores: a 70 años del bombardeo en Mar del Plata

Se cumplen 70 años de un hecho tremendo y poco conocido en la historia de Mar del Plata. Un bombardeo de la Armada que marcó el final del gobierno de Perón. Los recuerdos de una mujer que entonces era una niña, las bombas, la resistencia de los obreros y el éxodo de los vecinos del puerto que huían del horror.

Se cumplen 70 años de un hecho tremendo y poco conocido.

19 de Septiembre de 2025 17:31

La mañana del lunes 19 de septiembre de 1955 en Mar del Plata se dio uno de los hechos más nefastos de la historia de nuestra ciudad y del país. Un bombardeo de la Marina de Guerra contra objetivos en el puerto y en la Escuela de Artillería (actual GADA 601), pero también contra objetivos civiles en torno a esas locaciones, en el marco del golpe de Estado autodenominado Revolución Libertadora, que ese día culminó con la dimisión del presidente Juan Domingo Perón.

Si bien las acciones de ese levantamiento contra el gobierno constitucional habían comenzado en Córdoba el 16 de septiembre, había un antecedente horrendo que aún estaba muy fresco en la memoria de los argentinos: 3 meses antes, el 16 de junio, la aviación naval y la Fuerza Aérea tuvieron su triste bautismo de fuego contra su propia población en un hecho único en la historia. Ese día, los aviones rebeldes bombardearon Plaza de Mayo, con el objetivo de matar al General Perón, dejando un luctuoso saldo de más de 300 civiles muertos (muchos de ellos niños) y 1200 heridos, configurando el mayor atentado terrorista de la historia argentina.

Esa mañana, las bombas provinieron del Crucero 9 de Julio, un cañoneo, un ataque desde el mar por parte de la Armada que en cuestión de minutos dejó destruidos y ardiendo los tanques de combustible de YPF que estaban en el puerto. Pero los proyectiles también alcanzaron otros sectores del barrio adyacente e incluso algunas zonas más distantes. Hay quienes indicaron que las bombas alcanzaron una propiedad que estaba en Juan B. Justo y Tucumán.

El terror que se hizo presente aquella mañana en Mar del Plata estaba bien fundado en el antecedente de junio y por ello los pobladores del puerto y toda la zona cercana, abandonaron en gran número sus hogares y partieron rápidamente, casi con lo puesto, con lo poco que pudieron tomar, para alejarse del sector que estaba siendo atacado.

“Apúrense, vámonos”

Las versiones de lo sucedido señalan que la policía había avisado en las casas de la zona costera lo que podía suceder y sugerían evacuar las manzanas cercanas al mar, pero la realidad indica que la gente que vivía en el puerto no sabía nada, nadie había pasado por allí, y así fue que muchos se enteraron cuando las primeras bombas explotaron.

Mabel, marplatense de nacimiento, ese día estaba en su casa del puerto, muy cerca de la vieja usina (en ese momento todavía tenía algún tipo de función), y aún no había cumplido los 10 años. Allí vivía con sus padres y su hermano mayor. Hoy, con casi 80 años, recordó esa jornada y los días posteriores a 0223. 

“Ese día me tuve que levantar porque sentía que mis padres hablaban en voz alta y mi papá decía ‘apúrense, apúrense’. Así que cuando me levanté me di cuenta que estaba pasando algo y mi papá dijo ‘vámonos porque van a venir unos aviones’”, evocó a este medio, dando a entender la incertidumbre reinante ya que el ataque provino de los buques de la armada que se apostaron a algunos kilómetros de la costa marplatense. 

El registro de aviones sobrevolando la zona es certero según las crónicas que indicaron como un objetivo de esos vuelos, justamente, la usina, actual Central 9 de Julio, o la vieja usina de Irala entre Padre Dutto y Rondeau, a unos 100 metros de la casa de Mabel. Un avión naval “Martin Mariner” lanzó bombas contra los objetivos, pero falló.

La resistencia obrera 

Mientras en casa de Mabel, su padre escuchaba la radio para saber qué estaba pasando, se había cortado el suministro eléctrico en la zona, algo que confirma Agustín Nieto, docente de la Facultad de Humanidades de la Unmdp (INHUS-CONICET), quien mencionó a 0223 que en la Base Naval tampoco había electricidad, lo que puede inferirse como el accionar de los trabajadores de Luz y Fuerza para debilitar la operatoria de la base. 

Los sindicatos de la CGT tuvieron su participación en los hechos. De profundo arraigo peronista, el movimiento obrero había movilizado gente armada que se posicionó junto a sectores leales a Perón del Ejército, en la zona del Golf Club, y en la Escollera Norte, para intentar repeler un posible desembarco de los marinos.

Mabel mencionó que se decía que los trabajadores de la usina habían cortado el servicio, algo similar a un sabotaje, y que “desde la Base Naval llegó un ultimátum, que decía ‘si en determinado tiempo no daban la luz, los iban a bombardear’, mientras nosotros veíamos como pasaban los aviones alrededor, en círculo, arriba de la usina, y arriba de mi casa”.

El éxodo

“Nos levantamos rápido, agarramos algo de ropa y nos fuimos en el camioncito de mi papá. Veíamos alrededor de Ortiz de Zárate y Padre Dutto, que iba la gente con los colchones en el hombro. Agarraban lo que podían y salían. Todos se iban para el lado de Cerrito”, recordó Mabel. A medida que caían las bombas la gente huía del puerto de cualquier manera, en autos, camiones, en bicicleta o simplemente a pie. 

Las arterias principales fueron testigo de la peregrinación que se gestó para escapar del ataque de la Armada propia. Juan B. Justo, y 12 de Octubre fueron las calles por donde se veía mayor cantidad de transeúntes que escapaban del puerto. 

Mabel y su familia se fueron a lo de “un amigo de mi papá, por la Ruta 88, cerca del Gaucho, que en esa época era directamente el campo, y nos fuimos a una chacrita de un amigo de mi padre. Cuando llegamos, desde allá se veía el humo negro que salía del puerto, era increíble”.

Luego de dos días en las afueras de la ciudad, Mabel y su familia regresaron al puerto en donde todo ya se había tranquilizado… “nos fuimos dos días y pico, cuando ya se calmó todo. Vinimos y en la Base Naval estaban los marinos haciendo la guardia, estaba todo rodeado”, señaló. “Con mi papá, esos días, íbamos a recorrer los lugares del puerto en donde habían caído las bombas, recuerdo que para mí era como un paseo”, concluyó Mabel.

La “renuncia”

Ese 19 de septiembre, luego de varios días de acciones y combates en distintos lugares del país en contra del gobierno, el presidente Juan Domingo Perón dejó la situación en manos de sus generales leales y le entregó una nota a Franklin Lucero (ministro de Ejército), quien la leyó por la radio. El texto fue interpretado por los generales golpistas como una renuncia, aunque Perón lo negó y dijo que era un instrumento para negociar con los rebeldes. La madrugada del 20 la “renuncia” fue aceptada.