Hundimiento del Belgrano: crónica del más doloroso rescate

El hundimiento del Belgrano produjo 323 bajas y fue decidido por Margaret Thatcher para crear un verdadero "impacto" en la opinión pública en su país.

5 de Mayo de 2013 15:09

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Guillermo Contreras


Era una mañana muy fría la del 3 de mayo de 1982 en el Atlántico Sur. Hacía poco más de 10 horas que el ARA General Belgrano había sido hundido por un submarino británico. La gran tempestad producía un gran oleaje que dificultaba la misión de rescate de decenas de balsas que estaban dispersas y a la deriva. Cerca de 800 marinos estaban en ellas, víctimas de las heridas y del peor de los enemigos: el frío polar. Más de 300 argentinos estaban bajo las aguas del Atlántico. La Guerra de Malvinas escribía su capítulo más triste.


Alejandro Contreras era cabo principal enfermero en el buque hospital Bahía Paraíso. En Puerto Belgrano habían tenido el “llamado a la guerra” y con el cargamento necesario partieron rumbo a Ushuaia. Veinte días allí les sirvió para prepararse definitivamente para partir a la zona de conflicto. La Guerra de Malvinas los esperaba.

“A pocas horas de llegar a las Islas, nos llegó la orden: todos en cubierta alta con salvavidas. Y todos entendimos bien el mensaje. Uno de los nuestros había sido hundido. Luego nos informaron que era el Belgrano”, dijo Contreras a 0223.

“Levantamos la balza con un guinche hacia la cubierta, para sacar los muertos, los moribundos y los vivos. Los que murieron habían sido por hipotermia. Y los que recuperábamos iban a una ducha con agua tibia, infusión caliente y cambio de ropa. Los que estaban vivos eran porque se habían protegido bien del frío en las balsas. Pero muchos no pudieron aguantar el frío. Había un guardamarina arriba de una balsa y con su linterna prendida, muerto por hipotermia. Como tantos, hacía horas que estaban ahí”, explicó.


-¿No estaban lo suficientemente equipados para resistir temperaturas tan bajas?

Las balsas aparentemente algunas se rompieron y no pudieron cubrirse bien. Mientras que las balsas que resistieron bien nadie tuvo problemas. Tenían ropa de invierno pero no lo suficiente. El hundimiento los agarró por sorpresa, ellos no estaban en zona de guerra. Incluso sin salvavidas. Y tuvieron que tirarse a la balsa como estaban vestidos.


-¿Había muchos chicos muertos o eran más bien personal profesional?

Había mucho personal adiestrado de la Marina. Incorporaron soldados y llevaban también tropas con soldados que no eran profesionales y que no sabían mucho lo que era estrategia militar.


-¿Ustedes estaban bien preparados para su labor en un conflicto bélico?

Si, estábamos bien adiestrados. Teníamos simulacros de guerra. Era una preparación muy buena la que tienen el enfermero profesional. No nos tomó por sorpresa. Esos simulacros de guerra nos sirvieron mucho y los iniciamos cuando ya teníamos problemas con Chile.


-¿El soporte médico, de material quirúrgico, era bueno?

Fue muy bueno. Teníamos un hospital de campaña en Malvinas y ahí se recuperaba y se llevaba en los barcos. Buque hospital o en aviones Hércules se transportaban los heridos al continente.


-Vos me contaste que en medio de la guerra, había un maltrato del ejército hacia sus mismos soldados…

El ejército trató muy mal a los soldados. Lo logístico no les llegó bien, los alimentos, los abrigos, las carpas. Incluso el calzado y toda la vestimenta para ir a esas zonas. Sólo el BIM 5 de infantería de marina de Río Gallegos estaban bien equipados y conocían el terreno. A los soldaditos les pedían que les lustraran las botas. Al soldado lo tenían como gente de servicio.


-¿Qué fue lo que más te marcó de la guerra?

Lo que más me marcó fue poner en una bolsa a mi propio camarada muerto en el hundimiento del Belgrano. Con él compartimos camarote y compartíamos nuestras  cosas. Porque entramos juntos en la escuela y él se recibió en la especialidad de furriel, que es oficinista y le tocó el Belgrano. Y lamentablemente se nos murió. Eso me tocó mucho, viste, porque convivir con él y encontrarlo en ese trance, era tremendo. Después de eso uno  tenía que cambiar la mentalidad y seguir trabajando con los demás, con los que podíamos darle una mano. Nosotros perdimos una guerra, perdimos el Belgrano; pero hay que reconocer que al enemigo lo hicimos perder dos fragatas importantes y un portavión que quedó fuera de acción.


-Perdieron con una potencia…

En los últimos días de guerra, estando en Puerto Argentino, cargando a los soldados, a los que teníamos que llevar al continente, yo subo a planta alta cubierta de buque y veo bandadas de helicópteros y barcos ¨made in USA¨ . Y yo quedé asombrado contra quien peleamos. No solamente EEUU los apoyaba -como se sabía a través de informaciones- con los radares. Sino también con material. Chile también les brindó pistas de aterrizaje. Pero nosotros peleamos contra dos potencias.

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