Aguja, hilo y máquinas de coser: el camino para esquivar la prostitución

Desde hace un año, doce mujeres trans llevan adelante los destinos de una cooperativa textil en el barrio Jorge Newbery.

La cooperativa lleva el nombre de Claudia Pía Baudracco, una de las fundadoras de ATTTA.

4 de Julio de 2013 19:21

Hace exactamente un año, catorce mujeres trans comenzaban una capacitación en confección de indumentaria, el primer paso de un largo camino hacia la conformación de una cooperativa de trabajo que les daría la posibilidad de tener una salida laboral distinta a la prostitución. Ya contaban con las máquinas –siete rectas, cinco overlock y una collareta prestadas por el Movimiento Social Atahualpa- y el lugar, en la sede de la sociedad de fomento del barrio Jorge Newbery, de Mar del Plata.

Poco tiempo después quedó constituida la cooperativa textil que lleva el nombre de Claudia Pía Baudracco, cofundadora de la Asociación Travestis Transexuales Transgéneros Argentinas y una de las principales impulsoras de la ley de identidad de género, aunque no pudo ver el resultado de su intensa militancia: murió de un paro cardíaco veinte días antes de la sanción de la legislación.

De las catorce chicas que arrancaron en el proyecto, quedaron doce al frente de la cooperativa. Pero enseguida se sumaron tres vecinas del barrio que quisieron aprender con ellas y ahora son más que al principio.

Según cuenta Cintia Pili, coordinadora general y tesorera de la cooperativa, en general fabrican bolsas ecológicas aunque ahora están abocadas a la confección de ambos hospitalarios. "El primer trabajo que nos encargaron fueron mil bolsas para la Expoindustria y otras mil para el programa Pro Huerta. Teníamos un poco de miedo, pero pudimos cumplir", asegura. También explica que la idea es poder articular con la Secretaría de Salud municipal para poder comercializar la indumentaria que producen en los centros de salud. "Proyectos tenemos muchos, pero a veces cuesta mucho tiempo armarlos y presentarlos", dice.

Las trabajadoras del taller de costura no tienen un sueldo fijo asignado. "Del total de lo que se recauda, el 10 por ciento se destina a los gastos por el mantenimiento de las instalaciones, y el resto se reparte en partes iguales entre las compañeras", detalla Cintia. Por ese motivo, muchas de las chicas aún no pudieron salir del mundo de la prostitución. "El 70 por ciento tiene que volver cada noche a una esquina, a exponerse a que le peguen o vaya a saber a qué para ganarse la vida. Hemos dado un paso adelante, pero nos falta mucho y todavía no tenemos un lugar en el mercado laboral que no tenga que ver con la noche", reconoce.

"Me cambió la vida, acá me olvido de todo", responde Crystal Rufino, presidenta de la cooperativa, cuando se le pregunta qué significa su trabajo. Aunque ella no lo cuenta, sus compañeras confían en que su participación en el taller no sólo es fundamental, sino que también le ayudó a poder salir de casa, donde estuvo encerrada durante nueve años por miedo a la exclusión y a la discriminación. "En realidad soy peluquera de oficio, pero en Mar del Plata nunca me dieron trabajo por mi condición de trans", afirma esta salteña que en el '99 vino por un mes de vacaciones con una amiga pero jamás regresó.

Otras de las integrantes del taller son Agustina Ponce (secretaria), Lucero Villalba, Norma Cardozo, Blanca, Vania Santos, la profesora del programa Peba, Estela Juan; y Wally Vilte, que es, ni más ni menos, la vestuarista de Carmen Barbieri y antes fue asesora de vestuario del circo Servian de Flavio Mendoza. "Nosotros la llamamos 'la profesora' por todo lo que sabe y nos enseña", agrega Pili.

A último momento, Lucero pierde la vergüenza y pide tener la palabra. A una velocidad impresionante, comenta que llegó de Paraguay hace ya cinco años, que está por terminar la primaria y que le gustaría seguir con la secundaria. "Acá tengo la posibilidad de estudiar y trabajar, algo que en mi país jamás hubiese podido hacer", advierte.

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