“El kirchnerismo es muchas cosas, pero sobre todo un movimiento corrupto”

Miguel Wiñazki habló de La Dueña y también de la situación actual: "La política económica no se puede manejar por caprichos". Foto: 0223.

26 de Enero de 2014 11:20

Por Redacción 0223

PARA 0223

“Somos padre e hijo, pero no somos lo mismo”, dice Miguel Wiñazki con una sonrisa. El más experimentado de los autores de La Dueña, el libro sobre Cristina Kirchner, se sienta ante 0223 para hablar del trabajo que, asegura, no fue sencillo de realizar. El otro autor, el hijo, Nicolás, adquirió popularidad este año por su participación en el programa de Jorge Lanata, Periodismo Para Todos (PPT), pero desde hace años escribe en el diario Clarín sobre la política argentina. 

“Historia oculta de los negocios secretos, los vínculos personales y la salud de la mujer más poderosa, más amada y más odiada de la Argentina”, reza la descripción en la portada de la obra que este viernes fue presentada en Mar del Plata. Las denuncias de corrupción en el gobierno, tanto de Cristina como de Néstor Kirchner, es uno de los ejes del libro. Y Wiñazki padre sostiene que a pesar de haber acompañado “cambios culturales muy importantes” el kirchnerismo será recordado por ser un movimiento “profundamente corrupto”. Anécdotas, detalles y apuntes de un libro que despertará polémica.

-¿Por qué surge la idea de hacer un libro sobre Cristina Fernández de Kirchner?

-Nosotros evaluamos que faltaba un libro que no fuera una biografía autorizada de Cristina Fernández. Había habido dos: el de Sandra Russo y el de Olga Wornat. Eran biografías elogiosas y, entonces, autorizadas. Y faltaba un perfil a distancia y faltaba una investigación también. Así nos pusimos a trabajar sobre el personaje más relevante del país, como es la Presidenta.

-¿Cuándo entendieron que la Presidenta merecía este trabajo y esta investigación y cuándo comenzaron a trabajarlo formalmente?

-Ya en el momento en que asume Cristina, tras el mandato de Kirchner, empecé a visualizar que había un personaje que merecía un tratamiento como el que se le puede dar en un libro, más allá de la labor cotidiana del periodista. En cuanto a tarea de escritura nos llevó todo el 2013. Después cruzamos las investigaciones de Nico, con las miradas mías y demás.

-El primer capítulo del libro cuenta todos los detalles de la llamada “Ruta del dinero K”. Es una investigación reciente e incluso sin cerrar. ¿Por qué la decisión de empezar con eso?

-Yo creo particularmente que la historia se comprende desde el final. Cuando van culminando los ciclos, una mirada retrospectiva te permite comprender el principio. Y los últimos descubrimientos de la ruta del dinero, esa conjunción extraña de Elaskar, Fariña, Lázaro Báez -y por lo tanto Cristina- iluminan lo que ha sido el kirchnerismo. El kirchnerismo ha sido un movimiento, entre otras cosas, profundamente corrupto. Entonces empezamos por el final, porque ilumina el principio.  

-Se aborda mucho el tema de la corrupción en el libro. ¿Qué pruebas obtuvieron para hacer tales afirmaciones? 

-Nosotros consultamos decenas de fuentes que prueban que Cristina es Lázaro, por citar un caso. Y es un tema muy relevante, porque algunas fueron gente muy cercana a Cristina en algún momento: exminisitros, personajes relevantes de la política argentina y del seno mismo del kirchnerismo. Ahí notamos que algo estaba cambiando dentro del kirchnerismo. Los que habían sido muy aliados, muy cercanos a Cristina, hablaban para un libro de investigación que se presumía crítico. Nosotros tenemos mucha documentación y sigue saliendo. La investigación recién comienza, es un punto de partida, pero hay mucho más que se descubre día a día. La comprensión periodística del kirchnerismo tiene otras etapas por venir.

-El libro comienza con un relato de Cristina versión 2013. Pero también abarca a Cristina en otros períodos, incluso antes de asumir como Presidenta. ¿Qué cambios notaron en esos años?

-Hoy es un personaje que ya no encubre la soberbia que, dentro de los pecados capitales, es el más profundo. Te cuento una anécdota. Un periodista catalán me contó que cuando Cristina visitó Barcelona hace algunos años quedaron muy asombrados por dos cosas. En primer lugar porque llegaba muy tarde a las reuniones, como si fuera la dueña del mundo. Y por otra parte daba clases, les explicaba a los catalanes cómo debían hacerse las cosas. Y son formas de comunicación soberbia, desde una suerte de pedestal de superioridad. Entonces la soberbia de Cristina actual, que ya no está encubierta ni maquillada, deviene en obcecación que impide toda forma de negociación.  Y la política es una cuestión basada en la negociación y no en la suposición de que todo es una conspiración generada para destruir a quien gobierna.

Hasta el día antes de asumir Cristina se vendía como una líder institucionalista, que iba a ahondar los valores democráticos y el diálogo y la independencia de los poderes. A lo largo del tiempo se fue convirtiendo en lo que es: una líder brusca y personalista que rige, impera y somete a sus colaboradores más cercanos a innumerables caprichos.

-Se le ha apuntado a muchos funcionarios por corrupción. ¿Ustedes sostienen que Cristina es la que maneja todo?           

-Ella es la responsable. Por supuesto que hay muchos personajes corruptos en el Gobierno, pero ella es la Presidenta. La estrategia concreta para encubrir los delitos de Boudou es una gestión directa de Cristina Kirchner. Los vínculos con Lázaro fueron primero de Néstor y después de Cristina. La corrupción de Ricardo Jaime… era una persona muy cercana a Néstor Kirchner. La masacre de Once, la tragedia, no encuentra una Cristina al margen de esa gestión que concluye con la tragedia. Cristina se negaba a renegociar el contrato de los Cirigliano. Decía: “No se metan”. Porque había negocios con los Cirigliano. De tal forma, ella es la responsable de todo lo que pasa.

-En muchos pasajes se hace referencia a la soledad de la Presidenta. ¿Cómo funcionaba con Néstor en vida? ¿Qué influencia tenía él sobre ella?

-Él la protegía, por un lado. Tenía un efecto tranquilizante sobre ella. Cuando alguien la agraviaba, la traicionaba o no hacía lo que ella decía, Kirchner salía inmediatamente a protegerla en un tono muy agresivo, a pedir rectificación de quien hubiera maltratado a Cristina. No obstante, entre ellos tenían una relación muy explosiva, discutían horas, días, a los gritos, encerrados siempre. No faltaron momentos de maltrato físico de Kirchner hacia ella. Lo contamos en el libro. Pero evidentemente eran dos, y ahora ella ve ahondada su soledad.

-Con todo este panorama que pintan, ¿cuál sido el mérito? Porque la última elección la ganó con el 54% de los votos y todavía hay una visión de una porción importante de la población que lo ve como un gobierno que produjo muchísimos cambios favorables.

-El kirchnerismo es muchas cosas. Fue una gestión que tuvo en un momento una ola de crecimiento que fue el kirchnerismo mágico. La atracción fue de la mano de ese crecimiento de la economía, que lo hubo, porque se crecía a un 8% anual. Y también hubo un acompañamiento hacia ciertas mutaciones culturales interesantes. La ley de Matrimonio Igualitario, por ejemplo. Acompañó bien una evolución de la sociedad. Por eso no es un movimiento unidimensional, es muchas cosas. Lo que pasa es que desdichadamente quedó atrapado por la corrupción y la ineficiencia.

-¿Cómo cree que de aquí a unos años un libro de historia retratará este período?

-Yo me lo he preguntado muchas veces, porque es cierto que cuando uno escribe un libro en caliente te puede llevar a un tipo de mirada distorsiva, desequilibrada. De todas maneras, yo creo que la corrupción es tan fuerte que va a ser recordado como un movimiento emocional muy fuerte, pero a la vez como un movimiento corrupto y en algún sentido innovador, por el acompañamiento de los cambios culturales. Pero también traicionó principios muy profundos de la Argentina, porque se apropió de la causa de los Derechos Humanos como si fuera propia. Hay una suerte de traición al propio discurso.

-No será fácil de explicar…

-No, como todos los procesos políticos de la Argentina. No será fácil de explicar tampoco la conducta cívica ante el kirchnerismo, cierta tolerancia a la corrupción. Mientras todo vaya bien, la corrupción no existe y cuando las cosas comiencen a estallar todo se sabe. Esa conducta de ceguera deliberada que tenemos en este país.

-¿Cómo ve la situación actual con una presidenta que aparece muy poco, presuntamente por temas de salud, aunque hay poca información al respecto?

-Volvió a hablar después de 34 días. Es un momento extremadamente crítico por la inflación. Y no es insólito que esto ocurra, porque esto también es el kirchnerismo profundo: negar la realidad. La idea del Indec de negar la inflación es calamitosa, porque la realidad siempre derrota todos los relatos. Esa matriz que pensó Kirchner para simular cifras que no son genera una explosión en algún momento. Y después la improvisación en materia económica, que cambia a veces minuto a minuto, es muy patente. La política económica no puede manejarse por caprichos. Entonces la Presidenta, que sigue gobernando en ausencia, no puede hacerlo de manera irracional. Y tampoco se puede gobernar por slogans, como mostrarse anticapitalistas o cosas por el estilo. Eso esconde mucho cinismo, porque no es un gobierno anticapitalista ni los Kirchner han bajado de la Sierra Maestra. Está encerrada en su propio esquematismo.

-¿Qué cree que pasará el 10 de diciembre de 2015 cuando ella deba dejar el poder?

-Las profecías son extremadamente difíciles. Aparentemente, al día de hoy, habría un cambio de signo de gobierno, incluso ideológico. Pero es muy difícil saber, cualquier cosa puede ocurrir.