¡Marque, maestro!

Mano a mano con Litto Nebbia, una de las piezas fundacionales del rock argentino. De aquellos primeros años, en que era pecado usar pelo largo, a las noches en Constitución y Playa Grande. Sensaciones y sentimientos de quien marcó el camino hace medio siglo.

Fotos: Hugo Grassi.

19 de Agosto de 2016 16:21

Maestro de acá, maestro de allá. El respeto que se apropia de la atmósfera del Teatro Colón de Mar del Plata es tan grande para con él como el mismísimo reducto que escucha el desfile de acordes y voces que emplea en plena prueba de sonido. La presencia de Litto Nebbia en piano y guitarra despierta una admiración total en quienes lo acompañan arriba del escenario, pero también en las ocho, nueve o diez personas, desparramadas, que escuchan atentas lo que se desprende de sus dedos y cuerdas vocales.

Respeto, tan simple y profundo como eso, hacia una de las piezas fundacionales del rock argentino, esta especie de mito viviente que busca seguir vigente (luego de que le colocaran, a principio de 2016, tres stent después de haber sufrido un infarto asintomático). Uno de los que causó la revolución en tiempos en que era pecado usar pelo largo o cantarle a la libertad. En tiempos en que los Tanguito, Ricardo Soulé, Luis Alberto Spinetta, Javier Martínez y tantos otros, de una lista interminable, empezaban a marcar el camino.

Creador de canciones que pasaron a la inmortalidad, y dueño de una particular mirada musical, que entre definiciones y anécdotas recibió a 4MROCK en su camarín del Teatro Colón, minutos después de probar sonido e interpretar un par de clásicos como “Yo no permito”, “La marea” y “Balada para un hombre solo”, solo para un pequeño grupo de privilegiados.

Pero con un aviso: “No me trates de usted, por favor…”. El “maestro” marca la cancha y habla, tan suelto como cuando irradia música arriba del escenario.

“Me siento igual que hace 50 años. Sí, con más experiencia, está claro, pero con los mismos nervios de siempre. ¿Vendrá gente? ¿Sonaremos bien? – desliza el músico rosarino en menos de diez segundos de charla, apenas después de apretar fuerte su mano derecha y degustar un Malbec que llegó especialmente a su camarín –. Mirá: para este show en Mar del Plata, me preparé toda la semana para tocar 30 canciones, de las cuales tres o cuatro son conocidas”.

“Mi viejo me decía que ‘el secreto en este ambiente es que cuando te digan que lo que hacés no sirve o es una porquería, vos tenés que seguir adelante. Y cuando te digan que sos un genio, también tenés que seguir adelante’ – explica mientras, del otro lado, asoma su mujer Alexandra –. El equilibrio es no dejarse comer la cabeza y hacer lo que uno siente, lo que a uno le gusta. El mundo no está obligado a gustarle cada cosa que uno haga. Si gusta, es un halago, algo que siempre necesita el artista, pero sino, uno tiene que seguir mirando para adelante”.

“El equilibrio es no dejarse comer la cabeza y hacer lo que uno siente, lo que a uno le gusta”.

-¿Qué te sigue inspirando?

-La vida misma. A veces hay algunas cosas, en las letras especialmente, que son obsesiones de uno. Uno se pasa la vida escribiendo, pero lo que cambia es la narración o el ámbito. No cambia lo que uno piensa o siente, pero sí la experiencia, porque uno con el tiempo va viviendo otras cosas. Uno no quiere hacer la mejor canción del mundo, pero sí superar estéticamente lo que hizo en otro momento.

-¿Te has superado?

-Lo que me deja muy tranquilo es que tengo un estilo muy férreo, que me puedo mover en distintas direcciones, fusionar, pero siempre con una manera muy personal, con un sonido que tiene que ver con nuestra idiosincrasia. Lo que hago suena a nacional, le guste a quien le gusta.

“El rock ya forma parte junto al folklore y el tango de la familia de géneros populares”.

AQUELLOS PRIMEROS AÑOS

Litto recuerda que “mi relación con Mar del Plata siempre ha sido muy buena”, que “tengo un público netamente marplatense, que no es justamente el de las vacaciones” y que esto se debe a una razón bien clara: “He venido muchas veces a la ciudad, en distintas épocas, incluso a arriesgar en lugares que recién abrían y a los cuales no iba nadie (risas). Era tocar y tocar. Eso me hizo ganar muchos amigos, conocer a distintos músicos. Es por esto que Mar del Plata, Santiago del Estero, Córdoba y Rosario, de donde soy, son las cuatro ciudades que más visito, si bien recorro todo el país”.

-¿Te acordás de tus primeros recitales en Mar del Plata?

-Me acuerdo de un recital muy importante que dimos con Los Gatos en Playa Grande. También me acuerdo de una época en Constitución, en la que estaba llena de boliches, pero de como decíamos nosotros, de petiteros, no eran boliches para que tocáramos nosotros. En una época, es una esquina tocábamos nosotros, en otra El Trío Galleta y en otra Almendra. Almendra, con un 80% de su repertorio en inglés, porque sino, no los dejaban tocar en ese lugar. Tuvimos un paso por esos lugares, fue algo efímero. Después pasé por Roxy, El Castillo, y cuántos más lugares.

-¿Cómo era ser rockero en los 60?

-Era complicado, como lo fue y lo es en cualquier rama del arte en nuestro país. Es muy difícil, a pesar de vivir en un país con tanta creatividad. Este un país bravo, la gente tarda en reconocer las cosas. Cuando arrancamos, era toda una novedad por las letras, la música, y hasta por el pelo. Mi hija no me creía que nos metían preso por tener pelo largo. En esa época era bravo usar pelo largo y el rechazo no era solo de las fuerzas de seguridad, sino también de la gente misma. ¡Hasta te gritaban por la calle! Por suerte, las cosas fueron cambiando y nosotros hemos hecho mucha fuerza, unos cuantos diría, para seguir adelante. Increíblemente, el rock argentino cumplió 50 años y, al margen de cómo está hoy, si se volvió comercial o no, ya forma parte junto al folklore y el tango de la familia de géneros populares de nuestro país

“El conocimiento de la música depende de los grandes medios y ellos quieren divulgar cosas sencillas”.

“LA MÚSICA DE AHORA NO TIENE LA CREATIVIDAD DE ANTES”

“Escucho mucha música porque me viven acercando materiales, pero la mayoría de las bandas que me gustan no han tenido oportunidades”, suelta en el tramo final del mano a mano con 4MROCK. “Algunas han sido producidas por mí, pero tampoco puedo meter discos en todos lados”, explica antes de dejar sentada una crítica bien clara: “Tenemos que entender que el conocimiento de la música depende de los grandes medios y los grandes medios quieren divulgar cosas sencillas. De esa manera tienen un público cautivo y hacen muchísimo dinero en un instante, esa mentalidad no permite que aparezcan nuevos músicos que tocan bien”.

“Cuando tenía 13 años, aparecieron los Beatles – expresa mientras la sala del Teatro Colón empieza a llenarse y se escuchan los primeros murmullos que aguardan su presencia –. Eso fue apoyado por los grandes medios, se hicieron millonarios y hasta el çdía de hoy, cada vez que aparece algo de los Beatles, sigue siendo un negocio millonario. No han hecho esto en los últimos 10 o 15 años, al contrario, han sacado cosas inferiores, cosas que atontan a la cabeza. La música de ahora no tiene la creatividad de antes. No digo que los de antes éramos mejores, sino que no dejan salir a nadie. Viajo mucho por el interior y cada vez me acercan más discos de músicos que tocan como la gran puta y no conocen Buenos Aires”.

-Muchos dicen que ha sido un privilegio cantar o tocar con vos. ¿De quién podrías decir lo mismo, para satisfacción personal?

-He tenido pila de satisfacciones. Quizás porque en los últimos 20 años me he dedicado a producir y grabar a muchos músicos, he tenido la posibilidad de tocar con muchos tangueros que no creía que podía llegar a conocer. Tangueros con 20 o 30 años más que yo. Grabé con el maestro Virgilio Espósito, Enrique Cadícamo y la mayoría de los grandes bandoneonistas que hay en el país. Lo mismo con folcloristas, jazzistas y tantos otros de renombre internacional. Lo más lindo es que cuando conocés a un tipo que admirás mucho, tienen la humildad de ser gente muy piola.

-¿Por qué elegiste gente joven para acompañarte en el espectáculo en el Colón?

-La mezcla experiencia y juventud es bárbara. Me gusta unirme con grupos de músicos jóvenes, como La Perla Irregular o como el caso de ahora, Los Reyes del Falsete. Es más, próximamente saldrá el disco que produje de Leo García. Lo hago cuando tenemos una simpatía en común. Y esa simpatía no tiene que ser respecto a la edad. Sino a las cosas que nos unen, como la música.

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