Esconder, corromper y negligir: Repunte, el último símbolo de la pesca más miserable

El 17 de junio de 2017 el barco pesquero Repunte naufragó en el Mar Argentino en medio de una tormenta. En sus poco más de 32 metros de eslora navegaban 12 tripulantes. Sólo dos sobrevivieron. El antes, durante y después de una historia escandalosa.

Gabriela, en el Concejo Deliberante de Gral. Pueyrredon, referente de una lucha tan desigual como clave.

31 de Diciembre de 2017 13:48

Faltaban cuatro días para el inicio formal del invierno y las aguas del océano Atlántico en el hemisferio sur ya registraban temperaturas bajísimas. En la mañana del 17 de junio, a las 9,39, el capitán del Repunte Gustavo Sánchez emitió la llamada señal de mayday, el habitual pedido de socorro de las embarcaciones ante situaciones de emergencia. Perteneciente a la firma Ostramar SA, del grupo Caputo, el barco que tenía asiento en el puerto de Mar del Plata yace hundido ahora a 53 metros, a poca distancia de la costa a la altura de la ciudad de Rawson. Prefectura logró localizar su casco muchos días después, cuando el mar ya se había cobrado 10 vidas y encendía uno de los casos más emblemáticos de la corrupción en la actividad pesquera de la Argentina.

Gustavo vivía en Sierra de los Padres. Antes de levantar los cimientos de su casa, decidió construir una piscina. Quería recibir a su familia todas las veces que fuera posible, en uno de sus habituales encuentros multitudinarios. Y este 31 de diciembre no iba a ser la excepción. Gabriela y Romina, sus hermanas, conviven estos días con sentimientos difíciles de sobrellevar. Están decididas a reunirse en el lugar que Gustavo dejó, del mismo modo en que decidieron, hace seis meses, utilizar parte de su dolor para iniciar una de las luchas más gratificantes: cambiar realidades.

 

El cuñado de Gustavo, también marinero, navegaba en otro barco cerca del Repunte el día de la tragedia.

 

“Las 10 familias estamos juntas. Tenemos un grupo de WhastApp donde nos comunicamos todos, no sólo en lo relavito a la causa, también en cuestiones ligadas a lo íntimo. Más en esta época en donde la tristeza de lo que nos tocó impacta muy fuerte”, cuentan prácticamente al unísono en su casa cercana al puerto de Mar del Plata.

Gabriela ha sido la portavoz principal del grupo de mujeres que enviudó pero que logró ser proactivo y llevar sus reclamos hasta lugares impensados. “Cuando tengo que salir a hablar del Repunte, no me interesa si tengo que ir a hablar con un ministro o si tenemos que ir a hacer una entrevista repentina.  Desde que pasó lo del hundimiento estoy las 24 horas ocupándome del tema. Y así como nosotras, un montón de gente dedica su tiempo a pensar en cómo seguir con esta lucha. Todas tenemos distintos roles claramente definidos porque todas las familias del Repunte quedaron terriblemente desamparadas. Los tripulantes eran su sostén directo. Cuando ellos se fueron, todo se cortó. Y mujeres e hijos tienen que seguir irremediablemente con la vida”.

La complejidad para entender de forma cabal la actividad pesquera en el país es realmente mayúscula. Muchas áreas involucradas, permisos nacionales y provinciales, ministerios de gobierno varios y hasta cinco sindicatos diferentes. Y una salvedad clave: “La cuestión de solidaridad o compañerismo en la pesca no existe”, afirman.

Capítulo A

Antes de hundirse repleto de langostinos, el Repunte había navegado siete veces durante el 2017. En cuatro de ellas, volvió a puerto por diversas roturas. Según afirman Gabriela y Romina, la embarcación nunca llegó a merecer ni una sola inspección relacionada a su navegabilidad a lo largo de los primeros seis meses del año. Así se los confirmó el propio Jefe de Gabinete Marcos Peña hace apenas unos días, después de un pedido de informes.

“Eso se dio justo cuando se cambió la estructura del barco y se incorporaron los tangones”, detallan las hermanas de Gustavo. “No somos cráneos, pero sabemos que si le ponés algo distinto a un barco, cambia su estabilidad”. Los dos brazos de acero de 10 toneladas sobre la cubierta, son indispensables para extender la red que captura al langostino.

El dato, sin embargo, cobra mayor importancia cuando se analiza el pasado más reciente de la embarcación. “El Repunte no tuvo las pruebas de flotabilidad. Tampoco cuando hizo su último viaje de merluza, que entró a puerto con el casco abierto y se le hizo un parche” , detalló Gabriela.

El permiso de pesca de una embarcación de ese tipo dura seis meses, siempre y cuando se encuentre en inactividad. Su dueño, Caputo, logró mantener ese permiso vigente durante los cuatro años en los que el Repunte no navegó. De acuerdo a lo que explicó en las diversas actas de notificación que le envío al Consejo Federal Pesquero desde el 2013, el empresario estuvo esperando un repuesto que nunca llegaba. “La otra estrategia para utilizar con el paso del tiempo, es sacar al barco al mar, volver y denunciar una rotura, es algo que cuenta como un viaje”, resalta Gabriela.

“Los marineros ganan mucho más cuando van al langostino. Y el marinero está obligado a subir. Si el empresario dice Yo saco mi barco a pescar langostino, anchoíta, pulpo o una ballena, tenés que ir o te bajás. Y si se baja, en el futuro pierde el lugar, pierde su efectividad y tiene que esperar para poder subir a otro barco alguna vez”, cuenta Romina por su parte.

“Con esa fiebre de salir, los barcos salen como salió el Repunte. Es una desesperación por pescar. El langostino se saca y no necesita ser procesado, no es como la merluza. Directamente se exporta. El proceso es mínimo, los gastos son menores pero la ganancia es enorme”, suma Gabriela.

 

 

“El otro tema arriba del barco son las condiciones de trabajo. Primero, el marinero arregla su sueldo en un café. No se paga por capacidad. Te dicen es este dinero o nada y arreglate. Las condiciones son deplorables, viven hacinados, porque se hacen modificaciones para agrandar la bodega y tener mayor rentabilidad, ya que si vos haces un viaje y traes 1.000 cajones no es lo mismo obviamente que traigas 1.500 cajones. Además, el único tiempo de descanso es cuando levantan las redes. Luego el langostino no va directamente a la bodega, antes debe ser pasado por un sulfito para que no se descomponga. Por ahí llegan a estar 24 horas seguidas trabajando”, describe la mujer a continuación.

Romina toma inmediatamente el discurso segundos después y plantea una pregunta que la carcome: “Se pesca igual que hace 100 años. Todas las condiciones laborales cambiaron, ¿por qué en la pesca siguen teniendo trabajo de esclavo?”.

En el meollo de toda esta situación hay otro asunto fundamental: la caducidad de los barcos. Según un informe de la Cámara de la Industria Naviera de hace poco tiempo, los barcos como el Repunte tienen una vida media de 34 años. El buque comandado por Gustavo salió al mar por primera vez en la década del 60.

“Sucede que si el empresario pierde un barco, sólo pierde tiempo. A él le paga el seguro un barco nuevo. Para ellos no pasa nada. Como a los empresarios lo que les sobra es plata y a los políticos es lo que les falta, ¿cómo se financian las campañas?. Después ese dinero de algún modo hay que devolverlo. Por eso no es casual la frase la corrupción mata”, deslizó Gabriela.

Capítulo B

En Rawson, a donde viajó Romina apenas unas horas después de acontecido el hundimiento, Prefectura culpó a su hermano por la tragedia. Con honestidad, una de las tres hermanas de Gustavo explica: “Independientemente de la responsabilidad que puede haber tenido con alguna maniobra, él no se formó como perito para ver si el barco estaba bien”.

“Lo culparon en el momento en que los estaban buscando. Y lo acusaron. Pero un barco que no está en condiciones, no puede capear. Ahí fue cuando se quedaron en silencio. Con una tormenta, es más peligroso capear que intentar llegar a la costa. Estaba muy cerca, a sólo dos horas. Fue el barco lo que no les permitió llegar. Sucede que lo más fácil es decir eso, que fue una mala decisión de él y que había unas olas terribles”, cuenta Romina sobre su angustiante momento en la localidad patagónica.

La bronca contra el accionar de Prefectura crispó aún más los ánimos de los familiares, quienes no tienen dudas de denunciar un abandono de personas por parte de la fuerza naval. “Cuando el Repunte envía el pedido de socorro, el capitán del María Liliana, que navegaba rumbo a la costa con mucha carga, vuelve a su rescate, pero muy despacio. En ese momento en Prefectura nos dijeron que estaban todos arriba de una balsa, que los había divisado un avión y que nos quedáramos tranquilos”, describe Romina.

Cuatro horas después, el María Liliana llega al lugar del hundimiento y logra rescatar a Trillo, da aviso de que la balsa estaba en realidad vacía y de que se veían muchos cuerpos en el agua. “Recién ahí Prefectura saca el helicóptero, que llega media hora después, el tiempo en que se tarda en viajar desde Trelew hasta la zona del naufragio. Ahí logran rescatar el cuerpo de Alejandro Homs y con vida a Julio Guaymas”, cuenta Romina. 

“Ellos lo que no dicen es que el helicóptero primero estaba en Comodoro Rivadavia, pero como había mucho viento, mandaron un avión para ver en que condiciones estaba el mar, esperando el momento ideal para sacar el helicóptero”, contó Romina.

La exasperación ya era total. “Cuando el guardacosta estaba dispuesto a salir, tiene un desperfecto y no logra partir. Recién llegó un barco de Prefectura al otro día” suma la mujer.

Según indica el protocolo de rescate, si hay un sobreviviente, debe ser llevado de inmediato a un hospital, por los grados de hipotermia. “Más allá de que no había ningún operativo sanitario para recibir a ese marinero, eso era temprano, tipo dos de la tarde. Había por delante varias horas de luz. Si tuvieron la posibilidad de hacer más rescates, ¿por qué no volvió el helicóptero?” sentencia Romina, en otra de sus preguntas sin respuesta oficial.

 

Romina, en su casa, con una representación a escala del buque que comandaba su hermano.

 

“No era justo eso. Cada vez que lo pensamos, se nos parte el alma. No tenían porqué quedar abandonados. Hay bebés de cinco meses que ya no tienen papás”, comentó Romina. “En los primeros días, a veces me consolaba con que no haya sufrido mucho, pensando que con el frío que hacía, él no debió haber aguantado ni 10 minutos”, admite Gabriela.

Sin cuerpo que despedir, las hermanas de Gustavo sufren a diario. “El problema del desaparecido es ese. Nosotros sabemos que no va a volver, pero el imaginario te lleva a pensar otras cosas”.

Capítulo C

Gabriela y Romina prefirieron no entrar en contacto con Caputo. “Un día me lo crucé al hijo, en el banco, yo lo conocía, es de la misma edad de Gustavo y ellos se llevaban bien. Se me desfiguró la cara. En medio de una discusión, con ese tupé me dice pero a él le servía navegar en ese barco. A mi hermano en realidad no le quedaba opción”, contó Romina.

La causa judicial que busca cambiar la carátula a estrago, avanzó con mucha rapidez durante los primeros dos meses. “Estamos en la etapa de instrucción -explica Gabriela- pero cuando cambiaron el juez Gustavo Lleral a la causa Maldonado, la del Repunte quedó a cargo de un juez subrogante y se estancó”.

El derrotero por su lucha llevó a Gabriela y a Romina a estar en contacto con diversas esferas del poder político. “Nuestra experiencia en ese sentido ha sido diversa. En la parte legislativa, hay un montón de proyectos presentados para tratar el tema pero el oficialismo no da quórum cuando hay que debatirlo” aseguró. 

“Con Vidal nunca pudimos hablar, debe ser la décima vez que le pedimos que nos reciba. Nos mandó a sus ministros y en lo que refiere a la asistencia social nos han ayudado, por ejemplo, dando Ioma a todas las familias y entregando materiales para algunas que los necesitaban para sus casas”, detalló Gabriela. 

“El otro día lo escuché por la radio a Merlini, presidente del Consorcio Portuario. Él plantea un mundo feliz para el puerto. Después de comprometerse a ser nuestro nexo para trabajar en la causa, luego de las Paso, ni apareció”, lo fustigaron meses después de no permitirles pintar un mural con la layenda de su campaña Ningún hundimiento más.

En relación al gobierno nacional, luego de ser recibidas por la ministra Carolina Stanley y por el ministro Jorge Triaca, durante la celebración de la Semana Social de la Iglesia, los familiares del Repunte nunca más tuvieron noticias. “No hubo asistencia psicológica para las familias y vivir esto es desvastador” reflejaron.

“El tema de la seguridad al salir a navegar es primordial, el chalequito salvavidas para el mar argentino ya no va más. No sabemos que pasó con la balsa del Repunte ni con la baliza que no se activó. Hay muchas actas firmadas por el Consejo Federal Pesquero que marcan claramente las incongruencias. Por eso fuimos a denunciar a Prefectura para que no sea juez y parte en este caso”, detalló Gabriela.

En su encuentro con Eugenio Burzaco, del Ministerio de Defensa, Romina detalló que los familiares sufrieron violencia institucional. “Fuimos a verlo y estaba toda la plana mayor de Prefectura. Nos pusieron un video, sin avisarnos de nada, para mostrarnos todo lo que estaban haciendo. Nos mostraron un mapa e imágenes del barco hundido que habían filmado con unos buzos. Un intento de lavar culpas que nos destrozó”.

La búsqueda de justicia por las 10 vidas perdidas que amenazan con ser más en el futuro, incluye el objetivo de reflotar el buque Repunte, una opción fundamental para entender efectivamente lo que pasó. El deseo, sin embargo, choca otra vez con los intereses oscuros. “Técnicamente se puede, pero es muy caro hacerlo. Se lo pedimos al poder Ejecutivo y nos dijeron que no. Por un lado estamos buscando un submarino a 600 metros y decimos que lo podemos rescatar, pero a un pesquero a 53 metros le decimos que no”, compara Gabriela.
“Es otra de las incongruencias y las desigualdades. Lo justifican en que hay que traer de afuera máquinas especiales. Para nosotros es querer esconder y que nada cambie”, sentenciaron las hermanas.

“El barco quedó inclinado sobre el estribor, que es el que no se puede filmar. Si con eso que grabaron pretenden hacer las pericias, nos faltarán muchos datos. También queremos que se pericie el espesor del barco. Los obreros navales nos dijeron que ya no había manera de soldarlo, porque era un papel”, detalló Gabriela, para incrementar la pesadilla.

“Con lo del ARA San Juan y el operativo de rescate y búsqueda nos damos cuenta que estamos hablando de que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Si teníamos alguna duda de que no se podría reflotar el buque, lo que pasó con el submarino nos dejó resuelto el interrogante. No se hace por una orden política. No quieren gastar en eso y no quieren que se sepa qué sucedió. Dejemos las cosas como están. Les pagamos a las viudas y ya está”, sumó Romina.

 

 

La lucha por un futuro diferente

“Decidimos no quedarnos en el dolor, ni encerrados, acá hay muchas cosas para decir y muchas cosas para cambiar. No nos mueve otra cosa más que la justicia. Toda la lucha es para que la realidad cambie. Luchamos contra gigantes y somos hormigas, pero eso nos da más fuerza. No queremos plata, queremos otra cosa. Ya llegamos tarde para los nuestros, aunque eso no significa que se pueda hacer algo mejor para la vida de los que siguen trabajando en el mar”, concluyeron.